DE UN DÍA PARA OTRO

Parole, parole, parole

Emérito, intensidad, estigmatizar, cajonazo, pelotazo... Términos de temporada y extemporáneos que pronto cansarán para dejar paso a otros

El Rey emérito Juan Carlos I a bordo del 'Bribón', este sábado. EFE/ Lavandeira Jr.

J. Landi

Los que se ganan la vida con las palabras -políticos, abogados, periodistas, publicistas...- tienen que estar atentos al desgaste. Cada término tiene vigencia concreta y caducidad cercana. Tan pronto sirve, gusta, como repele y cansa. Pasa hasta en los matrimonios y parejas de larga duración. El mismo vocablo que cautivó, atrapó e hizo sonreír resulta, 4.000 días después, de repente, insufrible. Un castigo. Motivo de hastío insuperable. En términos íntimos, allá cada cual. Tampoco es plan de pedir innovación cada poco. Total, también caducará el estreno. Y pronto, por cierto. En cuestiones públicas, colectivas, más vale andar atentos para renovar porque puede verse el profesional expuesto. Hacer el candado siempre es una opción. Es más, una probabilidad.

Partido de infarto

Ya dejó dicho El Beni de Cádiz que las cosas cuando no tocan, mal. Si las palabras, además de gastadas, parecen fuera de momento, a deshora, peor. Por ejemplo, al disponerse a leer una crónica del «histórico» (esto va de términos manidos) Alavés-Cádiz . Siempre fue género complejo la crónica. Ahora, imposible. El autor trata de contar un episodio, un suceso, un partido, que el lector ya ha visto, oído, desguazado, analizado, revisitado y conocido repetidamente varias horas antes de la lectura. Cuando llega a la página (sí, todavía se hacen) resulta complejo aportar nada. Pero si el relato comienza con «fue un partido no apto para cardíacos», la cancelación es inmediata. El bostezo alcanza proporciones de agujero negro. Se le caen a uno el ánimo y el ejemplar a los pies. Tiene que renunciar. Ya sé. Aquel otro dicho manido de «perro no come carne de perro» debe librar al periodista del análisis de sus colegas pero soy acérrimo de 'La Libreta de Van Gaal' y de Miguel Gutiérrez. Enfrentó a la prensa deportiva española a un espejo fiel, no deformante, que la mostraba ridícula, bochornosa. Mucho antes de que Mbappé hiciera la comunión. La autocrítica periodística es un género a explotar. Lejos del fútbol, también. O especialmente.

Chirigota 'Los de Cádiz Sur' sobre el escenario del Gran Teatro Falla. Antonio Vázquez

Caleta, Falla, Pópulo

Los campos abonados (creatividad máxima) a la hipérbole y la mística impostada son propicios a ese agotamiento. No sólo la vida conyugal y el fútbol. En el Carnaval sucede cada poco. La repetición es una grandísima hija de puta. Termina con todo. Con la sorpresa, primero. Con el placer, enseguida. Con el romanticismo, la ilusión, las ganas. Si encima la reiteración se produce lejos de su momento mejor, fuera de temporada, pasa como con este Concurso del Falla . Escucha el profano, el ajeno, términos, expresiones, como cajonazo, pelotazo, pucherazo, «el mejor espectáculo del mundo», «el mejor concurso del mundo», mítico, histórico, pasión, sacrificio, leyenda... Y siente unas ganas tremendas de salir corriendo. Aún más lejos. Al menos, de cerrar el periódico. Es decir, darle al aspa negra de la pantalla de la red social abierta en ese momento. Igual no es cosa de los que usan el vocablo. O sí. Igual es una tara de los que oyen demasiadas veces lo mismo. Sucede como en la vida marital que tampoco vas a pedir a nadie que invente palabras nuevas cada tres años. Está feo exigir a los demás lo que no podemos dar.

El mérito del emérito

Entre los sustantivos y adjetivos en boga, los hay nuevos y los hay resucitados. Por ejemplo, «emérito» era palabra de rancio abolengo y raiz latina que, de repente, vuelve a usarse casi a diario. Antes era cosa de catedráticos, profesores y rectores. Ahora hay un papa. Un rey. Hablan de que el monarca con ese calificativo puede venir a El Puerto este verano. Un grupo de fans o partidarios entusiastas le ha hecho llegar que sería una gran idea meter la Bahía de Cádiz en su agenda de futuras visitas recreativas al Estado del que fue jefe. Era muy asiduo de la zona en los tiempos de campechanía incontestada. Otros tiempos. Felices. Los 80 y los 90 de Cobi. Mucho antes del Covid. Hasta Paloma San Basilio veraneaba en Vistahermosa. Ya se verá si viene el monarca. Desde luego, como campaña publicitaria de la zona tendría poco parangón. Mientras tanto, podemos entretenernos con las palabras o expresiones que de repente se ponen de moda. Antes de que se derritan por reiteración. Ha sido célebre el «en plan» entre los más jóvenes pero los ya talludos tuvimos otras igualmente irritantes y abusivas. En deporte, triunfan estos días «actitud» e «intensidad». En términos políticos, «estigmatización» y «líneas rojas» se alternan como el último grito. Pronto se apagarán como el de Tarzán. Vendrán otros. Siempre unos detrás de otros. Así es la vida (hete derroche de originalidad), el cambio es lo único inamovible.

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