DE UN DÍA PARA OTRO

Jerez no tiene la culpa, Jerez no te debe nada

Comienza la gran feria de la provincia con el temor de reproducir el desbordamiento vivido en Sevilla. Ahora tenemos todos una nueva excusa: nos deben un año, o dos. A la espera de que alguien enseñe el contrato

Tarde de lluvia en la Feria de Sevilla de este año, a punto de terminar. Juan José Úbeda

P. L.

Las motos se montaban unas sobre otras. Ha venido más gente que antes . Las casetas, desbordadas. Si no reservas con días, olvídate de una mesa. En el real no cabe nadie. Se agotó el hielo. Y el pan. No hay entradas para el festival. Menos mal que llovió, aquello era un hormiguero. Tenemos que replantearnos la Feria. Se nos va de las manos . Cualquiera ha escuchado, leído, algo similar. A cualquier convocatoria lúdico-festiva, vicioso-hedonista, etílico-euforizante va este año de la resurrección y la reconquista (esto último, según VOX) más gente que nunca.

Hasta los hosteleros, siempre pregonando desesperación y ocultando prosperidad, siempre regateando salarios y ajustando precios, lo admiten. Más gente que nunca. En Híspalis, epicentro ferial del orbe, están preocupados. Cuando lea esto están a punto de encender Jerez . En Cádiz están peinando el Falla y ya hay colas. No vamos bien. Esto va demasiado bien. Que demasiada alegría. Que demasiado disfrute. A dónde vamos a parar. Corre, que bastante estuvimos parados. Vamos a tener que hacer turnos para vivir. Si es que esto es vida. Y es que todo el mundo tiene excusa a estrenar. Se llama «nos deben una».

Más que antes

Antes del virus, crudelísimo e inocente como muchos, era el 'carpe diem' . La leyenda urbana esa, conspiranoia, de que vamos a morir todos. Que son dos días y uno jarrea. La urgencia serratiana por el aprovechamiento de «las carnes firmes, señora». El hígado aún magro. Riñones relucientes. A ver si alguien se va a presentar ante la parca con los órganos intactos. Qué crimen. Había que aprovechar mientras seamos jóvenes o podamos tenernos en pie, gestionar nuestros esfínteres. Con ese argumentario, digno de la oposición municipal de Cádiz, nos apuntábamos, se apuntaban, a todas.

Más que nunca

Ahora, después del virus crudelísimo e inocente, como todos, hemos encontrado otra justificación . Resulta que la vida nos debe una. De lo que sea. Una feria, o dos. La excursión perdida. Un carnaval, o dos . Ese concierto cancelado y anhelado. Aquella fuga. A Sicilia. A Conil. A la Alcarria. Los seis baños en esa cala. Puede que ocho coitos (por si cuela). Por lo visto, estaba escrito aunque nadie ha visto el contrato. Ni nadie lo muestra. Unos pocos, en abrumadora minoría, no creemos este romance de la deuda general.

Escena casual en la Feria del Caballo de 2019. Antonio Vázquez

Más que nada

Sostienen esos acreedores que al nacer adquirimos el derecho a disfrutar cada año, cada estación del año, sin excepción, de algún tipo de fiesta, goce o viaje , de placeres y espectáculos. Si por alguna cuestión natural (una pandemia que no es la primera ni la última; una enfermedad individual; cuidar de algún dependiente; un volcán; un terremoto; un accidente privado; una escayola; un despido que se prolonga...) no llegan, en cuanto tengamos oportunidad habremos de recuperar lo perdido, beber el doble, comer el triple, empacharnos al cuadrado, rompernos pies o genitales por exceso de ejercicio. Nos deben una, cabeza.

Más música

Porque, por lo visto, algo, alguien, está en deuda con todos. Nos debe vida y diversión. No sé cuántas horas. Igual hay que empezar a fichar , como en las empresas neuróticas, casi todas. He hecho 33 horas de carpa, de carpa, de Falla, esta semana, ya he recuperado las de 2020. A ver si me animo con las de 2021. He visto tres veces a Los Secretos este verano , por las que no pude el anterior. Qué cosas. No sabía. Creía que lo contratado en origen -el paritorio- era derrota y pérdida. Esperar y resignarse. Admitir que unas pocas cosas nos pasan y otras -inmensa mayoría- se nos pasan, sin derecho a reclamación ni a exigir intereses de demora.

Más Feria de Jerez

En estas, con este karma sin calma, nos vamos a Jerez, a Jerez, de la Frontera, que la Feria del Caballo llega en mayo, llega en mes de primavera. Y dicen los afiliados a la secta de los acreedores que todos los que vayan tienen que bailar lo perdido, comer lo candelado, reír lo aplazado. Qué menos. Son unas víctimas. Pobrecitos. Les deben dos años . Aunque nadie ha visto ese contrato, ese documento invisible, transparente, manoseado, ficticio. Lo mostrarán muchos a la entrada del concierto, de la playa y el hotel, del restaurante y el burdel este verano. No encuentro mi copia. La debí de tirar con el certificado de vacunación. Mierda.

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