Sucesos | Cádiz
«Sí, he salvado una vida pero solo he hecho lo que tenía que hacer, estamos para eso»
José Antonio, policía nacional de Cádiz, impide que una vecina suya fallezca asfixiada. «Fueron unos minutos eternos pero salió bien», cuenta satisfecho
José Antonio lleva doce años formando parte del Cuerpo Nacional de Policía. Actualmente es oficial en la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comisaría de Algeciras , un destino nada fácil donde las circunstancias obligan a estar siempre atento y dispuesto para lo que pueda pasar. Sabe perfectamente que forma parte de su trabajo pero también que hay que estar preparado para ello.
Sin embargo y a pesar de que su puesto lo desempeña actualmente en una de las zonas más candentes y castigadas por la delincuencia del narco, hace justo una semana vivió un episodio que jamás olvidará. Con la ayuda de su mujer y de un vecino salvó a otra vecina de su bloque de morir de asfixia .
El agente lo cuenta con humildad como si se tratara de un servicio más. «Es nuestro trabajo», repite en más de una ocasión. Pero en ese momento, se encontraba en su casa, sin uniforme, sin patrulla, con su familia, lejos de su puesto.
Ocurrió en torno a las once de la noche cuando de manera insistente alguien empezó a llamar al timbre. « Miré por la mirilla y entonces vi a mi vecina Belén con una mano en la garganta . Se estaba ahogando. Ni siquiera tenía voz».
No lo pensó. Templó los nervios («no hay tiempo para nervios») y mientras que su mujer llamaba al 091 y a la ambulancia, al ver que tenía las vías aéreas obstruidas, comenzó a realizarle la maniobra de Heimlich. «No respondía, poco a poco se iba desvaneciendo hasta que perdió el conocimiento del todo y se quedó sin pulso».
Fue entonces, ante lo crítico de la situación, que decidió tumbarla en el suelo y comenzar con el masaje cardíaco. «Le dije a mi mujer que llamara a algún vecino para que me ayudara. El masaje hay que llevarlo a buen ritmo, sobre unas cien, ciento veinte compresiones por minuto, y sabía que me podía cansar».
La ayuda de Manolo
En ese momento apareció Manolo Blanco, también residente de este bloque de pisos de la Avenida donde ocurrieron los hechos. «Él también sabía hacerlo y entre los dos no paramos... se nos hizo eterno hasta que por fin escuchamos un pequeño silbido de Belén, como que ya respiraba».
Entonces el vecino logró por fin sacar de la boca de la afectada un trozo de carne y la colocaron en posición de seguridad lateral hasta que llegó el servicio médico que la trasladó al hospital. Con vida. La mujer de 61 años continúa ingresada pero estable y recuperándose.
Tras saber que Belén ya respiraba los nervios que habían controlado perfectamente empezaron a aparecer. «En esos momentos no te da tiempo a pensar , es después cuando ya lo piensas con calma y te das cuenta de lo que has hecho o podría haber pasado». Sin embargo, el agente entiende que estos auxilios humanitarios forman parte de su trabajo. «Somos policías, ella subió a mi casa porque sabía que yo le podía ayudar. Estamos para eso y por eso decidimos un día esta profesión».
Estos días la hija de Belén no deja de darle las gracias emocionada. Para ella han salvado la vida de su madre. Da igual si ha sido un policía, su mujer o un vecino. El caso es que está viva y además sin aparentes daños graves cerebrales por la falta de oxígeno. Y todo, gracias a la rápida actuación de quien el martes pasado le abrió de inmediato la puerta. Y le tendió la mano.
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