Con 'C' de Cádiz
«La gente y la prensa pedía ver jugar juntos en el Virgili a Ramoncito y Abdel»
Este marroquí estuvo solo un año haciendo filigranas sobre el emblemático parquet del Portillo pero en el recuerdo de todos los buenos aficionados que lo disfrutaron supo a un siglo
Si el Cádiz CF tuvo a un mago, el Virgili tuvo a otro. El primero era salvadoreño mientras que el astro panadero era marroquí. Abdel 'el moro' tan solo estuvo un año defendiendo los colores del glorioso equipo fundado, presidido y hasta entrenado por ... Francisco González Ruiz, 'Paco Virgili'. Pero qué año. El tiempo suficiente para forjar una leyenda en las retinas de los amantes del fútbol sala gaditano, que por entonces se contaban a manojitos gracias a una especie de Globbetrotters de futbito que hacía las delicias del público del añorado y política mente demolido Pabellón Fernando Portillo .
Abdelilah Benaim (Tánger, 1968) ha estado estos días en Cádiz reviviendo instantes de su vida que le supieron a gloria. Sigue ligado a la pelota. De hecho, su vinculación a ella es la que le ha posibilitado volver ya que forma parte de un equipo de veteranos que ha jugado contra el Cádiz de los Velazquez, Chico Segundo, Manolo Pérez y compañía
Su vida la tiene en Bruselas, junto a su familia. Pero aquí en Cádiz tiene a otra, la que le acogió mientras estudiaba la carrera al tiempo que se hacía un nombre en el fútbol sala nacional partiendo desde la UCA. Abdel es un tipo agradecido y lo que no podría perdonarse sería olvidarse de ninguno de los nombres que le hicieron sentirse un gaditano más a los tres días de haber llegado. Ha venido con amigos a los que les va a enseñar Cádiz de arriba a abajo y ha movido Roma con Santiago para no dejar de ver a ninguno de los que hizo aquí. Durante la entrevista le llaman un par de ellos, entre ellos, Antonio Carneiro, con el que pasó cuatro años en el Puerto Real de fútbol sala. «Ahí empezó todo», dice. Y lo cuenta con la misma mesura y gracia con la que dejaba rascándose a los rivales una vez que los sentaba aterrizándolos sobre la temeraria alcantarilla próxima a las vallas que separaban el parquet de las gradas del Portillo.
-¿Cuándo llega al Virgili y cuánto tiempo estuvo?
-Estuve en el 94.
-¿Sólo uno? Pues buena huella dejó. ¿Cómo y por qué había llegado a Cádiz?
-Llegué en el 90 para estudiar Ingeniería Naval. Vivía por el casco viejo y al jugar la liga universitaria me vio un árbitro al que le debo mucho porque fue el que movió mi nombre para que me viesen en otros sitios.
-¿Cómo se llamaba ese árbitro?
-No me acuerdo, la verdad, pero le estoy muy agracedido.
-Dígame cómo era físicamente que aquí todos los que hemos jugado o seguido ese tipo de ligas locales fijo que lo distinguimos. ¿Quizás fuera bajito y calvito?
-No, no. Este era canoso y con bigote. El caso es que me vio jugar mientras me pitaba y se lo comentó a Bastida, que era entrenador del Club Náutico Alcázar.
-Un mítico del silbato, sí señor. Y entonces comienza a probar fortuna. Pero estamos en el 90 y llega al Virgili en el 94. ¿Por qué pasó tanto tiempo antes de disfrutarlo en el Portillo? ¿Qué ocurrió por el camino?
-Comencé a jugar la liga local con el Alcázar. No jugué mucho porque lo compaginaba con la carrera, pero la casualidad quiso que al final de temporada y con mis exámenes ya hechos sucediera una cosa muy importante para mi futuro. Yo creo mucho en el destino,
-¿Qué pasó? ¿Entró en la panadería a por un mollete y salió con un contrato?
-No, no (risas). Pasó que, como a mí me gustaba mucho ir a los pabellones a ver jugar todo tipo de deportes, un día de mayo o junio fui al Portillo y me encontré con las gradas llenas porque había un partido de gala entre jugadores del Cádiz CF de la época de Chico Linares contra una selección de brasileños. Pues bien, quiso el destino que ese combinado no pudiera llegar porque tuvo un accidente en el viaje. Entonces, para que se pudiera jugar se eligió a gente de la grada que supiera jugar. Lo que pasa es que esta anécdota está ligada con otra vivencia anterior que la enlaza.
-Pues al lío. Cuéntela que para eso hemos venido.
-La cuento. Fue en el 90 y supuso otra jugada del destino. Yo iba mucho al Tiempo Libre a ver al Virgili. Me acuerdo perfectamente que vi un partido y al día siguiente me encontré a otra persona a la que le debo mucho, mi 'primo' José Luis, lo llamo así porque lo quiero mucho y aún mantenemos el contacto. Pues bien, yo iba paseando y me lo encuentro tomándose algo en una cafetería. Él jugaba con ellos y le pregunté que cuándo entrenaban para ir a verlos y me dice 'vente el martes o el jueves, pero vente a entrenar'. Allí conocí al entrenador Carlos Contreras, que justo después entró en un proyecto de equipo de fútbol sala en Puerto Real. Aquí es donde retomo la historia de antes. Resulta que ese día de la gala en el Portillo vinieron directivos de ese equipo para poder fichar un brasileño. Entre ellos estaba Carlos Contreras. Al no venir los brasileños cogieron a jugadores del público. Yo no tenía nada. Ni nadie. Nos dieron las zapatillas, los calcetines, toda la ropa para vestirnos y jugar.
-Y forma el taco.
-Me ven sí. Pero es que un año antes, Carlos Contreras me había visto en el Tiempo Libre de cuando fui a probar con ellos y les había comentado a la gente del Puerto Real que tenía a un marroquí muy bueno y ese día en el Portillo sus directivos le contestaron que no les importaba, que a quien ellos querían era al número 2 que estaba jugando refiriéndose también a mí. Pues nada. Jugué esa gala y después me fui a Tánger de vacaciones y estando allí me llama Carlos para decirme que tenía una oferta del Puerto Real. Ahi empezó todo. Eso fue en el 91.
-¿Y se va a Puerto Real?
-Sí, además, tuve la suerte de que me fui el mismo año que Ingeniería Naval la cambiaron al campus de Río San Pedro con lo que estudiaba y entrenaba sin salir de Puerto Real. Cuatro años estuve allí.
-¿Y cómo se produce el salto al Virgili?
-El salto al Virgili viene incitado porque se venía escuchando a la gente de Cádiz y a los periodistas hacer la misma pregunta.'¿Cuándo podremos ver jugar juntos en el mismo equipo a Abdel y Ramoncito?'
-Para no iniciados, Ramoncito era entonces la estrella del Virgili. Un auténtico crack.
-Claro, claro. Era de otra galaxia. Ante esta demanda, Paco (Virgili), que descanse en paz, hizo el esfuerzo de juntarnos. Cuando ellos quedaron subcampeones de Europa en el 94 yo aún jugaba en Puerto Real. Aunque al Virgili llego un año después tras haber pasado también por El Puerto.
-Y llega a un equipo plagado de jugadores consagrados y que ya por entonces llenaba las gradas del Portillo. Hombres como Bareta, Caco, Ramoncito, Óscar el negro... Toda una pléyade de artistas. ¿Cómo fue ese año?
-En el 95 coincidí con Bareta, Juanito Sardina, Caco, Josemi, Barroso, Ramoncito, Fernandito, Óscar, que empezaba, Barral (el hermano de David)... ¡Es que no me quiero olvidar a nadie, por favor! Teníamos a Mario Graña de entrenador, al que le ayudaba Alfredo. Por favor, no me quiero olvidar de nadie; les estoy muy agradecido a todos ellos. A todos. Lo pasé muy bien con ellos.
-Le hablo como aficionado. A ver si me saca de la duda porque no recuerdo muy bien quién era más anárquico si Ramoncito o usted.
-jeje Eso era una cosa increíble. Jugábamos olvidándonos del resultado y de ganar. Teníamos una especie de competición entre Ramón y yo a ver quién hacía más cosas bonitas. Por ejemplo, si yo hacía una cachita le miraba y le indicaba 1-0 con las manos. Acto seguido, él cogía el balón y hacia otra y me hacía el mismo gesto pero con el 1-1. Y así nos pasábamos el partido hasta que nos llamaban al orden.
-Jajajajajaja ¡Qué grandes y qué recuerdos! ¿Quién sacaba el 'stop' al jueguecito?
-Los que defendían, pero nosotros nos decíamos, entre risas, 'que defiendan los que no saben jugar' o que 'corran los que menos juegan'. Esas eran las frases. (Risas)
-¿Érais consciente de la cantidad de gente que llevábais al Portillo para ser un deporte a la sombra del fútbol?
-Nunca puedo olvidar lo que he vivido en el Portillo. Fue solo un año pero me ha dejado una huella en mi vida imposible de borrar.
¿Por qué fue solo un año, Abdel?
-Pues mira. Cuando acabó esa temporada fuimos a Ceuta a jugar un torneo de verano. Sería la pretemporada de la 96/97 cuando estando allí los directivos del Ceuta me citan para tomar un café y hablarme de un proyecto que estaban haciendo. Lo tenían tan claro que hasta me trajeron a la reunión el contrato, que era un poquito más del doble de lo que me daba el Virgili. En ese momento les dije que no podía firmar porque no me gusta dar puñaladas por la espalda. Total, que vuelvo a Cádiz, hablo con Paco y le digo que si me da solo el 80% de lo que me ofrecía el Ceuta me quedaba. Me pidió una semana. Trató por todos los medios de conseguir dinero a través de autoridades y patrocinios, pero él mismo me llamó para desearme suerte y decirme que me buscase la vida mejor si tenía la ocasión porque él no podía llegar a esas cantidades. Eso siempre se lo agradecer
é a Paco. Lo intentó por todos los medios y me dejó ir muy bien, por la puerta delantera del club y no la de atrás.
-Hemos olvidado la carrera. ¿Cómo le iba?
-Fue muy lenta y poco a poco la fui aparcando. Era lógico con tanto fútbol. Cuando me voy a Ceuta tendría unos 27 años.
-Vamos a salirnos un poquito del fútbol sala aunque fijo que volveremos. ¿Cómo fue su niñez en Tánger?
-Muy feliz. Yo era un chico muy estudioso porque de no haberlo sido no me hubieran dejado jugar al fútbol. A Cádiz llegué con una beca para terminar aquí la Universidad. Mi infancia era jugar y jugar en las calles. Jugué al fútbol hasta los 17 años porque de futsal no había ligas locales ni nada, solo torneos de vez en cuando por el Ramadán, que dura un mes, o alguna otra fiesta. En África no había fútbol sala. Así que jugué con el primer equipo de fútbol de Tánger hasta los 18 años. Era juvenil, acababa de hacer la Selectividad, que allí era muy difícil, pero era la condición para que mi hermano mayor me dejase seguir jugando.
-Antes los estudios que el balón.
-Sí, eso siempre lo he tenido claro y es algo que siempre recuerdo a los jóvenes que empiezan a jugar. Yo soy el chico de seis hermanos, y todos han jugado al fútbol. Allí en Tánger son muy conocidos. De hecho, el presidente del Tánger vino a mi casa para ficharme y mi hermano no quiso hasta que acabase mis estudios preuniversitarios. Allí, para tener un trabajo mínimamente digno, tienes que tener acabada la Selectividad.
-¿Y cómo surge la idea venirse a Cádiz?
-Pues hablando con unos amigos. Teníamos ganas de cambiar. Para colmo, mi primer año de carrera lo hago en Tetuán, donde también hago un curso de contabilidad e informática. Pero la Universidad de allí no me gusó. Es importante que pongas que fue gracias a los estudios que pude venir aquí. Hay que tener más cabeza que pies para jugar. Eso es muy importante que lo sepan los más jóvenes.
-¿Nunca se arrepintió de no haber probado suerte en el fútbol 11?
-Pues mira, me pasó una cosa que voy a contar. Un amigo mío que trabajaba en las oficinas de la UCA me llevó a probar toda una semana al Jerez Industrial. Ya he dicho antes que creo mucho en el destino y que las cosas pasan porque tienen que pasar. Entrené toda una semana con ellos, le gusté al entrenador, que era muy conocido por la provincia, pero me dijo que me quería ver de verdad en un partido. Así que fui a un amistoso de pretemporada contra el Sanlúcar, pero no he visto llover más en mi vida que ese día. No se pudo jugar el partido. Por eso creo en el destino. Yo estaba estudiando en Cádiz, procedo de una familia pobre y en la que no había muchos gastos, por lo que no me podía permitir ir a Jerez todos los días. Además, recordaba que mi hermano me había dicho que había venido para estudiar. Así que aunque me rompió el corazón el hecho de no poder jugar ese amistoso y demostrar lo que fuese, al final todo me resultó más fácil. Y no. No me arrepentí de no haber llegado a más en el fútbol. Y vuelvo a repetir lo del destino. Si Dios me ha guiado por un camino ha sido por algo porque a lo mejor llego a triunfar en el fútbol, hubiera ganado mucho dinero y habría hecho cosas que no debiera. Dios vio que mi vida iba a ser así y estoy muy feliz con la que he llevado y llevo pese a que ha habido momentos donde ha faltado el dinero.
-¿Dónde vivió en Cádiz?
-En la calle Encarnación, nunca se me olvidará. A dos calles del Falla. Allí estuve un año, el primero de la facultad; luego me fui a Puerto Real a vivir con una familia que me trataron y me siguen tratando como a un hijo. Es un matrimonio con dos hijas que me ayudaron en todo y casi que puedo decir que me adoptaron.
-¿Y ese año de universitario en Cádiz cómo lo recuerda? Por su religión, ¿cómo se llevaba vivir en una ciudad con una fiesta tan popular y fiestera como el Carnaval? Porque del jamón ni hablamos.
-Los Carnavales me encantan, especialmente las chirigotas. Y en cuanto a la fiesta, jamás he bebido alcohol ni he comido carne de cerdo. Sí es verdad que fue un poco difícil porque ese año vivía con cinco amigos más que bebían de vez en cuando y fumaban sus cositas. Era normal porque eran jóvenes y estaban en la edad, pero yo nunca he probado nada de eso hasta ahora. Pero disfrutaba mucho con ellos; tuve la suerte de estar en una pandilla con José Luis, El canario, Fernandito, Juan Carlos Gálvez. Con ese grupo jugaba maratones en el Campo el Cura, en el Tiempo Libre y demás pistas de barrio que había. Ganamos un maratón en San José del Valle.
-Quedamos que en el 97 se va a Ceuta a jugar y a partir de ahí, ¿qué es de su vida?
-En Ceuta estuve dos años. Allí también empecé a ir con la selección y a viajar mucho. Estuve diez años con la selección marroquí, de la que fui capitán. También fui cinco veces mejor jugador de África. Jugué con Marruecos por Brasil, Argentina, Estados Unidos, Canadá y por toda Europa. Pero jugábamos torneos porque no había ligas ni Copas de África por entonces. Después de Ceuta me fui otros dos años con Ramoncito al Guadalajara.
-Gran personaje Ramoncito.
-Un fenómeno en todos los sentidos.
-Lo dejamos ahí, sí. Era un espectáculo verlo jugar. Decían que jugando en Liga Nacional con el Garvey Jerez tan solo salió del banquillo para hacerle una cacha a Paulo Roberto porque uno de la grada le daba mil duros de la época si era capaz. Capaz y capataz. Salió, le tiró un túnel al mejor jugador del mundo y se volvió a sentar en el banquillo con sus cinco taleguitos ya en el bolsillo del chándal. Un crack
-Me lo creo, me lo creo (jaja). Entre otras cosas porque cosas parecidas hacíamos en el Virgili. Pasé muy buenos momentos con él.
-Debía ser tremendo, sí. Una leyenda del fútbol sala gaditano. Está dos años en Guadalajara y después....
-Volví a Ceuta. Allí estuve muchos años en Segunda, ya más tranquilito. Vivía a caballo entre Ceuta y Tánger, que ya la echaba de menos por mis hijos y mi mujer, que querían quedarse allí. Así que termino mi carrera allá por 2006-2007.
-La carrera deportiva porque entiendo que la Ingeniería Naval acabó embarcada, ¿no?
-Sí, sí. No la pude acabar aunque quiero retomarla y terminarla en Cádiz. Es una de mis metas.
-Cuelga las botas y qué le depara el destino.
-Antes de jubilarme yo ya me preparaba para ser entrenador. Me saqué los títulos y ya en Tánger gané la liga del país siendo jugador-entrenador. En Marruecos, como los equipos no tenían mucho dinero para desplazarse, la Federación organizaba una fase final de tres o cuatros días en una ciudad de la que salía el campeón. Mi equipo era el Ajax de Tánger, que se creó en 2002. Participamos en el Mundial de clubes en Barcelona representando a África. En 2008 jugamos la Intercontinental de clubes en Granada con Interviú. En Barcelona fui entrenador-jugador pero ya en Granada solo entrenador. Ese mismo año me sale una oferta de Catar. Y allí estuve con la familia ocho años. A nivel profesional hice cosas muy buenas.
-¿Cómo es la diferencia de vivir en Marruecos, España, Catar y ahora Bélgica?
-Es una riqueza poder vivirlo, pero en los primeros meses en cada país son duros porque tienes que adaptarte a la comida o al clima de 40 grados en Catar. Y a nivel laboral, también. No es lo mismo entrenar en Europa que hacerlo en Catar, donde los jugadores son muy diferentes. Tienen mucho dinero y se acomodan. Vienen a entrenar porque les da la gana y si no les apetece, pues no vienen. Entonces tienes que enseñarles a querer el deporte. Y es lo que conseguimos hacer en el Al Gharafa en esos ocho años, hasta 2016. En 2012 fui el entrenador de la selección catarí en la clasificación para la Copa de Asia que se jugó en Dubai. No nos pudimos clasificar a última hora. Fue una pena. Estaba Miguel Rodrigo con Japón, que ganó la Copa.
-¿Qué hace tras su aventura catarí?
-En 2016 vuelvo a Tánger y vuelvo a coger el Ajax. También creé una escuela de fútbol sala muy buena, pero junto a mi mujer, pensamos en mudarnos a Bruselas por el tema de los estudios y el idioma de mis hijos, que tengo tres. Nacieron en España pero no dominan bien el español. Les quedaba un año para ir a la Universidad y decidimos irnos a Bélgica a vivir. Y allí estamos desde 2019.
-¿Y a qué se dedica allí?
-Sigo con el fútbol sala. Nada más llegar me puse a entrenar a un equipo y al año siguiente a otro porque gané la Liga y la SuperCopa. Compaginé el entrenamiento con un trabajo cómodo que me salió, pero como salía tarde de trabajar tuve que dejarlo. Ahora estoy solo con mi academia Elite formatiin futsal, que creé yo mismo en Bruselas.
-Y sus hijos, ¿le dan a la pelota?
-Ahora cumplen 19 años y juegan muy bien, pero no les quiero meter nada en la cabeza. Ellos son muy buenos estudiantes y los dejo libres si quieren jugar, pero prefieren estudiar. Juegan muy, muy bien, la verdad.
-¿Y defienden como el padre?
-Menos (risas).
-Su estancia aquí se debe a que han venido para jugar en la ciudad deportiva del Rosal contra los veteranos del Cádiz CF. ¿Cómo se ha dado eso?
-Allí en Bruselas estoy en un equipo de veteranos que jugamos la liga local de Bruselas. Vamos primeros y hemos ganado la Copa dos años. Allí tenemos de todo dado donde vivimos. Brasileños, españoles, italianos, portugueses... Han ido a jugar un torneo a Italia, también a Barcelona y me dijeron que porqué no buscaba yo algo en Cádiz y llamé al hermano de Caco que trabaja en el Cádiz CF (Jesuli Velázquez) y organizamos todo. Hemos venido 25, pero que juguemos no sé cuantos seremos (risas).
-Terminemos fuera del fútbol. Ahora que está de moda el tema de Sáhara una vez que Pedro Sánchez ha tomado partido por Rabat para enfado del gobierno argelino. ¿Cómo ve este volantazo del presidente del gobierno español un marroquí?
-Es una pena, pero los perjudicados seremos todos. Españoles y marroquíes. Mire lo que está pasando en Algeciras. Son millones las personas que entran por el Estrecho. Casi todos los marroquíes del centro pasan las vacaciones por Málaga y hay muchos intereses en plan restaurantes, hoteles... En el tema del Sáhara, sinceramente, no sé quién tiene la razón. Pero será como todo, cuestión de política. Por ejemplo, España quería que lo tengan los saharauis para tener una mano allí porque con Marruecos sería de otra manera. Lo mismo que Argelia. Todo el mundo quiere esa zona porque hay una mina de riquezas naturales en la que todos quieren meter la mano. Se dice que en el Sáhara hay un material con el que se harán los coches eléctricos y Alemania es el primer proveedor de coches de Europa. Entonces, para que Alemania, que estaba en la misma situación que España, cediera ante Marruecos es porque detrás hay algo interesante. ¿Y por qué España se quedó en fuera de juego? Pues porque Estados Unidos e Israel, las dos naciones más poderosas del mundo, están con Marruecos y claro, Rabat se siente más fuerte con estos aliados. De hecho, el 80% de nuestro gobierno está compuesto por judíos-marroquíes.
-¿Y cómo se ve esa alianza entre israelíes y marroquíes en la comunidad árabe con todo lo que ha pasado y pasa entre una religión y otra?
-Hay algunos que se oponen, pero la mayoría de los países mulsumanes están bien con Israel, lo que pasa es que lo hacen por debajo a diferencia de Marruecos, que da la cara en sus relaciones con Israel. La realidad es que todos los países árabes comercian y negocian con Israel pero lo hacen a escondidas. Y claro, los intereses de Marruecos también son grandes, como en el caso del Sáhara.
-¿Cómo vende un marroquí su país a un turista? ¿Es una monarquía absoluta o existen ciertas libertades?
-No lo es hasta ese punto. Desde que murió en 1999 el anterior rey ha cambiado mucho el régimen. Antes sí era mucho más cerrado; en cambio ahora se ha abierto mucho el país.
-Estuvo poco en Cádiz, pero ahora veo que se va con sus amigos a empaparse de sus calles. ¿Se siente gaditano?
-Claro que sí. Además, hay un dicho que dice que el gaditano nace donde quiere. Pues ese soy yo. Me pasa siempre una cosa en la cafetería de la academia con mis amigos, donde tenemos dos televisores. En uno está puesto el Madrid o lo que quieran ver ellos de liga italiana o lo que sea y en el otro está puesto siempre el Cádiz CF cuando juega porque todos saben de mi amor a esta tierra.
-¿Y cuándo estará de vuelta otra vez?
-Cuando pase el Ramadán, que dura un mes en el que no se puede comer, ni beber, ni mujeres ni nada de ejercicio desde que se levanta el sol hasta que se ponga. Además quiero volver porque sé que ahora va a haber Carnaval y yo iba mucho al Falla.