Sucesos Cádiz

Reincidentes sin freno, así son y actúan los ladrones más activos de Cádiz

Solo en el mes de mayo, la Policía Nacional ha resuelto en la capital gaditana una decena de asaltos en establecimientos perpetrados por «los mismos de siempre»

A 'El Sordo', uno de los últimos detenidos por robar le constan treinta detenciones anteriores. Tiene 35 años

Dos agentes de Delincuencia Urbana de la Policía Nacional vigilan en el barrio de Santa María donde han detenido a uno de los ladrones más activos. A. Vázquez

M. Almagro

Sus nombres entran y salen de la lista de sospechosos habituales según entran o salen de prisión . Porque son precisamente eso, habituales. Es la pura realidad. Gente de mediana edad, de entre 20 y 40 años (solo algún veterano sobrevive), adicto a varias sustancias –normalmente 'rebujo' y cocaína sola–, y que tiene como medio de vida el robar para conseguir lo que sea de dinero e ir corriendo a comprar la 'papela' empujados por el mono que corre por sus venas. Quizá suena duro, claro, repetido, pero es que es así. «Estos... no tienen arreglo. No aprenden. Siguen y siguen, les da igual todo», cuenta un policía que tiene entre sus funciones el intentar ponerles límites.

Pero hay víctimas en esta persistente reincidencia de escasa esperanza: los comerciantes y hosteleros que tienen la mala fortuna de ser objeto de sus 'palos'. Porque aunque se les identifique, se les detenga, juzgue... el daño se hace y el que pague por ello siempre está por ver.

Esta complicada realidad, con la que nos cruzamos por la calle más de lo que pensamos, se ha vuelto a plasmar estas últimas semanas en Cádiz. En la capital gaditana se han sucedido en un mes, mayo, una decena de robos en comercios y, tras ellos, estaban presuntamente las mismas personas. La cantidad no es alarmante –más aún al ser una capital de provincia–pero no por eso deja de ser importante y significativo.

Así que ante este pequeño repunte y, sobre todo, para evitar que fuera a más, los agentes de la Unidad de Delincuencia Urbana de la Comisaría de Cádiz los han ido resolviendo uno a uno en un tiempo récord. De manual. Y lo han hecho con investigaciones tan cerradas o contundentes que dos de estos ladrones han sido ya enviados por el juez a prisión provisional al ver que la identificación y las pruebas que había contra ellos estaban claramente contrastadas. Otro, continúa en libertad pero quizá no por mucho tiempo, ya que su investigación sigue abierta y su futuro en el aire.

«Son jóvenes, con multitud de antecedentes en su mayoría, que sin mucha parafernalia a la hora de dar sus palos, buscan dinero o mercancía que puedan vender rápido. Venden hasta su madre si hace falta...», cuenta el inspector de esta Unidad. Y la forma de actuar es más o menos la misma. De noche. Revientan barajas y fuerzan las puertas con ayuda de palanquetas, ladrillos, husillos... y entran. Suelen ir en pareja. Uno se queda fuera dando el 'agua' y el otro va a por la caja registradora o lo que vea más o menos de valor. «Saben donde ir». Tanto es así que a menudo son incluso vecinos de estos negocios. «Pero les da igual».

Nombres muy grabados

Les podemos poner nombre. Lo tienen. Y bien grabado que está en el programa que recopila los antecedentes policiales de cualquier ciudadano. R. G. S., 'El Sordo', 35 años, de la Barriada de la Paz. Nada menos que treinta detenciones en su historial. Casi su edad, y casi todas por robo con fuerza. Su paso por prisión lo alejó de la calle unos seis años pero al regresar a ella ha vuelto a caer hace unos días. Cuentan que tiene una 'paguita' pero el vicio es caro.

J.L.B., 'El Selu', vecino del barrio de Santa María. Justamente de donde salió de una casa casi convencido por los agentes de Delincuencia Urbana para que, sabedor de que ya estaba bien pillado, por fin dejara de liarla. 36 años. 21 detenciones en su haber . Se le imputan cuatro robos estas últimas semanas. Uno de ellos en el salón cafetería que hay en su propio barrio donde entró y se llevó la caja registradora que después dejó tirada en una obra cercana una vez que consiguió abrirla.

También figura 'en su cuenta' otro asalto cometido en un salón de juegos de la Plaza de San Antonio de donde se llevaron una importante cantidad de dinero. O, la entrada en un apartamento turístico de la calle Botica a principios de mayo, algo más serio porque además había unos turistas alemanes dentro. De ahí se llevó presuntamente lo que pudo y también las cámaras de videovigilancia que le pudieron haber grabado. Aún así, la Policía volvió a hacer su trabajo y logró identificarlo. A él y a quien últimamente le suele acompañar, otro viejo conocido de los investigadores, al que le constan más de una decena de detenciones.

«Buscan dinero o mercancía que puedan vender rápido. Venden hasta a su madre si les hace falta»

La labor de los agentes contra el delincuente habitual es constante. A. V.

Pero aunque pueda parecer todo tan fácil. Saber más o menos quienes pueden ser o tener sospechas acerca de «los mismos de siempre», la tarea de perseguirles y sobre todo llevarles ante un juez para que dé explicaciones no es tan sencilla. Porque aunque visiten a menudo los juzgados hay que demostrar cien por cien quién o quienes están tras un delito, no vale evidentemente con un indicio. Aunque se tenga muy claro. Y esa labor es compleja y está además llena de lentas burocracias legales.

Pero los agentes que trabajan en ello son persistentes. Tanto como el trabajo que les dan los del otro lado. No paran hasta ponerle rostro a quien ha sido, aunque se tapen, aunque se escondan en un piso distinto por noche, ellos van a seguir en la búsqueda. Y además en ese tarea cuentan con la ayuda de compañeros de otras unidades como por ejemplo de Científica que se encargan de recoger huellas y, por si prospera, muestras de ADN, para los cotejos. Es una labor conjunta y que tiene el mismo fin: poner freno a quien persiste en seguir un camino que precisamente le dejará sin poder caminar libre.

Porque antes de El Selu o El Sordo, estaban El Moi, Velata, El Guijo. El Tana... eso en Cádiz capital. En Chiclana, Puerto Real, El Puerto, San Fernando, Rota, Chipiona, Jerez... son otros. Todos cortados por el mismo patrón.

«Muchas veces donde mejor están es en prisión» , dice sin tapujos otro de los agentes. Otra frase que quizá no es políticamente correcta, no es elegante, pero que resume esta dura realidad. En estos casos la reinserción es una posibilidad que pocas veces se da.

Y además estos tiempos de pandemia y guerra tampoco lo han puesto más fácil. Colectivos sociales han denunciado últimamente que la crisis ha afectado, casi tumbado, los programas de reinserción. La falta de inversión pública ha ocasionado un grave daño a las asociaciones que se dedican a ayudar durante años a personas drogodependientes. Gente que les vuelva a enseñar que podrían vivir de otra manera.

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