Cádiz

Paco 'el de Veedor', recuperado del coronavirus tras pasar por la UCI: «Los sanitarios me han salvado la vida»

El histórico propietario del ultramarinos lleva confinado en su parcela de Puerto Real desde el inicio de la pandemia, pero acabó contagiándose: «Nunca pensé que me iba a pasar»

Paco Chicón, tras la barra del ultramarinos Veedor. Francis Jiménez

Fran M. Galbarro

«Ah, ¿pero tú eres de este barrio», le preguntan con sorna a Paco Chicón, también conocido como Paco ‘el de Veedor’, cuando encara su calle de toda la vida desde San Antonio. «No, yo es que he venido a preguntar dónde está el Veedor», le responde entre bromas. «¡Adiós, Paco!». «¡Me alegra verte tan bien. Ya me dijo tu hijo que estabas mejor». Paco Chicón , el gaditano más ilustre de la calle, recibe saludos y mensajes de ánimo a cada metro que avanza.

Lleva desde el inicio de la pandemia confinado en su parcela en Puerto Real, retirado de su ciudad de adopción y de los riesgos multiplicados para el gaditano conocido y querido. En Cádiz la distancia de seguridad tiene dificultad añadida. Durante el paseo, a alguno de sus vecinos le cuesta reconocerle siete meses después: ha perdido 15 kilos y no se retira la mascarilla FFP2 ni un solo momento.

A pesar de su voluntario 'destierro' en pos de la seguridad y la salud, el coronavirus estuvo a punto de acabar con su vida . «Nunca pensé que a mi me iba a pasar. Si alguien en España ha cumplido con todas las medidas hemos sido mi mujer y yo», apunta.

Paco Chicón ha estado confinado desde marzo en su parcela den Puerto Real para minimizar sus contactos durante la pandemia

Siete meses de confinamiento intenso, visitas limitadas, geles hidroalcohólicos y desinfecciones continuas en el campo con una sola interrupción durante el verano, en pleno mes de agosto. Una única visita a Ultramarinos Veedor, su bar, las cuatro paredes en las que ha pasado más de 40 años. Otros cinco amigos, ninguno contagiado. Un café en la calle Ancha. «Lo mismo pasó alguien cerca estando sentado, no lo sé. La verdad es que yo no he tenido motivos para cogerlo », dice.

Paco Chicón, nacido en una familia humilde de El Burgo (Málaga), llegó con doce años a Cádiz para trabajar junto a su hermano en un ultramarinos de Santa María. «Los que nuestros padres no son millonarios y no nos dejan una herencia tenemos que currar mucho. Echábamos horas y horas, desde las 7:30 hasta las 12 noche», recuerda.

Este gaditano de adopción se afincó en Cádiz y regentó el ultramarinos Veedor desde 1976 hasta 2013, cuando tomó el relevo su hijo. El establecimiento, que mezcla la zona dedicada a productos gourmet y el bar para consumir en barra, es conocido por su manzanilla, sus chacinas o sus tortillas en todo Cádiz .

Paco Chicón, en su regreso al ultramarinos Veedor. F. Jiménez

Paco consigue alcanzar su bar y saluda a su hijo y al resto de trabajadores. Lleva sin visitar el lugar desde el día en que se contagió. Bromea, vuelve a recibir ánimos, posa para las fotografías y se marcha para mantener la entrevista donde ningún conocido pueda acercarse . Mejor seguir limitando los contactos hasta que llegue la vacuna.

«Nunca pensé que a mi me iba a pasar. Si alguien en España ha cumplido con todas las medidas hemos sido mi mujer y yo»

A los pocos días de visitar Cádiz en agosto comenzaron los primeros síntomas. Malestar, dificultades respiratorias, falta de apetito... «Cogí un taxi desde mi parcela al hospital de Puerto Real. Me hicieron unas pruebas, me dieron unas pastillas y me fui a casa. Me aislé y al día siguiente me dijeron que tenía el bicho ».

El positivo en coronavirus marcó el inicio de las semanas más duras de su vida. Una ambulancia le trasladó al centro sanitario, donde quedó ingresado con una neumonía bilateral que le obligó a pasar a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) apenas dos días después. Allí conoció a Alberto Romero. «Yo estoy vivo por él. Si no yo me muero, eh», advierte en varias ocasiones durante la conversación, en la que trata de poner en valor una y otra vez la labor de los sanitarios, a los que siempre estará agradecido.

Paco, que quiso ser médico de pequeño («aunque en mis tiempos era imposible porque éramos nueve hermanos y no iban a trabajar los otros ocho para mí»), creció rodeado de sanitarios tras su llegada a Cádiz. Sobre todo con los médicos del antiguo hospital de Mora, frente a la Caleta. Los profesionales, asiduos clientes del ultramarinos de Veedor , siempre encontraban en Paco un amigo para sus guardias nocturnas. «Les llevaba una copa de amontillado, una manzanallita, un queso manchego... Yo era el bebé de ellos porque tenía 30 y pico años y ellos eran muy mayores», recuerda.

El único día que regresó a Cádiz para ver a unos amigos se contagió de coronavirus; pasó casi un mes en la UCI de Puerto Real

Años después se deshace en elogios con la nueva generación de sanitarios, en particular con los del Hospital de Puerto Real: «Todo lo que diga de ellos es poco. A todo el mundo que ha tenido el Covid-19 le han tratado igual que a mi y a mi me han dado la vida. Si voy a un hospital de poca calidad estaría ya enterrado desde hace tres meses . Les he pedido a todos que, cuando me vean, me saluden, porque no podía reconocerles más allá de su mirada (al atenderle con Equipos de Protección Individual, EPIs)».

Paco narra con todo lujo de detalles los momentos críticos en los que salvó su vida. Durante su estancia en el hospital perdió 15 kilos y aún mantiene secuelas, como la dificultad para respirar en determinados momentos. «Una noche me desperté porque noté que me caía algo por el cuerpo. Cuando me di cuenta me salía sangre a borbotones y estaba empapado en sangre. Cuando me desperté, al darme cuenta, eché sangre por la boca como un condenado. Pero se había roto la perilla para llamar al enfermero y no podía moverme de la cama. Acabé llamando al 112. Se puso una chica y le dije ‘Soy Francisco Chicón López, estoy ingresado en la 343. Me he despertado y estoy bañado en sangre y la perilla para llamar se ha roto, pero no me puedo mover’. Ya vinieron en seguida, me cambiaron... me había quemado la fosa nasal izquierda. Pero yo tenía la cosa de que no me iba a morir, no sé. Otra noche, hablando en sueños, porque yo hablo mucho dormido, me despertaron y me dijeron: ‘¿Cómo te llamas?’. Francisco Chicón López González Vivas, le dije. ‘¿Y dónde vives?’ En la calle Veedor. Soy almacenero de la calle Veedor. Y se quedó tranquilo».

Francis Jiménez

Los momentos más duros para Paco, sin embargo, eran las videollamadas con su familia. Apenas aguantaba unos minutos al habla: «Ellos me decían: '¿Ya nos vas a colgar?' Y yo es que no podía hablar porque les veía la angustia a mi mujer y a mis hijos . Lo han pasado muy mal. Y yo a veces sí pensaba ‘de aquí salgo en una bolsa de plástico’».

«Todo lo que diga de los sanitarios es poco. A todo el mundo que le han tratado igual que a mi y a mi me han dado la vida»

«Al principio crees que todo va a pasar en cuatro o cinco días, pero cuando ves que pasa uno y otro, se hacen interminables. Piensas tantas cosas... Es hasta difícil de contar. Y yo no me veía tan grave para lo grave que dicen que estaba. Cuando te intuban y te ponen para abajo, muchos mueren. Yo por suerte no llegué a estarlo, pero luego me he enterado de que este bicho es muy traicionero: el médico me dijo que puedes estar muy bien y morirte a la media hora», explica Paco Chicón en su momentaneo regreso a Veedor, donde espera volver pronto de forma indefinida para seguir siendo querido por muchos años y recibir las muestras de cariño con la cercanía que merece seguir vivo.

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