Vivienda
«Me he llevado a mis hijas llorando, ya nos hemos despertado de este sueño»
Las dos familias que ocupan las viviendas de la nueva promoción de la Junta en El Corralón entregarán las llaves de forma voluntaria
El día a día de Cádiz. El de las personas sin recursos y el de las casas apuntaladas. Pasan los años y la situación no cambia. La historia de Miguel Mulero y Francisco Manuel Calle es la misma que la de tantas otras que llaman a las puertas de Asuntos Sociales en busca de una solución que no llega. Y ante eso optan por la vía que está fuera de la ley: ocupar una vivienda. Así lo decidideron estos gaditanos el pasado mes de octubre, cuando descubrieron que muy cerca de su casa, llena de puntales y humedades, había una finca de nueva construcción que había construido la Junta de Andalucía para las familias más desfavorecidas.
«Era un sueño y una oportunidad para mis hijas, que no querían seguir viviendo en las condiciones que estábamos», afirma Francisco Manuel, que ocupa uno de los pisos de la nueva promoción de protección oficial en los números 48-50 de la calle Corralón de los Carros . «No es justo que nosotros tengamos que vivir en las condiciones que vivimos. Tengo dos hijos y tengo una nómina de 540 euros y el alquiler de mi casa vale 413. No es digno. Que me digan si los que van a vivir aquí están en peores condiciones que las mías. Vamos a sacar todos los papeles y que me expliquen por qué a mí no me corresponde una vivienda y a ellos sí», afirma con indignación este padre de familia.
Eso sí, reconoce que hasta hace dos meses, tenía ayudas para pagar la vivienda cada dos meses, y que tras la ocupación de esta vivienda, le han aumentado la ayuda hasta el 65% del alquiler durante todo el año.
«Ahora estamos mejor que cuando ocupamos la finca pero el problema es encontrar una vivienda digna por ese precio y que quieran alquilarla a una familia en mi situación», ha puntualizado Francisco Manuel, que reconoce que está dispuesto a entregar las llaves a la Junta de Andalucía para evitar que sus hijos, de 10 y 14 años, se vean inmersos en una actuación policial. «Ayer me llevé a mis hijas llorando porque no quieren volver a casa; hemos vivido un sueño y ahora nos estamos despertando», reconoce.
Una situación aún peor tiene por delante Miguel Mulero . Está divorciado y tiene dos hijos «y lo único que quiero es tener una casa digna para que mis hijos puedan dormir conmigo». Hasta que entró en la finca del Corralón, Miguel vivía en un piso en la calle de La Palma, del que también están a punto de desahuciar por impago. «No tengo dónde ir porque en breve me vendrá el desahucio de la calle de La Palma. Asuntos Sociales me ha dicho que me corresponde una ayuda del 70% para el alquiler porque yo no tengo ingresos de ningún tipo pero nadie quiere alquilarle una casa al Ayuntamiento. De hecho, Asuntos Sociales quiso pagarle la deuda al propietario de mi casa y no han querido coger el dinero. Me quieren echar de allí», asegura Mulero.
Este padre de familia cuenta que ayer mismo se encontró al alcalde por la calle, «y la única solución que me dio es darme una habitación en el hospital de San Rafael, donde tienen habilitada una planta para estos casos, pero yo no puedo meter allí a mis hijos», afirma este vecino de La Viña. Además, critica la actitud de la Junta de Andalucía, «que ha presionado para desahuciarnos en lugar de intentar buscarnos soluciones».
Miguel Mulero y Francisco Manuel Calle siguen agotando los minutos de lo que él consideran un sueño y tras ir esta mañana al Juzgado, han recibido la noticia de que tienen de plazo hasta el viernes para abandonar la finca, un tiempo que agotarán hasta que a finales de esta semana las puertas vuelvan a cerrarse y las ilusiones también.