DE UN DÍA PARA OTRO
Gora Txoko, rey de las lagunas y las honduras
De Zahara a Vitoria, de Granada a San Juan de Dios, Cádiz extiende su capacidad para llamar la atención por encima de sus posibilidades
Los lunes siempre son frescos. A veces, fríos. Hasta en agosto. Tienen sentido y esencia por las dos, tres, jornadas previas. El lunes no es un día de la semana. Es la ausencia de otros. Es un agujero. Un hueco. La nostalgia de lo que fue. De lo que pudo ser. El eco de lo dicho y visto. Todavía más si se extienden hasta las tantas del domingo. Hasta la madrugada tétrica del primer día serio, del reinicio semanal de la abstinencia. Las Puertas de Tierra serán las mismas al amanecer de este martes pero tendrán colgados miles de papelitos invisibles, imaginarios. Recordarán a mucha gente joven, y no tanto, al pasar un jueves cualquiera que el fútbol siempre es mejor en primavera, que las alegrías son mayores para los pesimistas y que algunos domingos pueden ser alegres aunque siempre acaben con muchos feligreses metidos en llanto.
25 centímetros
Los que trabajan dentro de la Casa Real británica la llaman 'The firm': la empresa. Una institución basada en sentimientos, apariencia, mitos, en la irracionalidad y la susperstición es, en realidad, otro negocio. Uno enorme. Los interesados lo dicen sin el menor pudor. Saben que es la primera compañía publicitaria del país y así la tratan. En el fútbol sucede. Tan ilógico, ceremonial y azaroso, los que están dentro saben que es otra fábrica de dinero. Una enorme. Sus máquinas, en vez de energía eléctrica, se alimentan de costumbre, fábula, nostalgia, expectativa y necesidad de ahogar el aburrimiento de millones de voluntarios pagadores. La alegría del domingo estuvo a 25 centímetros del desgarro y las lágrimas. Esa fue la distancia que separó un penalti errado del gol. Un cuarto de metro al centro y en vez de risas habría comenzado la caza de culpables, de los faltos de compromiso y cojones, vagos, mercenarios, niñatos. 25 centímetros. Es la distancia por la que ganan los que quieren convertir el Cádiz en empresa de vanguardia , escenario del triunfo financiero e industrial que, por lo visto, les adeuda el mundo. Una firma en constante revolución (capitalista, ojo), arrodillada ante eslóganes publicitarios bobos y chirriantes, con los modos eternos de la España de Pajares, Esteso, Gil y Gil.
La Policía Local seguía ahí
La Policía Local de Cádiz lleva tres años levantada en armas de brazos caídos contra el Ayuntamiento. Como en el caso del fútbol, hablamos del dinero. Qué hay de lo mío. Habían alcanzado un acuerdo con el alcalde y sus allegados pero los restantes trabajadores municipales, tres cuartas partes del millar de la plantilla, se chivaron. Dicen los últimos que es de morro pedir sólo para uno. También lo es soltar un millón para tapar bocas. Los denunciantes entonan el clásico «yo también quiero«. Los denunciados cantan lo de «tú no te metas en nada». Se aferran al viejo refrán, machista y rijoso, que dice «o todos tenemos actividad genital o el/la trabajador/a sexual acaba en aguas de la Bahía». La Policía Local hará una asamblea este jueves para dar forma a su enésima batalla: concentraciones, ruido, hipotensión laboral... Los denunciantes, Autonomía Obrera, enfrente, recuerdan sin mencionarlo que son mayoritarios, que sin sus manos es imposible abrir y arrancar el mayor recinto deportivo, el Teatro Falla... Gane quién gane parece perder el Ayuntamiento, tampoco mucho, pero más que la población. Está bastante habituada a recibir servicios tales. Total, cada uno va a lo suyo y, nosotros, a lo nuestro.
Que empiece la fiesta
Uno de los comentarios recurrentes del catálogo mesetario y forasta, del turista explorador que descubre Cádiz y declama «no sabéis lo que tenéis» con un litro de condescendencia empalagosa. En realidad, lo que no se sabe es de dónde ha salido esa estúpida frase. Si los nacidos aquí van sobrados de autoestima por algo que no eligieron. Zahara de la Sierra es un placer tan estremecedor que mejor no comentarlo, a ver si algún serrano va a leer esto y lo mete en el saco de los cretinos con salacot, de los turistontos descubridores de la rueda. Las sensaciones que transmite la Sierra, sensoriales, sensuales, son intransferibles, individuales. Mejor no decirlas. Mejor quedarse en que la temporada de conciertos más esperada, ansiada, quizás en exceso, ha empezado en la provincia. Respecto a los escenarios, al entorno, hay poco que descubrir y mucho que gozar: Sancti Petri, el Sur de la Bahía , el perímetro del Cádiz viejo, Zahara de la Sierra... Sobre los que actúan, cada espectador tiene su pedrada. A mí me dio por sentirme privilegiado tras disfrutar tres horas de la compañía de Ramón Arroyo (la leyenda es cierta, no sonrió), Álvaro Tormo y su hermano, Ovidi. Formas distintas y compatibles de convertir la guitarra en un arma de disfrute intenso y masivo. Del sitio, nada que decir. Ya lo conoce demasiada gente.