ENTREVISTA

Luis Cerrillo: «En caso de emergencia, salvábamos... Y luego veíamos si la manera era legal»

Este marino mercante retirado fue uno de los padres del Salvamento Marítimo en España.

En 1985, en Tarifa, tenía nueve compañeros, un reto y todo por hacer

Sara Cantos

El Salvamento Marítimo organizado en España se creó en Tarifa en 1992. Antes de esa fecha, obviamente, se faenaba, se navegaba y también había conflictos en las aguas territoriales del Estrecho de Gibraltar. ¿Cómo se hacían los rescates en el mar? ¿Qué medios había? ¿Cómo eran las relaciones con Marruecos y Gibraltar?

Luis Cerrillo , capitán marítimo jubilado hace más de un año, ha pasado los últimos 30 dedicado al Salvamento Marítimo, incluso antes de que existiera, porque fue uno de los responsables de poner en funcionamiento un servicio que –por ejemplo, en 2015– auxilió a más de 15.000 personas en las costas españolas.

A mediados de los años 80, el equipo de cuatro jefes de control y seis radiotelegrafistas que operaba en el Centro de Control del Tráfico Marítimo del Estrecho de Gibraltar, en Tarifa, recibió el encargo de organizar la seguridad en el mar. Entre ellos estaba Luis. Eran los pioneros del Salvamento Marítimo .

–¿Cuál fue el inicio de aquel servicio en aquella España?

–En 1985 entramos a trabajar en el Centro de Control del Tráfico Marítimo de Tarifa cuatro capitanes y seis radiotelegrafistas. Ahí se empieza a montar la historia.

–¿Fueron los fundadores del Salvamento Marítimo en España?

–Si decimos eso se va a enfadar mucha gente. A nosotros nos contrataron para hacer ese trabajo. Quienes lo fundaron, digamos , fue gente más política. Nosotros fuimos los primeros trabajadores civiles, los pioneros en el Salvamento Marítimo en España, mejor dicho, en el control del tráfico civil en el mar.

–¿Cómo era ese primer salvamento en el mar de los años 80?

–Las competencias eran de la Dirección General de la Marina Mercante pero las tenía delegadas en la Armada española. Le pasaba un poco como al Centro de Control de Tarifa, que a las tres nos íbamos a comer y si nadie avisaba de nada, lo que quedaba el resto del día era un cuerpo de guardia que, en un momento dado, se podía movilizar.

–¿El Salvamento Marítimo en España empezó a funcionar, entonces, en Tarifa, desde la provincia de Cádiz?

–Efectivamente. En 1992 cambia la Ley y la Dirección General de la Marina Mercante pasa a desarrollar las competencias a través de las Capitanías Marítimas y Salvamento Marítimo. Se obtienen los medios necesarios para montar un servicio que hasta entonces no existía como tal en España. En Tarifa ya estaba montada la infraestructura básica porque existía el Centro de Control de Tráfico Marítimo del Estrecho y empezamos a dar servicio de guardia las 24 horas del día, con lo cual cubríamos los servicios de tráfico marítimo, vigilancia, control, salvamento y asistencia a la navegación. A partir de ahí fue llegando dinero de la Comunidad Económica Europea y se crearon más centros.

–¿Cuál era el escenario previo a crearse el servicio de Salvamento?

–Antes del 92 la situación del salvamento en el mar era precaria y estaba todo por hacer. La Armada Española tenía delegadas esas tareas pero no tenía un servicio específico, salvo los helicópteros en la zona de Rota, que los utilizaban para salvamento de sus naves y también estaban preparados para hacer rescates en el mar. No había lanchas rápidas ni remolcadores. La Cruz Roja era la que hacía, con escasísimos medios, los servicios que luego empezamos a hacer nosotros. Tenían una zodiac y gente voluntaria pero ningún profesional.

–¿Cómo era la relación con la gente del mar?

–Hicimos muy buenas relaciones con los pescadores de Tarifa y algunos patrones nos solucionaron muchos problemas de salvamento. Ellos empezaban la jornada a las cinco de la mañana en un bar que se llama El Ancla que era, prácticamente, nuestro centro de transmisiones. Pusimos allí de forma ilegal una radio para poder contactar con los pescadores cuando los necesitábamos. Se trabajaba con unos niveles de voluntarismo impresionantes.

–¿Y cómo era la vigilancia en una zona tan sensible?

–A finales de los 80 empezaron a llegar las primeras pateras con inmigrantes a España por la zona del Estrecho. Después por Almería y las Islas Canarias.

–¿Cómo recuerda las primeras llegadas de pateras a España?

–A finales de los 80 venían muy pocas y con apenas 10 ó 15 personas. Eran de madera, azules, salían de la isla de Perejil. Cuando sobrepasaban Tarifa se orientaban con las luces de una gasolinera y llegaban a la playa de Los Lances. Con los años, todo se desmadró. Las mafias del contrabando vieron que era rentable traficar con personas y, sumado a la bonanza económica, llegamos a hacer 3.000 ó 4.000 rescates al año. La inmigración se hizo un asunto de Estado, ya no era una cuestión sólo de Salvamento Marítimo. Se marcaron protocolos de actuación aunque a veces sucedían cosas que nos llamaban la atención.

–¿A qué se refiere?

–A veces daba la sensación que hubiera una competición por ver quién rescataba a más gente del agua. Eso no tenía nada que ver con las costumbres marítimas ni con Salvamento, era más una cuestión política. Los inmigrantes salían de su costa y nos llamaban y, prácticamente, ibas tú a recogerlos a su país.

–¿Con qué espíritu se trabajaba ante un fenómeno tan incipiente en España como la inmigración?

–Éramos marinos así que sabíamos lo que era estar en una situación de riesgo y las rutas que podían seguir las pateras según los vientos, las mareas, las corrientes... Eso nos daba cierta ventaja. Trabajábamos descartando zonas de llegada de las pateras y luego dábamos el aviso que lo recibían desde Casablanca hasta Almería. Muchos barcos desde el mar daban información fundamental para salvar a mucha gente.

–¿Recuerda alguna imagen que le llamara especialmente la atención?

–Recuerdo a los primeros chavales de Marruecos que llegaron en una rueda de goma inflable remando con dos palitas desde Marruecos. También me sorprendía cuando llamaba un pesquero y te decía que acababa de ver a un chaval remando encima de una colchoneta de playa y con aletas. Se veía de todo.

–En la actualidad los migrantes que cruzan el Estrecho se esconden de la guardia marroquí ¿Antes también era así?

–Bueno, es otro mundo. En todos los países no se no tiene la misma conciencia que nosotros de lo que es la ayuda al civil.

–Tras 1992, con el Salvamento Marítimo ya creado como hoy lo conocemos pero con pocos medios aún ¿cómo se organizaban los rescates?

–En caso de emergencias nosotros salvábamos... Y luego ya veíamos si la manera en la que lo habíamos hecho era la más legal o no. Primero actuábamos y luego veíamos si se ajustaba a la normativa vigente. En la administración es al revés, primero miran la normativa vigente y luego actúan si se puede. Precisamente se creó la sociedad Sasemar (Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima) para que hubiera una autonomía a la hora de funcionar.

–Salvamento Marítimo tiene varias funciones aunque la principal sea salvar la vida de las personas en el mar...

–Nuestra principal competencia es salvar la vida humana en la mar. También otras como la lucha contra la contaminación en el mar, la ayuda al tráfico marítimo en zonas de mucho tránsito, la identificación de buques en nuestras zonas y la asistencia de remolque para todo tipo de embarcaciones.

Recuerdo a los primeros chavales de Marruechos que llegaron en una rueda de goma inflable remando con dos palitas

–¿Cómo se gestiona todo eso en una zona como el Estrecho de Gibraltar, donde sin ir más lejos hace dos semanas un submarino nuclear tuvo un accidente?

–Es difícil porque las aguas territoriales no son un asunto resuelto. Gibraltar teóricamente no tiene aguas y esto viene del Tratado de Utrecht. Hasta hoy ha habido muchos convenios y tratados, y los ingleses siempre han esgrimido lo que más les interesaba en cada momento hasta que han dicho que es razonable que Gibraltar tenga sus propias aguas porque es la única manera de proteger su territorio. Entre Gibraltar y Salvamento Marítimo siempre hubo buena relación cuando se trataba de asistir a personas.

–¿Y si la emergencia se llama ‘bunkering’ o vertido? ¿Qué pasaba en esos casos?

–Afectaba en el sentido de que nosotros teníamos instrucciones para que no coordinásemos nunca con ellos. Es decir, que fuésemos autónomos, a nuestro aire.

–¿Cómo os llevábais con Greenpeace?

–Depende. A veces nos decían que iban a un sitio e iban a otro porque tenían previsto hacer algún salto. Como marino no me parece bien porque imagínate que al barco le sucede algo, tienes que ir a asistirlo y tienes una posición que no es la real. Eso no se hace en la mar, pero ellos tienen algo más importante que el mar que son sus reivindicaciones. Cada uno defiende sus intereses.

–Hoy Salvamento Marítimo hace una media de 5.000 actuaciones al año en España, la mayor parte de la actividad en Tarifa ¿Es un punto caliente?

–Tarifa es un centro zonal y tiene competencia desde la frontera de Portugal con Huelva hasta casi Almería. Es la zona más caliente de España porque es un Estrecho entre dos continentes y dos Estados. Desde el punto de vista marítimo, es un sitio muy conflictivo para la navegación con un tiempo irregular, grandes corrientes, vientos variables y mareas. A esto se suma un montón de ferries cruzando continuamente, pescadores españoles y pescadores marroquíes que incluso, estos últimos, casi cierran el Estrecho con sus redes cuando salen a pescar a la deriva. Como marino, el Estrecho tenía una cosa buena: nunca te aburrías. Creías que lo habías visto todo y qué va.

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