UE, un futuro de paz y democracia

El Zar Putin, tan peligroso, no ha sido tan inteligente como pensaba. Ha creado un momento histórico para reforzar la Unión Europea

Ramón Sánchez Heredia

Este año, nos ha traído la terrible invasión de Ucrania por Rusia. Esto era algo que nos ha sorprendido, pues nadie creía posible una guerra en la vieja Europa en el siglo XXI, donde hace cerca de ochenta años, llevamos sin sufrir guerras en nuestro suelo, salvo el desmembramiento de Yugoslavia por circunstancias históricas propias e internas. Esto hay que agradecerlo a la existencia de la UE, entre otras causas. Una característica importante al estar integrado por estados basados en un sistema político democrático, por lo menos formalmente.

Esto viene a reflejar el debate más crucial que existe tanto en Europa como en el resto del planeta, a todos los niveles, democracia o autocracia.

Entendiendo por democracia una base de diálogo, consenso, respeto, participación y supremacía de la ley, lo que supone la resolución de los conflictos y problemas por cauces legales, no por imposición o por violencia. Por la otra parte, la autocracia, es la vuelta a que todo dependa de un solo individuo y su camarilla, un salvador o líder, al que se sigue ciegamente y fanáticamente, para al final mandar en provecho propio y sus allegados.

El pensamiento autocrítico está creciendo en todo el mundo, incluso aquí, no se valora ni se educa en los valores de la democracia. La consecuencia es el desconocimiento como es las autocracias, los totalitarismos, que han llevado en la historia del mundo a grandes tragedias, a millones de muertos.

El nuevo Zar Putin, ejemplo actual de autocracia, nos viene a demostrar lo anterior. Un individuo que se ha perpetuado en el poder en Rusia, que ha eliminado a los opositores, silenciado a los medios de comunicación, y que para realizar un nuevo imperio no tiene reparos en imponerse por la fuerza, en contra de toda legalidad, ética y legitimidad.

Ante esto, solamente cabe más UE, para evitar guerras en el continente, e implementar más principios y valores para pacificar todo el orbe. Esto supone, a mi entender, una autocrítica de la UE, reforzar los principios y valores que la inspiraron (fruto de democratacristianos, socialdemócratas, etc.) y actualizarlo para aplicarlo en el siglo XXI.

En primer lugar, profundizar en la estructura de la organización para que sea mucha más democrática, incluso complementándose con más soberanía de los estados. Esto debe de ir acompañado de una mayor implicación, por la educación, en lo que supone una sociedad democrática, por parte de los ciudadanos europeos de las naciones que la integran.

En segundo lugar, priorizar el crecimiento de la Europa política y social, por encima de la económica. Esto debe de llevar a un sentido y sentimiento mayor de unidad (no uniformismo) y corresponsabilidad de los ciudadanos de las diferentes naciones y regiones, sin que ello signifique la pérdida de las identidades nacionales, como elementos culturales e identitarios de la diversidad Europea.

En tercer lugar, extender los valores de libertad e igualdad en el mundo a través de los organismos internacionales. Combatiendo al nuevo imperio, el de China, autárquico por medio del diálogo y de los principios y valores, o los en decrecimiento como el de EE UU, acostumbrado a intervenir fuera de sus territorios, ya sea militarmente o indirectamente, para imponer sus intereses económicos. Además, esto supone una fuerza militar disuasoria y de pacificación, ante las imposiciones autárquicas en el mundo que producen situaciones de baños de sangre.

No son los únicos, pero creo que sí los más importantes, y los propongo como elementos de debate y diálogo para su desarrollo, para ello, es necesario el compromiso de los grandes partidos políticos europeos que trasladen este planeamiento a los ciudadanos.

El Zar Putin, tan peligroso, no ha sido tan inteligente como pensaba. Ha creado un momento histórico para reforzar la Unión Europea. Es una oportunidad, no podemos dejar pasarlo, hay que generar una Europa de Paz que se extienda, sin miedo, produciendo la paz no solamente en su entorno. Ucrania, Georgia y Moldavia lo han solicitado para iniciar el largo proceso de negociaciones antes de que estos tres países puedan ser considerados oficialmente como candidatos. Es el momento de responder al nuevo Zar con abrir proceso de incorporación a todos los países que lo pidan por estar en peligro su existencia o de su conversión en estado satélite. Igualmente, es el momento de dar respuestas tan contundentes como se ha dado a los desplazados de Ucrania, preguntándonos por qué no se han dado esa misma respuesta ante otras catástrofes humanitarias que generan corrientes de desplazados y de emigrantes. Hay que ser más creativos, para dar soluciones que impidan que sigamos siendo colaboradores de esos cementerios del Mediterráneo y del Estrecho de Gibraltar.

Por ello, generemos más UE, constructora de Paz para Europa y la Humanidad.

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