Mujeres con pasión por aprender en San José
Se reúnen tres veces por semana en la parroquia gaditana y reivindican su derecho a formarse y a «tener una presencia en la sociedad en igualdad de condiciones que los hombres»
Han cambiado la escoba por los libros. La charla por la tele. La compañía por la soledad. Catalina, Paqui, Nona, Virtudes, Meli, Eladia, Tere, Pepi y otras diez gaditanas más acuden tres veces por semana a la parroquia de San José para «dejar de lado las preocupaciones de casa» y «poner las neuronas en marcha».
Son un grupo numeroso y bien avenido. Algunas llevan más de 15 años acudiendo fielmente a las reuniones y, quizás por ello, se conocen y se reconocen como los miembros de misma familia. Tienen la suficiente confianza para interrumpirse, para discutir y discrepar, para reírs e y para hacer chascarrillos manteniendo siempre un tono amable y educado . Algunas son más beligerantes, otras más pausadas: «¡Yo estoy aprendiendo a callarme la boca!», reconoce divertida Loli, una de las veteranas y más locuaces del grupo. No lo han tenido fácil en la vida porque pertenecen a una generación donde la mujer –en demasiadas ocasiones–, se veía relegada a hacer las tareas del hogar , a cuidar a los hijos y a ejercer de madres y esposas sin tener la posibilidad de educarse en igualdad de condiciones que los hombres . Mujeres, que por voluntad propia o por imposición externa, dejaban sus necesidades siempre relegadas en un segundo plano; ignoradas. Por eso, se han aferrado con tanta fuerza a esta oportunidad para formarse, para recuperar lo que en otro tiempo les negaron, para ser el centro de esta pequeña academia que late en San José .
«Aquí se aprende más que viendo en la televisión los programas del corazón y el Sálvame», apunta una. « Nos distraemos, charlamos y estudiamos . Yo he trabajado toda la vida en el campo y ahora que soy viuda veo que esto es una oportunidad», añade su compañera. «Una vez al mes vamos al cine o hacemos visitas culturales al Teatro Romano, al Castillo de Puntales , leemos las noticias de los periódicos, poesía... El ambiente es muy bueno», destaca una tercera.
El Padre Óscar (actualmente en la parroquia de San Antonio) y Padre Salvador (recientemente fallecido) son en gran parte los artífices que han puesto en marcha este grupo de trabajo que está a medio camino entre una asociación cultural y un centro de enseñanza. Lo han hecho sin ninguna contraprestación, solo movidos por la vocación de servicio, pero acompañados por el trabajo de otros voluntarios como Esperanza, el Padre Valentín y el «paciente Don José María» que han conseguido formar una «piña unida que tiene pasión por aprender».
Ciencias Sociales, Economía Doméstica, Matemáticas, Lectura, Escritura , Ortografía y Manualidades son las asignaturas que se trabajan con buen humor y mejor disposición. El Padre Valentín les da formación sociocultural y no esconde su admiración. «Algunas de estas mujeres tienen un nivel cultural básico y, por ello, se ejercita la lectura comprensiva en las reuniones. Son mujeres que han dedicado toda su vida al cuidado de los demás y que no se les ha brindado ninguna oportunidad para formarse. Sin embargo llevan cerca de 16 años acudiendo a estas clases con una fidelidad envidiable. Son todo un ejemplo », reconoce y prosigue «cuando veo tertulianos en las cadenas de televisión que son incapaces de mantener el respeto, más me enorgullezco de este grupo que participa, respeta los turnos y nunca llega a la descalificación ».
Su vida no ha sido fácil pero saben sobreponerse a la adversidad. Han creado unos vínculos fuertes basados en la amistad que les ayudan a seguir luchando. «No creas que es fácil. Hay días que te duele la pierna o la espalda, o que no tienes mucho ánimo para venir porque en casa hay muchos problemas con los hijos, con las facturas... Entonces, cuando flaqueas, recibes la llamaba de tu vecina que te dice que te viene a buscar a casa y te acompaña. Esto es una cadena y una medicina », explican.
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