MONTIEL DE ARNÁIZ - OPINIÓN

Je suis Juan

Cuando García Cossío maquina algo hemos de correr al Carnaval para subirnos en marcha, aunque vengamos de una maratón laboral

MONTIEL DE ARNÁIZ

En la sangrienta noche de las comparsas quien más afinó fue el chirigotero que abandonó el comparsismo antes de ponerse de moda el fular y la cejita. Nada que decir de Antonio Martín, soberbia actuación, pero cuando García Cossío maquina algo hemos de correr al Carnaval para subirnos en marcha, aunque vengamos de una maratón laboral. Ahora bien, erigiéndonos en urbanitas de esos que desde su poltrona dan lecciones éticas tecleando pamplinas en Twitter, hemos de solidarizarnos y gritar alto el nombre del personaje pasado a la posteridad, de ese remedo Rubalcaniano que el Selu ha parido en una horita corta: ¡Je suis Juan!

Porque hay que ver lo que lleva aguantado el pobre Juan a esta caterva de pesaos: populares mangantes y comisionistas que no dimiten, socialistas chorizos que roban el dinero de los parados y ayudan al independentismo, podemistas bienqueda patrocinados por Irán y Venezuela y naranjitos fatuos siempre pendientes del IBEX35. Menos mal que a Juan los push the mong se la traen al pairo: chuflas que gastan pelucas tres tallas mayores que la suya y prometen no investigar a los Pujoles en vez de fidelidad a la Constitución; o eso es lo que Juan ha entendido, que lleva la orejita roja de aguantar pesaos, dale que te pego, arsa y olé.

Y como si fuéramos sufridos Juanes, los pesaos de turno intentan comulgarnos con ruedas de molino, desviarnos la atención a la mancha corbatera, el grano en la frente o el pezón poderoso del escote. Entre fachas casposos y rojos pijoprogres han germinado los represaliados de un pasado que no vivieron, lobos con piel de cordero, teóricos y analistas, ofendidos precoces, clamadores al cielo laico, que exigen respeto en vez de remangarse y currar un poquillo.

Dejen ustedes de liberarse y dennos a todos una lección ¿Qué nos importará que Bescansa lleve a su niño al Congreso para una sesión fotográfica y le dé el día libre a la chacha o que Alberto Rodríguez luzca trenzas de churro rastafari o se fume allí a un moro metido en una alfombra? ¿Qué país es éste en el que el trabajo pesa menos que la pinta?

Desgraciadamente, el de Juan, el de usted y, gracias a Paco Alba, el del Selu.

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