Año Nuevo
Un paseo por Cádiz entre la pandemia y la endemia
Los gaditanos buscan respuestas y encuentran en la playa un lugar seguro para un Año Nuevo diferente
Cádiz vivió por segundo año consecutivo una entrada de año distinta a todas las demás. Fue la segunda Nochevieja de pandemia , pero en esta ocasión no había grandes objetivos por cumplir, o al menos no estaban tan claros como en 2020: no hay grandes restricciones, la vacunación está muy avanzada y las administraciones llevan meses trasladando mensajes de optimismo.
El relato del fin de la pandemia contrasta con las cifras de contagios y la saturación en los centros de salud. Los gaditanos dudan, buscan respuestas e intentan entender cómo proceder en esta transición entre la pandemia y la endemia. Visitar o no a la familia, quedar o no con los amigos, comer o no con la abuela. Asumir más o menos riesgos cuando tienes la conciencia tranquila tras haber cumplido.
El guión no está escrito, los nuevos positivos desatados y, pese al cansancio, el miedo al contagio ha cambiado los planes de muchas familias. La tragedia queda demasiado cerca y, aunque a un ritmo mucho más lento, los ingresos hospitalarios van a más.
Salvo excepciones, los gaditanos se agarran a las certezas: grupos reducidos, ventilación y mascarilla obligatoria hasta en la calle –la única medida de calado en esta sexta ola–. Restaurantes, cotillones y salas de fiestas sufrieron centenares de cancelaciones para Nochevieja . Los gaditanos organizaron una entrada de año diferente, con menos discoteca y más cenas en familia, menos comensales y más ventilación, menos desfase y más planes al aire libre.
La previsión para el 1 de enero auguraba un sol radiante, así que muchos renunciaron a trasnochar para aprovechar las buenas temperaturas. Y, dadas las circunstancias, es difícil olvidar que uno vive a pocos metros de la mejor playa urbana de Europa.
Desde primera hora, los gaditanos más madrugadores aprovechaban el arenal para hacer deporte entre los desechos habituales tras cualquier noche de celebración: basuras, restos del botellón y alguna lencería roja olvidada junto a la orilla. Nochevieja es Nochevieja a pesar de todo.
Conforme avanzaba la mañana, las playas fueron la pasarela de un desfile de gaditanos dispuestos a pasar el día en pareja, en familia o con amigos. El espacio más seguro para ver a los tuyos, paradójicamente, está fuera de casa.
Y justo al lado, la otra pasarela para el desfile, el paseo marítimo, éste con mezcolanza de estilos:desde el vestido de lentejuelas de quien se despierta tarde en casa ajena, pasando por el chándal, la camisa e incluso la toalla y bañador. Con sombrilla, mascota, tabla de surf o patinete eléctrico. De una forma u otra, centenares de personas exprimieron el ambiente primaveral para dar la bienvenida a 2022.
Los establecimientos hosteleros se quedaron sin mesas libres en las terrazas . «Sólo algún sitio libre dentro, en interior», apuntaban en el restaurante Tracaplaya a mediodía. El Grupo Potito tiene los chiringuitos al 100% durante todo el fin de semana tras la oleada de cancelaciones recientes. «Incluso anoche, en Nochevieja, tuvimos un chiringuito lleno de extranjeros y nacionales. La gente busca esto, el aire libre», contaba Juan Antonio González, responsable del grupo.
«Este año no es como cualquiera» , recordaban Alex y Érica, sanluqueño y bilbaína afincados en Cádiz. Han renunciado a visitar el País Vasco para pasar una Nochevieja de sofá y manta. «Mi madre trabaja en un hospital y esta Navidad nos quedamos aquí, tranquilitos. Anoche, viendo la televisión. Es mejor no arriesgar», cuenta Érica desde la playa Victoria, donde su hija Cai juega con la arena. «La pandemia cambia los planes y te obliga a disfrutar de otros; aunque teniendo esto tampoco es difícil», apunta Alex mientras se relaja en la toalla gracias a un sol que invita al optimismo. A pesar de todo.
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