POLÍTICA
El PSOE de Cádiz reforzará en 2017 su pose de oposición total
Su portavoz anuncia la petición de dimisión y la reprobación del concejal de Hacienda en el primer Pleno, el del mes de enero
El año 2017 será, en lo político, un año particular, peculiar, diferente, de los que no se recuerdan: no hay convocadas citas electorales reseñables para los gaditanos, nada de ir a votar cada dos por tres, nada de elegir, negociar en busca de gobiernos locales, o provinciales, regionales. Esa insólita pausa, casi desconocida en lo que va de década, dista de marcar una tregua política. Bien al contrario, los ejecutivos y los representantes que forman las oposiciones se quedan sin excusas, sin márgenes de espera, sin coartadas que recomienden aplazar indefinidamente decisiones y posturas, alianzas y enfrentamientos.
El caso del Ayuntamiento de Cádiz es especialmente llamativo. Se trata del laboratorio andaluz en el que probar a Podemos, en el que los socialistas someten a un test de presión y resistencia la posiblidad de permitir que gobierne, en detrimento del mayoritario Partido Popular . Es la única capital de provincia andaluza en la que se da el caso y todos los dirigentes regionales de todos los partidos miran a Cádiz para sacar conclusiones, escarmientos o plantear proyectos.
El año que comenzará dará paso al tercero de la era o prueba Kichi. Cuando asome el verano, acabará el segundo como alcalde tras el voto favorable de los cinco ediles socialistas el 13 de mayo 2015. Cuando lleguen las vacaciones, el nuevo equipo de gobierno habrá superado la mitad justa del mandato que nunca puede extenderse más allá de la primavera de 2019. Ese es el máximo margen para convocar las próximas elecciones municipales. Entramos en la fase definitiva del mandato.
Podemos recibe el último aviso para empezar a gestionar y la oposición ve cómo se agota el tiempo para definirse, para tomar posiciones de cara a pedir el voto a los vecinos. En este año intermedio y crucial. El PSOE tiene, igualmente, un papel intermedio y crucial . Sólo es la tercera formación en representación en el pleno (de cinco en total, después de PP y Podemos respectivamente) pero las matemáticas políticas le ponen en una situación decisiva. Ninguna otra formación puede gobernar sin su consentimiento pasivo o activo.
Ni puede permitir que le recuerden todos los días que los problemas de la gestión del equipo de gobierno se producen gracias a su apoyo de una mañana de sábado de hace ya casi dos años ni le conviene ser asociado por la izquierda -de su propia formación, de su electorado- como el grupo que asfixió cualquier intento de reforma y cambio en la administración municipal gaditana. Ni quiere dar más alimento político al alcalde para que no le asocien con él ni puede dar agua a la exalcaldesa para que no la asocien con ella. Unos miles de votantes -aún por determinar- no le perdonarían una actitud ni la otra. El cálculo es complicado. Como demuestran los precedentes y aseguraba el ficticio doctor Gregory House, todo el mundo miente. Sobre todo en las encuestas de intención de voto.
En ese imposible equilibrio, en ese afán utópico de contentar a los descontentos, el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Cádiz, Fran González , está por la labor de apretar al gobierno municipal gaditano. Siempre ha querido forzar esa pose y, ahora, especialmente porque Susana Díaz manda en su partido. La presidenta de la Junta tiene en el nuevo partido a su mayor oponente, algo que no consideraba el anterior secretario general, Pedro Sánchez , con el que Fran González siempre quiso alinearse. El resultado es que al portavoz (con dos de sus cuatro compañeros en contra) le interesa complicarle la vida al equipo municipal gaditano. Tanto que en el primer Pleno municipal del año tiene previsto dar un golpe de efecto. Como ya ha anunciado pretende plantear la revocación del concejal de Hacienda, del número dos, del hombre fuerte de los números: David Navarro . El argumento es que incluyó en los presupuestos municipales casi diez millones de euros por la venta de la tribuna del Estadio Carranza para hotel. Esa venta no se ha producido. Quedan justamente 20 días de margen. Si se cumple ese plazo sin venta, los primeros presupuestos municipales de Podemos-Ganemos estarán cojos, falseados, tendrán un agujero de diez millones en los ingresos. Demasiado dinero que no llega tras los 15 millones perdidos de la Edusi .
Es la justificación que necesita Fran González para pedirle la dimisión. No se producirá pero sí su reprobación, que viene a ser un título menor, un trofeo simbólico pero ilustrativo. Ese gesto marcará un paso más en el distanciamiento entre Podemos y su padrino de investidura: el grupo socialista. Aunque los socialistas lo nieguen, cada paso que les separa del gobierno municipal les acerca al PP. Por más que el portavoz socialista lo quiera tapar, es una evidencia que también se da en sentido contrario. Cada paso que le ha separado del PP le ha convertido en un mayor apoyo de Podemos. Es el inconveniente de estar entre los dos.
Esta reprobación no es más que una representación política que a nada obliga pero que dejará claro, desde el mes de enero, que los socialistas están por la labor de cortar los cables con el gobierno municipal en 2017. Su portavoz cree que la mejor estrategia es llegar a las próximas elecciones municipales sin una moción de censura pero fingiendo estar a punto de oficiarla.
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