Cádiz
Las olas que combaten el autismo
La Asociación Solo Surf desarrolla una terapia emergente para niños con trastorno intelectual
Alejandro sonríe a su compañero. Le hace un gesto con la mano indicando un dibujo de la camiseta. Parece que le ha gustado. «Venga, todos sentados», indica Estefanía Bustos, psicóloga y monitora de surf. Rápidamente, el pequeño Alejandro saluda a su madre que viene a recogerlo. «Mamá, un beso». Ambos se fundan en un abrazo. «Esto hace cuatro años era impensable». Lorena Zenon, madre de Alejandro reconoce que «el surf le ha cambiado la vida». Alejandro, de ocho años, acude desde hace cuatro verano a las clases terapéuticas acuáticas de surf que desarrolla la asociación gaditana Solo Surf . Junto a su hermana, Blanca, de cinco, ambos recorren cada miércoles 48 kilómetros desde su ciudad natal, Sanlúcar hasta Cádiz, concretamente a la playa de Cortadura.
«Con Alejandro estamos haciendo un trabajo muy difícil pero c
Centro de referencia nacional
«Estos niños nos enseñan cada día. El resultado es que están ahí todos aprendiendo a hacer surf. Por ejemplo, algunos llegan y sólo hacen gritar cuando ven el agua. Ahora míralos, subidos a un tabla de surf», reconoce Jesús Borrego. «Somos un centro de referencia a nivel nacional», matiza. «A través del ocio trabajamos la socialización, la imitación, el trabajo en grupo, la mejora a nivel cognitivo, la mejora de turnos, esperas… Y luego a nivel físico se mejora el esquema corporal y la tonificación muscular en los niños que tienen más afectada esa parte», cuenta Borrego. En verano, crece el número de niños e incluso llegan desde diferentes puntos de España.
Esta asociación ha encontrado un método que funciona y que quieren seguir mejorando: Agua, ocio y juego, son las claves del innovador trabajo que pretende que el niño aprenda sin sentirse presionado y que sirva para complementar el trabajo de los psicólogos o psiquiatra.
«Tenemos una estructura muy metódica aunque sin perder el carácter lúdico y libre», Jesús BorregoLas clases, que se desarrollan durante todo el año, tanto en la playa como en la piscina, incluyen ejercicios en tierra y, sobre todo, en el agua, donde, intentando coger olas sobre sus tablas, los alumnos descubren el placer de enfrentarse a los retos de la vida. «El surf tiene algo que engancha, sobre todo porque es un reto contigo mismo. Desde el principio estás disfrutando, pero siempre quieres más. Está rodeado de sensaciones, desde la velocidad a los sonidos del agua», relata Borrego.
Entretanto, Alejandro, ya en la orilla, comparte risas y abrazos con los monitores. «Era un niño al que no le gusta relacionarse con los demás, sin embargo, gracias a estos juegos y actividades hemos ido consiguiendo poco a poco que juegue con sus compañeros e incluso él se diriga a otros niños, y les toque. Eso, antes, al principio, era impensable», asegura Estefanía Bustos, psicóloga y monitora de surf. Estefanía es una de las integrantes de la entidad desde hace tres años. «Venía de trabajar en el ámbito del gabinete, todo muy estructurado».
«Entré en contacto con ellos y vi un campo muy diferente donde te adentras en un mundo que te permite desconectar de todo. Se trabajaba en un entorno natural, con más gente y sin tanto control. Yo lo recomiendo, ves cada día la evolución de los niños, es muy gratificante», relata Bustos que añade que «han llegado niños que no querían pisar el agua y ahora no hay quien los saque». El director de Solo Suf destaca la puesta en marcha de un sistema de coordinación sanitaria con la asociación , «es decir, cualquier niño que este aquí tiene la posibilidad de ser atendido rápidamente si le ocurre algo. Por eso, a cada niño, depende el nivel y la capacidad de aprender gestionamos un proceso de información que básicamente es, si pasa algo te ayuda Chema, el enfermero de Cortadura».
Las olas han combatido la barrera social que les marcaba en su día a día. Por ello, el director y su equipo no quieren que su trabajo se quede ahí, y desean difundirlo. «Tenemos una estructura muy metódica aunque sin perder el carácter lúdico y libre. Y los resultados que hemos obtenido nos llevan a investigar, a querer saber más. Vemos niños en el agua completamente normales, sin ningún síntomas, cuando la realidad es otra», subraya Borrego.