Cádiz

«Los Caballeros Hopitalarios somos un refugio de puertas abiertas»

La organización, que tiene su sede en la calle Benjumeda, reparte alimentos, dispone de un surtido ropero y gestiona un albergue que cuenta con 15 plazas disponibles

M. LANDETA

En el corazón de Cádiz se esconde un refugio de «puertas abiertas para todo aquel que lo necesite ». Es la sede de los Caballeros Hospitalarios, una casa que ha hecho de la caridad su bandera y que es uno de los termómetros más fiables para tomar el pulso a la situación social que atraviesa la ciudad.

Ubicada en el número 11 de la calle Benjumeda, la Real y Benemérita Institución de Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista es un paraguas para más de 250 familias gaditanas que acuden semanalmente hasta sus puertas para recibir alimentos básicos.

El reparto se lleva a cabo todos los miércoles entre las 08:30 y 11 horas y no es excepcional observar colas de familias esperando su turno para poder acceder al reparto de comida. Las familias de hasta dos miembros pueden acudir una vez al mes, las de tres y cuatro miembros dos veces y las más numerosas todas las semanas. El principal proveedor es el Banco de Alimentos de Cádiz aunque también cuentan con ayudas en especie de El Corte Inglés, la Asociación de Amigos de Tierra Santa y un buen número de Hermandades y Cofradías de Cádiz.

La emergencia que no cesa

A principios de 2015 empezó a bajar el número de familias que atendían pero, según asegura Manuel Navarro, presidente de la Orden Hospitalaria, llevan desde finales del año pasado percibiendo que está creciendo el número de solicitudes de familias que acuden pidiendo ayuda . «No tengo muy claro cual es el motivo porque parece ser que el paro, aunque muy lentamente, se va reduciendo. Comentando esta realidad con las dos trabajadoras sociales que trabajan con nosotros de forma voluntaria creemos que es porque aunque hay más trabajo está peor remunerado; es más precario. Las familias necesitan un apoyo porque hay alimentos que no pueden adquirir. Ahora mismo estamos dando comida a unas 600 personas», explica Manuel.

Llevan poco más de seis meses aplicando la nueva proveniente de la Comunidad Económica Europea y que afecta principalmente a los suministros del Banco de Alimentos y que obliga a los receptores a pasar una valoración ante las trabajadoras sociales para controlar el reparto y evitar el abuso y la picaresca. « Hasta aquí acuden personas de toda condición y con perfiles muy heterogéneos porque la crisis ha pegado fuerte y llegado a todo el mundo, incluso hemos tenido universitarios que se han quedado en el paro y que subsisten porque la luz se la paga un hermano y de la casa se hacen cargo los padres. La vida castiga a todos y nosotros hacemos lo que está en nuestra mano con esta economía de guerra que tenemos porque vivimos de la cuotas de los Caballeros y Damas Hospitalarias y de los donativos que realizan algunas instituciones».

La finca que la Orden gestiona en la calle Benjumeda es un edificio señorial con hermosas salas con vitrales, una magnífica biblioteca que conserva importantes registros de cuando Cádiz era una plaza fuerte en el comercio con América y otras curiosas dependencias como la enfermería y el aljibe . Pero sobre todo destaca el albergue, un refugio con capacidad para quince personas y todos los días dispensa el desayuno y la cena a las personas que acoge. «Los fines de semana (cuando los comedores asistenciales están cerrados) también se les atienden y tenemos una comida especial en festividades como la Inmaculada, San Juan Bautista, el Día de los Sin Techo, Navidad y Reyes. Además pueden disponer de las prendas que tenemos en el ropero y que está abierto para todos aquellos que lo necesiten», apunta Manuel. «Lo que más nos piden es ropa de bebé pero tenemos de todo desde zapatos a camisas, abrigos, jersey y pantalones».

Curar alma y cuerpo

La labor de esta organización va más allá de dar comida y asilo a los que lo necesitan . Tienen también una consulta médica donde un profesional voluntario atiende a los pacientes todos los martes. Dispensan medicamentos básicos porque para enfermedades más serias se les derivan a la Seguridad Social. Hay también un psicoterapeuta. Manuel no quiere dejar pasar la oportunidad y narra la historia de un conocido indigente que dormía en la Plaza de las Tortugas y que acudió a los Caballeros en busca de ayuda: «Tenía un tumor que le generaba grandes dolores y que acudió al centro desesperado. Le atendió el psicólogo, se operó y se le ha conseguido encontrar un alojamiento. Aquí atendemos a todo el que venga. Todo el que toque nuestra puerta sabe que no dormirá en la calle. Nuestras puertas están siempre abiertas », concluye.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios