Con 'C' de Cádiz
«La gente de Cádiz tenéis algo que engancha»
Martín Ezkurra es vasco, pero nació hace 35 años en el Hospital Mora y lleva muy a gala que su origen es gaditano
Martín Ezkurra Cabello (Cádiz, 1986) ponía cervezas, copas y lo que se le pidiera en un bar del centro de Vitoria. Ya su semblante y vestimenta llamaba poderosamente la atención de cualquier cadista porque iba ataviado con la camiseta del Osasuna, club 'hermano' ese día ... dado los intereses que tenía puestos el Cádiz sobre el césped de El Sadar. Era de cajón que muchos gaditanos entrarían como miuras al ver tan lindo capote. Y entramos.
Hasta ahí todo normal. Risas compartidas, ponte una, ponte otra, que si esto, que a ver si ganáis Patxi, que si lo uno, que si lo otro. Total, lo clásico en un día de previo importante y en donde la camaradería entre aficiones reinaba por todo lo alto. Pero en eso que uno de los nuestros repara en el nombre de una porra que hay colgada en la pared del establecimiento hostelero y que lleva a dos apellidos. Uno era Laso y el otro Ezkurdia. Esa porra tenía un valor de 3 euros, por 1,5 que marcaba la del Alavés - Cádiz. La curiosidad de mi amigo le hace preguntar que qué es eso de los dos apellidos que cuesta el doble que el Cádiz 'home', a lo que el protagonista de esta entrevista contesta que «el de Laso os sonará más por eso de ser entrenador del Madrid, pero el otro es más de aquí e igual os suen
a menos». Negativo, Martín. De nosotros se presenta Mikel, de apellido Elorza, que pone su DNI encima de la barra para presentar sus credenciales en mitad de un ambiente de sano cachondeo. Y entonces apareció la magia.
«¡No jodas! ¿Tú no serás familia de Julián? -exclama Martín-. «¡Claro, era mi tío!», le responde el gaditano con familia vasca afincada desde hace años en Cádiz. «¡Pero si mi padre es el padrino de tu prima porque era íntimo de tu tío, que estudió Medicina en Cádiz, donde yo nací!», grita orgulloso Martín mientras planta su DNI en la barra para atestiguar lo que está diciendo. Todos flipados, felices y contentos. Sus vellitos de punta y todo. Y a seguir riendo. Eso sí, con otra ronda por delante.
-Buen domingo que se pasó.
-Lo primero, mi enhorabuena por la permanencia. ¡Qué subidón! Lo predije, hasta el último minuto no se iba a aclarar el asunto, me jodió que perdiera Osasuna más que nunca, ¡menos mal que al final las cosas salieran bien!
-Buah, y tanto.
-Antes que nada, y para que terminen de comprender mi
afinidad con el cadismo y el por qué mi guiño al Osasuna del otro día comparto con ustedes una fotografía de mi paso por el Carranza hace unos años con mi camiseta de Osasuna y con un claro guiño a la afición cadista también.
-Sí, sí, algo recuerdo. Jeje. Bueno, vayamos al turrón. Así que de Cádiz. ¿Y eso?
-Pues nací allí un 4 de diciembre de 1986 en el Hospital Mora. Y viví en Cádiz hasta los cinco años de edad, aunque ello no implicó despedirme de la ciudad porque seguimos visitándola cada verano hasta mis 16 años.
-¿Pero es vitoriano o se siente como tal?
-Bueno, para empezar, nunca he tenido un sentimiento de identidad alavés. Cuando era pequeño, siempre repetía con reiteración que yo era de Cádiz. Siempre.
-Pero le vimos con una camiseta del Osasuna y no del Cádiz. ¿De dónde se siente usted a pesar de estar hasta los cinco años en el sur y vivir toda su vida en Vitoria?
-Pues pasó que con los años, y el contraste de personalidades entre punta y punta, me di cuenta de que tampoco era un gaditano al uso. Pienso que la influencia de mi padre se fue empoderando de mi personalidad, navarra.
-Cuente qué hacían sus padres en Cádiz. Porque es a ellos a los que le debe que en su partida de nacimiento aparezca la ciudad más antigua de Occidente.
-Mis padres se conocieron en Cádiz, en la facultad de medicina que queda junto al teatro Falla. Mi padre fue destinado a Cádiz para hacer la mili, y posteriormente se matriculó en la Universidad de Cádiz en Medicina. Y mi madre tiene una historia similar a la mía, pero a la inversa.
-Andá. Ya hemos quedado que su padre es navarro, pero ¿y de dónde es su madre?
-Es de padres castellanos, que se mudaron a Cádiz cuando era muy pequeña. Y allí se crió junto a su hermana. Mi madre, pese a no ser por sangre, siempre ha sido gaditana aunque su familia es de León y Zamora. La familia se mudó por trabajo ya que mi abuelo trabajaba en el mar, era marino.
-Se conocen en Cádiz y entiendo que se mudan al norte ya por trabajo. ¿Por qué a Vitoria?
-Mi padre, entre la mili y la carrera, llevaba más de una década en Cádiz, ciudad donde hizo muy buenos amigos, pero ya sabe que la cabra tira al monte. Entonces, tras conocer a mi madre, le propuso probar suerte en el norte puesto que contaban con algunas ofertas de trabajo por aquí. Y finalmente se alistaron en Vitoria. Los dos son médicos. Mi padre psiquiatra y mi madre anestesista.
-¿Y qué me puede contar de las vivencias de su padre en Cádiz? ¿Qué cosas le cuenta así que recuerde?
-Pues mira, Alfonso. Aprovecho que somos vecino puerta con puerta, me doy un salto a su casa y qué mejor que las cuente él si te parece.
-Me parece de gran categoría. Me lo pasa al teléfono. Muy buenas, caballero. ¿Qué le une a Cádiz?
Chus Ezkurra (padre): -Pues mire, yo he tenido mucha relación casi familiar, o sin casi, con la familia Elorza. Con Mikel, Ibon, pero el más entrañable para mí fue Julián porque fuimos compañeros en la facultad. Tan es así que soy padrino de Bea, su hija mayor. Como bien sabes, el pobre Julián falleció a finales de octubre de este pasado año. Con ellos he tenido una amistad tan grande que yo iba a comer a su casa desde un punto de vista familiar total, total, total. Como uno más.
-Doy fe de la tremenda hospitalidad de esa familia. Y además de los Elorza, ¿qué amigos dejó por Cádiz?
-Chus Ezkurra (padre): - Hice muchos y me da miedo dejarme a alguno en el tintero, pero así a bote pronto recuerdo a otro gran hostelero como Mikel con La Marea, Manuel Pérez, el del Arte Serrano, que lo ha dejado ahora. Manolo ha sido para mí un gran amigo y me ha vinculado mucho con su amistad a la ciudad. Ha sido y es un tío de 10. También iba mucho a Casa Castillo, en la Calle Zorrilla, donde hablaba muchísimo con otro grande como el famoso Moni, con quien mantuve una relación muy fuerte. Hay mucha gente, ya le digo. Espero que nadie se sienta mal de los que me dejo, por favor. Pero en Cádiz he tenido a mucha gente que me ha dado un trato entrañable. Es triste recordar también a Juan Antonio Micó, otro muy buen amigo mío que fue catedrático de Psicofarmacología. Y hay una persona que también es de 10 que me gustaría decir de él que ha luchado desinteresadamente por el bien de Cádiz y que se desprende en todo lo que hace. Es Antonio Vergara, un internista ya jubilado del Hospital clínico de Puerto Real. Fue nombrado incluso hijo predilecto de la ciudad por su lucha interna, externa y total por el bien de la ciudadanía en la salud. Es el alma máter de la marea blanca.
-¿Y qué recuerda de Cádiz?
-Chus Ezkurra (padre): -Pues mira, yo soy un hombre de Navarra que encontré la felicidad en Cádiz. Me casé con una mujer entrañable (se para emocionado).... y mis hijos nacieron allí. Luego nos vinimos al País Vasco (vuelve a romperse) y tengo unos recuerdos muy bonitos de Cádiz. Ellos vinieron con dos y cinco años a Vitoria por cuestiones profesionales y para mí que ellos sean de allí es algo maravilloso y entrañable. Conservo muchos recuerdos del Mora, que para mí ha sido de los hospitales con más valores de compañerismo que he conocido porque había y se hacía un trabajo tremendo asistencial con muy pocos medios. A mis hijos siempre les he hablado de Cádiz muy bien. Y ¿por qué? Porque os lo merecéis. Cádiz es una ciudad acogedora, muy buena, con alma. Qué decir de sus playas. De La Caleta, que estaba en frente del Mora. O de la de Santa María del Mar, que es donde vivíamos nosotros. Personalmente, creo que es una ciudad injustamente tratada por las instituciones, pero esto tendría mucho de que hablar. Cádiz padece la injusticia social. Pero los recuerdos que me llevé fueron geniales.. Estudié allí Medicina, luego la especialidad, y más tarde me saqué la plaza en lo que era el Mora y el Clínico. Añoro mucho el ambiente gaditano que tenía el barrio del Balón. Vivir esos años fueron muy felices. ¡Y sin un duro, eh! No tenía ni cuatro pesetas y era muy feliz en el barrio del Balón. Allí conocí también a Fernandito de Souza, que era analista del Clínico . Tuvimos una magnífica amistad. Una gran persona brasileña que hizo toda su vida en Cádiz. Nos queremos mucho.
-Un placer, Chus.
-Igualmente y gracias por hacerme recordar otra vez Cádiz.
-Se nos ha emocionado el hombre. Tanto que me ha hecho emocionarme a mí, joe.
-Sí, sí. No veas jejeje. Es muy sentimental. Mi viejo es un tipo digno de conocer, su personalidad y sus acciones en el pasado me han abierto muchas puertas sin que nadie me conociera previamente.
-No me extraña. En cinco minutos me ha convencido de que hay que conocerlo. Retomemos si le parece. Hablando de su padre, ¿por qué deja Cádiz? ¿Por el trabajo, por su madre o por decisión propia?
-Por trabajo, pero también porque la tierra tira mucho supongo. Mi padre es el que tiene la primera oferta en Hondarribia, pero se declina por una segunda en Vitoria. Y al poco tiempo mi madre tiene otra en la misma ciudad. Y aquí siguen.
-Vayamos de nuevo al día de autos. Entiendo que se puso la camiseta de Osasuna por hacerle un guiño al equipo de su ciudad natal.
-Exacto. Pero he de decir que no me gusta trabajar con camisetas de fútbol porque me parece informal y me gusta vestir cotidiano para que haya un tú a tú en la barra, pero este día (el del domingo de la permanencia cadista) ansiaba más que nunca el triunfo de Osasuna y sabía lo que deparaban las calles de Vitoria con la afición cadista. También recuerdo el recibimiento brutal que he tenido siempre en Cádiz como osasunista. Sabía que todo iba de la mano. Y claro que la intención absoluta era esa, ponerme orgulloso la camiseta de mi equipo pero con el fin de que beneficiara a mi Cádiz natal. Lo hice también para no ponerme una camiseta amarilla y no ser uno más. Pero toda la intención era la de alenar al Cádiz, cojones. Jejeje
-¿Desde cuándo comenzó a ver gaditanos?
-Empecé a ver alguno que otro ya desde el sábado a la noche, pero como había muchísimo trabajo -los sábados en esa calle son la definición real de lo que es un bastinazo-, no pude apenas prestar atención. Ya al día siguiente me resarciría.
-¿Cómo comenzó ese domingo?
-Fue un 'shock'. Ya cuando me preparaba para abrir el bar a las 13.00 horas, comencé a ver un jaleo amarillo terrible. Para mí fue muy especial y cambié mi rutina habitual. Porque yo los domingos trabajo con horario partido, y en el descanso entre turnos me obligo a ir a casa a echar la siesta para descansar un poco antes de retomar el trabajo a la tarde. Pero la realidad es que este (pasado) domingo fue la excepción porque cuando me introduje en el jaleo amarillo todo cambió. Reconozco que al principio me daba pereza porque lo veía como un partido más en la ciudad con aficionados de club visitante, cosa que se me evaporó al instante tras la bonita casualidad con Mikel y el gran momento que vivimos todos con las risas que echamos. Hay cosas que no se pueden describir ni encontrarles un sentido razonable. Hay una canción de Manu Chao que lo explica muy bien y que viene a decir que no hay que tener miedo de cambiar de rumbo. Y yo acerté porque lo que viví esa tarde fue al más puro estilo carnaval. Hay algo que les decía a mis amigos no futboleros que en ese momento también estaban en el bar. Les insistía en que vieran la actitud gaditana, que en nada se parecía a cualquier hinchada que ha visitado Vitoria; que vieran que se trata de una sociedad distinta, todo el rato con risas y buen humor, cachondeo, cero ultrismo, es algo de lo que me siento muy orgulloso. Y ellos mismos, sin que les gustase el fútbol ni el ambiente que le rodea habitualmente, se lo pasaron en grande; se llevaron muy buena sensación. Hay gente a la que les decía: 'gracias por este regalo, gracias por haber venido y por ser como sois'. Me emocioné mucho.
-No me extraña. Me estoy emocionando hasta yo de escucharle. Y sí, se ve que ha salido a su padre en eso de la emotividad jejee.
-Genial, eso indica que no soy adoptado (risas).
-Entonces no echó de menos la siesta perdida.
-Para nada. Por eso me quedé en mis horas de descanso a disfrutar del ambiente, pese a que luego me costará sudor el turno de la tarde; los gaditanos tenéis algo que engancha, y mucho más si uno como yo tiene su raíz en Cádiz.
-¿Por qué cree que la gente de Cádiz se lleva tan bien especialmente con los vascos?
-Siempre he pensado que Cádiz, su provincia, es distinta a cualquier otra andaluza, y creo que en parte viene por su lucha obrera. Ello toca cuestiones políticas, que pueden empatizar con otras cuestiones o causas aquí en el norte. Dentro de una España dividida, Cádiz siempre ha caído bien en el norte, más allá de la personalidad de su gente. Por otro lado, somos territorios opuestos, uno en cada extremo, y siempre se ha dicho 'los extremos se tocan las manos'. Ese es un punto. Por otro lado, no hay que ignorar la obviedad de la historia del turismo. Los vascos siempre han invadido en verano playas gaditanas desde hace décadas, y han sido bien recibidos y se han dado a conocer en Cádiz más que en el resto de España, quizá esto conlleve a la relación actual entre ambos territorios.
-Buena explicación. Me la apunto. Volvamos al día de marras. ¿cómo vivió el partido, mejor dicho, los partidos de la última jornada?
-Lo viví desde el móvil, en un bar donde no había cobertura y consultando a Google cada cinco minutos. Además, yo intercambié teléfonos con hinchas gaditanos que me escribían 'illo Martín, empuja a los tuyos, cojones'. Y me metía a ver cómo perdía Osasuna, y me metía a ver cómo iba el Granada... En conclusión, lo viví como un aficionado más en horas de trabajo. Fue una locura, sobre todo al final.
-Si nació en Cádiz y ha vivido en Vitoria, ¿por qué es del Osasuna?
-Por la insistencia de mi padre, que hizo muy buen papel. Por vídeos que veía durante mi infancia. Yo sólo el color de la zamarra y sin que lo supiera me preguntaba mi padre de qué equipo era y yo le contestaba 'Yo zoy del Ozazuna'. También tengo familia que ha jugado en categorías inferiores y a los cuales idolatraba queriendo una plaza en su equipo cuando fuese mayor. Por otro lado, la noche del sábado llevaba una camiseta del Cádiz en el trabajo, y muchos clientes que me llaman 'navarro' porque no entendían por qué llevaba la camiseta; incluso algún radical me decía '¿por qué llevas 'eso'?' A lo que le contestaba, porque soy de Cádiz le pese a quien le pese.
-Hablando de radical. Observé en su bar muchísimas pegatinas de grupos de música anarquistas, abertxales, antiespañoles y demás. El rock radical vasco siempre se ha asociado a la cultura juvenil de una sociedad muy implicada en lo político. ¿Cómo es la juventud vasca en torno a todo esto que le hablo?
-Aquí somos abertzales, socialistas, anarquistas, y también por desgracia de derechas (vascoderechas). Por suerte todos conviven 'en paz'. A mí me gusta juzgar a las personas por las sensaciones que me transmiten y por la persona que son, no por política, aunque desafortunadamente no siempre es así; ha habido muchos tabúes en torno a lo político y siento que en la última década todo fluye en un estado de convivencia mejor.
-¿Cómo se llama su bar?
-Elizondo Taberna, ¡del que no soy propietario! Eso sí, mantengo una relación muy estrecha con mi jefe y me deja pilotarlo. Me dio pena que no lo conociérais porque es muy auténtico, un anarquista de los que ya no quedan.
-Sí que hubiera sido interesante. El tema es que debatiendo vaya a saber si hubiéramos ido al fútbol (risas). Sigamos. A nosotros nos mostró el carnet de identidad para demostrar su gaditanismo de nacimiento. ¿Lleva a gala en su cuadrilla de amigos que es de Cádiz?
-Los que me conocen bien saben de donde soy. Porque insisto, siempre lo he llevado con orgullo. Me gusta mucho su arte, pese a no ser parte de esa cultura; me gusta tocar canciones de los Delinquentes y me flipa el flamenco en noches de verano en Los Caños, Zahora, El Palmar... Hay cosas que me hacen mella, como para no hacer gala de ello.
-¿Cada cuánto suele o intenta ir a Cádiz?
-Trato de hacerlo cada verano. Allí vive mi abuela y no quiero pasar un año sin visitarla. Aunque no solo son visitas familiares; luego me guardo una semana para disfrutar viajando por la provincia en furgoneta. Este último agosto visité Cádiz postpandemia, la cual llevaba sin visitar dos años.
-Y cuando viene, ¿qué le gusta hacer?
-Hay cosas puntuales que me gustan hacer en Cádiz. Una es obligatoria: ir a visitar el hospi en el que nac. Y juro que se me están poniendo los pelos de punta de solo pensarlo. Sentir la evolución del drago o ficus que está enfrente desde hace 35 años así como la mía. Yo le llamo 'hermano'. Me gusta ir al paseo del faro y sentarme en soledad a reflexionar sobre el paso de la vida, sobre el cómo sería mi personalidad si me hubiera criado en la Tacita de Plata, etcétera, etcétera... También me gusta llevar a amigos a que conozcan la ciudad, y así yo también aprender cosas nuevas, les llevo a la torre Tavira, a alguna peña flamenca, al Casa Manteca pese a su forofismo con el mundo de los toros... No me gustan, bueno, los toros como especie sí. Y si es posible visitar el Carranza. Hay muchas más cosas que se me escapan, por ejemplo, unas cañitas en el mercado, perderme por sus calles e interactuar con su gente... Pillar cucuruchos en las Flores de puntillitas, chocos y salmonetes... ¡No sabría que más decir o estaría una hora diciendo! (risas)
-¿Y qué me cuenta de la ciudad en la que vive, Vitoria? Hace mucho vine y recuerdo que le habían nombrado capital verde europea o algo así. ¿Qué explicación tiene eso?
-Lo de la ciudad verde, en mi opinión, ha sido una apuesta por parte de las instituciones para obtener sus ingresos y subvenciones, así como para fomentar el turismo, y de alguna manera había que llamarla. Es una ciudad en el norte, por lo que es verde, sí, tiene muchos árboles patatín patatán, es llana, y no se edifica, por norma general, por edificar. Hay un estudio detrás y un plan urbanístico que antes funcionaba. El problema está cuando las instituciones se quieren aprovechar de ello y se quieren llevar su trozo de pastel. A día de hoy diría que es una ciudad caótica en cuanto a infraestructura, y que hay muchas versiones que se contradicen. Pero sí, en 2012 obtuvo una medalla europea como ciudad verde y se está desgastando semejante galardón. Pienso que el norte es así, y quizás se encuentren ciudades más verdes aún. Creo que el premio vino dado por algo así como una ciudad con más árboles por habitantes. Aunque, te podrás imaginar que si ahora metemos un tranvía, me cepillo los árboles y los pongo en otro sitio, igual no le vayan a quitar la medalla...
-Antes mencionó que lo del domingo fue como un Carnaval. ¿Ha estado en Cádiz en sus sagradas fiestas?
-Pues desgraciadamente siempre me coincide con trabajo aquí y no puedo permitirme pensar en ocio y festivos trabajando en hostelería. Mis primeros cuatro años sí que estuve; tengo fotos de crío, pero me da rabia no vivirlo de adulto. Aún así, soy fan de las chirigotas, aunque muchas me cuesta entenderlas por la rapidez y el acento.
-¿Cómo se viven las fiestas del Celedón aquí en Vitoria?
-Bufff... Cada cual tiene su cultura... Es difícil hacer semejanzas con el Carnaval de allí. Pero sí, las calles se llenan de júbilo, buen rollo, no se ve ni una pelea, todo el mundo se entrega a pasárselo bien, y la tralla que se meten 'los blusas y neskas', que se hacen llamar así por sus indumentarias y pertenencia a cuadrillas, que serían como las comparsas en Cádiz pero sin cantar. No es ni medio normal.
-Me comentó un paisano suyo que Vitoria se parecía mucho a Cádiz. ¿Comparte esa visión?
-Mmmm para nada, ¡no tiene nada que ver!
-Eso lo intenté decir, pero el señor era mayor y tal. No era plan de discutírselo. ¿Cómo es el carácter del vitoriano?
-Los vitorianos somos rurales pero con señorío, tendemos a formarnos en grupos, el que viene de fuera reconoce que le cuesta integrarse, así como lo comentan muchos andaluces que he conocido. Yo trabajo en hostelería desde hace un porrón de años, y pienso que somos buena gente, y abiertos pero de otro modo. Allí en Cádiz si toses ya te están vacilando, aquí por el contrario se tiende a ignorar, hay que hacer mella en uno para que sea tu amigo.
-Creo que sé por dónde va. Aquí, en el sur, somos mucho de ser muy amigos de noche y con copas y al día siguiente si te he visto no me acuerdo. Muy distinto al norte, donde cuesta entrar, pero si entras en el corazón de alguien no sales. En Cádiz, de copas y risas, somos los mejores pero al día siguiente acuchillamos como nadie.
-Puedo que sí sea así. Siempre hemos jugado con este dicho: allí en el sur todo el mundo es muy majo y abierto, sí, pero al día siguiente se han olvidado de ti. Aquí en el norte nos cuesta abrirnos, pero cuando se hace, te llevas un amigo para siempre.
-Coincido plenamente. Cambiemos de tema. Se suele decir, desde fuera, que Vitoria es la capital vasca menos vasca. Ya sabe. por eso de que suele gobernar el PP aunque ahora esté el PNV. ¿Es un topicazo o tiene algo de verdad?
-Ufff... Es complicado. Yo personalmente no creo en el estilo democrático de este país, quizá este influenciado por esa visión que muchos comparten desde la muerte del patas cortas. Aquí se dice que gana la derecha; me da igual que a la P le siga otra P o un NV, es lo mismo. El caso es que gran parte de los habitantes son de la tercera edad, se dice o se decía. Eso implica que la gente que vota lo hace al estilo conservador. También se ha jugado mucho con las mayorías absolutas, por ignorancia puta, que decía una canción. Creo que la sociedad alavesa no se implica en su totalidad por las causas, vive acomodada y que no hay tanta necesidad, lo que es igual a no luchar.
-El patas cortas es Franco, ¿no?
-Sí (jejeje)
-Ok, ok. No lo había escuchado nunca. ¿Y cómo vive aquí, en Vitoria, alguien de fuera?
-Pese a todo, sí existe un movimiento general que está en contra de las fobias, y que recibe con los brazos abiertos al inmigrante, lo que considero algo muy valioso y que hay que preservar, hay que ir por ese camino para ser una sociedad modelo a ejemplar pese a que haya mucho por hacer en torno a la integración social, que está un tanto descuidada los últimos años por las instituciones.
-¿Alguna anécdota de estos días?
-Pues a decir verdad, casi que puedes responder tú a esa pregunta (risas compartidas). Todo se concentró entre el Kirol, Sierra y Txapeldun, en ese triángulo bermudo. Los primeros gaditas que entraron al bar en forma de grupo fuisteis vosotros. Lo cual fue una fantástica casualidad, pura fantasía. Si quieres te la cuento.
-Venga, dale. A ver si se parece a la mía.
-Pues que Mikel sacó el DNI porque visteis lo de las porritas de fútbol y pelota, y al preguntarme uno de vosotros por si eso también eran equipos de fútbol le dije que no, que eran apellidos vascos, Entonces Mikel sacó el DNI para que viera o vieseis que en efecto era así, como su apellido. Y ya saqué el mío y comenzó toda la guasa.
-Habla de Cádiz como si fuera un reino de deseos. Desconozco qué tiene pensado con su vida, pero ¿descarta volver algún día a sus raíces natales?
-Bufff... no lo descarto en absoluto. Estoy enamorado de Cádiz, siempre lo he estado, y me emociono cuando estoy allí; las lágrimas salen solas. Juro que es un sentimiento que sólo sabe uno como brota.
-Bueno, no sé si vendrá para siempre o de paso. En todo caso aquí tiene su cuadrilla para conversar y compartir opiniones y risas. No deje de llamar si se deja caer por estos lares.
-Vamos, sin dudarlo, me caisteis fenomenal. Creéme que así lo haré sin ningún tipo de compromiso.
-Será un placer. Agur, amigo.
-Hasta luego, pitxa.