«Los asesinos no nos ganarán»
Hoy 13 de Julio se cumplen 23 años del día en el que la banda terroristas ETA secuestró y asesinó a Miguel Ángel Blanco, un joven de 29 años concejal del Partido Popular en el municipio vizcaíno de Ermua.
Hoy, de nuevo, nos reunimos un grupo de gaditanos para rendir homenaje a un español que dio su vida por la libertad. Y lo hacemos ante el monumento a las Cortes que es el monumento a la libertad en una ciudad que, como todos vosotros sabéis, es la ciudad de la Libertad.
Sí. Esta ciudad –a pesar de quien hoy debería representarla en San Juan de Dios- es la ciudad de la Libertad. Lo fue y lo seguirá siendo cuando pasen algunos. Cuando pasemos todos.
En aquellos días de 1997 fuimos muchos los españoles que salimos a la calle, primero a implorar que no ejecutaran a Miguel Ángel, y días más tardes a condenar ese asesinato que era el asesinato más miserable de los cientos que cometió esa banda de criminales.
Hoy es un día triste también porque aquellos que heredaron ese testimonio de sangre y muerte han conseguido el respaldo de parte de la sociedad vasca. Y yo, como gaditano, pero sobre todo como amante de la libertad, no puedo callarme ante este hecho. Ese respaldo que hoy consiguen con las urnas se cimentó en la barbarie de unos años de tragedia que aún muchos no han condenado. Que aún muchos no han reconocido.
Miguel Ángel entregó su vida defendiendo la libertad en el País Vasco: una libertad que hoy usan sus asesinos para pedir el voto en las urnas… una libertad que costó tanta muerte que hoy no podemos por menos que reconocerla como el triunfo de Miguel Ángel Blanco.
Miguel Ángel Blanco se ha convertido en un símbolo de libertad y democracia, de recuerdo permanente a todas las víctimas del terrorismo.
Un símbolo como Cádiz es un símbolo del Constitucionalismo, del respeto a los valores democráticos que –parece mentira que haya que recordarlo en 2020- consiste en respetar la decisión de las urnas, respetar el mandato de las asambleas, respetar el mandato de los plenos.
Por ese motivo este concejal que hoy les habla elevó al pleno del Ayuntamiento de Cádiz en junio de 2017, hace ahora tres años, una propuesta para dedicar una calle de nuestra ciudad, esta ciudad que siempre amó la libertad, a Miguel Ángel Blanco.
Tuvimos que sufrir la ambigüedad y la tacañería de un alcalde –que por cierto llama señor a un tal Otegui y pone en duda el papel que tuvo en toda esa macabra historia de muerte-, y un Equipo de Gobierno que se llena la boca hablando de cierta parte de la memoria pero que sufre cada vez que alguien le recuerda la historia reciente de este país, de aquellos que dieron su vida para que ellos puedan ser ahora concejales…
Y tuvimos y tenemos que sufrir el sectarismo de un alcalde que, tres años después, no ha cumplido el mandato del pueblo de Cádiz que en ese pleno de junio de 2017 aprobó dedicar una calle a Miguel Ángel Blanco.
Tres años después no hay excusa alguna: ese alcalde tardo ocho días, solo ocho días, en cumplir otro acuerdo plenario para cambiar de nombre la Avenida Ramón de Carranza, lo que todo Cádiz conocía y conocerá como Canalejas. Pero no ha tenido ni voluntad ni ganas de cumplir en tres años este mandato de justicia que le dio el pueblo de Cádiz a través de su asamblea soberana que es el pleno.
Pero miren, ni alcaldes sectarios, ni partidos del miedo, van a callarnos… Y no nos van a callar porque nuestra voz es la voz de Miguel Ángel Blanco, es su recuerdo y es su mensaje. Ese mensaje que unió a toda España para decirle a los asesinos que no nos ganarían. Que el amor a la Libertad es más fuerte que cualquier partido, que cualquier pistola, que cualquier olvido.