TRIBUNALES
«Ese pañal llevaba puesto más de dos meses»
La Audiencia de Cádiz juzga a una mujer acusada de dejar morir a su madre enferma en la cama por la falta de cuidados
La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz ha acogido este miércoles una nueva sesión del juicio con jurado en el que durante esta semana se procesa a una vecina de Cádiz acusada de dejar morir a su madre por falta de atención y cuidados higiénicos, sanitarios y alimentarios elementales. El Ministerio Público pide para ella 15 años de prisión por un delito de homicidio y otro de malos tratos.
Esta tercera jornada se ha dedicado en exclusiva a las pruebas periciales ya que han prestado declaración los forenses que llevaron el caso desde que la mujer falleció en su casa de Cádiz en mayo de 2010 . Las declaraciones de estos testigos fueron muy duras, ya que explicaron con todo detalle en qué estado se encontraba el cadáver de la fenecida y cuáles fueron los motivos de su muerte.
En su declaración, los dos peritos del Instituto de Medicina Legal (IML) de Cádiz que le realizaron la autopsia a la fallecida aseguraron que en el cuerpo de la presunta víctima «había signos de extremo abandono» . A preguntas del fiscal detallaron al jurado popular las conclusiones de sus informes. «El cadáver nos llegó sucio, con presencia de larvas de diferentes tamaños, excrementos y una gran pérdida de masa muscular», afirmaron. La mujer, sordomuda desde la infancia y diabética, fue operada en 2008 por una enfermedad en el intestino, intervención que le fue reduciendo la movilidad hasta que quedó postrada en la cama . La acusada, la hija, fue la que se encargó de la atención de esta mujer de 70 años, que falleció dos años después de la operación.
Entre otros signos de «abandono», los peritos destacaron la caquexia que padecía la mujer, que supone una alteración profunda del organismo que aparece en la fase final de algunas enfermedades y que se caracteriza por la desnutrición, el deterioro orgánico y el gran debilitamiento físico. Así, por ejemplo, expusieron que no se le había cambiado de posición como es recomendable hacer con este tipo de pacientes, lo que le provocó úlceras de presión en talones y caderas. Además, en cuanto a los cuidados higiénicos observaron que tenía las uñas de los pies infectadas por hongos y que estaban tan largas que «daban la vuelta al dedo», lo que apunta que no se le habían cortado «en meses».
La autopsia de los forenses confirma que el abandono que sufrió fue la principal causa de la muerte
Por otro lado, se estudiaron el tipo de larvas que se hallaron tanto en su cuerpo como en los excrementos que había derramado. Tras su análisis, en el que tuvieron en cuenta el ciclo de vida de estos insectos, concluyeron que «llevaba con esos bichos más de 36 días» y que, por lo tanto, el pañal donde encontraron parte de estos gusanos «llevaba puesto más de dos meses». La inmovilidad también quedó patente, según los peritos, en la posición que mantuvo su cuerpo, con las piernas cruzadas, un dato que marca la atrofia muscular que padecía.
«Una larga agonía»
«Tuvo una larga agonía», explicaron. Y así lo confirmó en sus informes el nivel de líquido pericárdico de su organismo y las pruebas a su corazón que revelaron que sufrió «un microinfarto de ocho días de evolución». «Tenía dañado todo: hígado, corazón, riñón... fue una cadena...».
Además de los forenses que le practicaron la autopsia, también declaró como testigo el perito que se encargó del levantamiento del cadáver . A su juicio, según la primera exploración que le hizo al cuerpo de la mujer, «llevaba al menos 72 horas muerta» . Éste estaba tendido en la cama cubierto por una manta y «con excrementos, úlceras y gusanos». Cuando acudió a dicho requerimiento, se encontró una vivienda «llena de basura». Además destacó la «extrema delgadez» que padecía la señora.
«Era todo muy desagradable, había gusanos y basura por todas partes», cuentan los policías
Los agentes de Policía que realizaron la inspección ocular y el reportaje fotográfico el día que acudieron al domicilio a levantar el cadáver dieron su versión de los hechos. «Era todo muy desagradable» . En las imágenes mostradas al jurado se constata la «suciedad» que reinaba en la casa aunque, en aquel desorden, no vieron cajas de medicamentos específicos.
Larvas de más de un mes
En cuanto a las larvas halladas y analizadas en el Servicio de Criminalística de Madrid, uno de los peritos que efectuó el análisis aseguró por videoconferencia a la Sala que las larvas que él estudió no procedían del cadáver pero sí de los excrementos y que, según el baremo de las temperaturas acordes a su normal desarrollo, su estado les hizo concluir que dichos gusanos tenían «un tiempo superior a un mes» . Desde el Servicio de Toxicología de Sevilla, informaron que los análisis descartaban la presencia de sustancias tóxicas en el organismo y que tampoco había tomado ningún medicamento de los que se analizan en este tipo de informes.
Por su parte, el médico de cabecera que atendió durante los últimos años a la fallecida aseguró que tuvo problemas para acceder al domicilio y que cuando pudo verla en junio de 2008 ya notó un «deterioro» en la casa, además de «falta de mimo y cariño» hacia el cuidado de la enferma. Fue en febrero de 2009 cuando la visitó por última vez. Después, los intentos de contacto fueron «inútiles» .
Los Servicios Sociales pusieron en conocimiento del Juzgado de Instrucción número 4 de Cádiz el caso.
Tras las conclusiones de las partes, el jurado recibirá este jueves el objeto de veredicto sobre el que decidirán si la acusada es culpable o inocente.
La hija, única procesada, exageró un posible trastorno
Los médicos que realizaron la evaluación psicológica de la procesada explicaron ante el jurado que detectaron en la acusada una «exageración de los síntomas» mientras le hacían el diagnóstico. Sostienen que intentó exponerles «con mayor intensidad los posibles trastornos que padecía». Así por ejemplo se refirieron al «llanto súbito» que tuvo durante las pruebas, unas lágrimas que no aparecieron ni antes ni después de éstas, y destacaron la ausencia de indicativos de ansiedad como temblores o sudor de manos.
Los peritos observaron «constantes justificaciones» ante sus cuestiones, lo que les llevó a concluir que la hija distinguía entre el bien y el mal y que no padecía síndrome de Diógenes al admitir que el descuido del hogar o la higiene se debió a que estaba «sobrepasada». El hecho de que lo asumiera les valió para descartar una enfermedad que se niega. Sobre si sufría depresión severa como mantiene la defensa, los forenses creen que no porque no se vio afectada toda su esfera (trabajo, aseo personal, relación de pareja...), aunque sí percibieron en ella un estado depresivo más leve y prolongado.