TRIBUNALES
El exdirector de Salesianos: «Confío plenamente en la Justicia»
López Luna ha tomado la palabra por última vez ante el tribunal que decidirá si cometió o no abusos sexuales contra sus alumnos. La Fiscalía mantiene para él la pena de 38 años y le atribuye «sadismo sexual»
«No he sido profeta en mi tierra». Con estas palabras ponía fin Francisco Javier López Luna a las nueves sesiones del juicio que decidirá si cometió abusos sexuales y agresiones contra 27 de sus alumnos o, si por el contrario, todo es falso y ha sido fruto de un complot dirigido contra él, tesis que sostiene su defensa. Por ello, el exdirector del colegio Salesianos de Cádiz aprovechó este miércoles su turno de última palabra y se dirigió al tribunal: «Llegué a servir. Me remangué y me puse al servicio de padres, alumnos y de toda la familia salesiana pero no he sido profeta en mi tierra», declaró de manera bastante parca Don Javier en esta última sesión en la Audiencia Provincial de Cádiz. Ya a la salida, el exdirector de Salesianos aseguró que confiar «plenamente en la Justicia» y estar «más tranquilo» una vez que ha pasado una nueva página de estos tres últimos años.
Así, después de que el miércoles las partes elevaran sus conclusiones a definitivas, era el momento de poner sobre la mesa los informes. El primero en hacerlo fue el fiscal . Florencio Espeso explicó una a una las razones legales que tiene que tener en cuenta la sala para condenar por abusos sexuales a Don Javier. En primer lugar negó que todo responda a un complot ya que, según dijo, no hay prueba de ello. De lo que sí hay constancia, remarcó, es de que los alumnos fueron víctimas de abusos aunque se dieran realmente cuenta con posterioridad y en un principio se lo tomaran como un juego. «Es verdad que los niños no subían obligados pero es que no sabían las intenciones ocultas del director».
Juegos ¿educativos?
Para la Fiscalia dichos juegos calificados como «raros» no encajan en ningún parámetro educativo posible porque «no es concebible jugar con los genitales de un menor (que en ocasiones incluían supuestamente arrancar vello púbico o dar tirones) o también saltar encima de ellos y darle golpes». Reconoce el fiscal que existen dos bandos. Los que lo acusaron, «que con ojos de 16 años no vieron todo aquello normal», y los que lo defienden, que aun negando que ese trato fuera con ánimo libinidoso sí admitieron que existieron las prácticas. Hechos como «palizas» o el «abrazo del oso» han sido vistos y participados por los menores que, como indicó Espeso, estaban de parte de López Luna.
Tiene en cuenta además para defender esta línea argumental el testimonio que dieron los alumnos mayores quienes aseguraron que antes de que estuviera Don Javier, esas prácticas en el despacho no se hacían; unas visitas que fueron «tan frecuentes y habituales» que alertaron a los profesores. Como recordó el Ministerio Público, una docente contó que llegaron a plantear en una reunión pedir que se le concedieran dos horas de tutorías a la semana a López Luna para que los niños no faltaran tanto a clase. Sobre el testimonio aportado por el subinspector salesiano, el fiscal llamó la atención de que «no se enteró de nada» por lo que puso en duda que sea realmente de su agrado el supuesto método educativo (sistema de ‘créditos’) que instauró en el centro el exdirector.
Disfrutar pegando
Acerca del análisis pericial aportado por la defensa, fue contundente al considerar que no es una prueba con suficiente base para tenerla en cuenta en la causa. «Porque uno no tenga un perfil psicopático, ¿no puede ser capaz un día de cometer abusos deshonestos?», se preguntaba. Espeso lamentaba que el perito sólo haya tenido en cuenta las entrevistas con el sacerdote pero ni sus antecedentes ni su entorno. Sin embargo, para el Ministerio Fiscal queda claro que Don Javier sí cumple con el perfil de un trastorno de sadismo sexual , es decir, una persona que se excita buscando el sufrimiento psicológico y físico del sujeto sometido. Según su versión, el acusado «disfrutaba pegando y humillando» a los menores.
ANTONIO VÁZQUEZ La Fiscalía mantiene su acusación por abusos sexuales y la petición de 38 años de cárcel. En cualquier caso, plantea que, en caso de no considerar acreditada la comisión dichos delitos, el sacerdote sea condenado a 15 años por doce delitos contra la integridad moral de los menores.
Por su parte, el abogado de la Junta que defiende los intereses de uno de los menores, ha mantenido también su petición de delito para López Luna. Rafael Mendoza destacó que «de los 36 alumnos que han pasado por sala, 30 han coincidido en la realidad de los hechos y seis no lo niegan, sino que lo han matizado».
Según explicó ha quedado demostrado que todo se basó en ese «sistema de créditos por el que se dejaban hacer a cambio de favores del director. Algunos lo han llamado cates, otros palizas, pero todos lo han reconocido». Para el letrado, Don Javier «sabía perfectamente con quien trataba» para hacerles según que cosa. «El ánimo libidinoso es lo único que podría explicar su comportamiento». Además, cree que las declaraciones de los menores sobre lo que ocurrió se han mantenido en el tiempo, sin contradicciones y si las hay, se debe a la «diferencia de edades».
Mendoza fue muy crítico con si la actuación de Don Javier respondió a un protocolo oficial de atención, lo que ha quedado «descartado» durante la vista. En este sentido, el abogado mantuvo que si las tutorías en el despacho del director eran parte de un trato especial para niños con dificultades académicas los primeros en enterarse tendrían que haber sido sus padres.
Insostenible para la defensa
Por su parte, la defensa solicitó la absolución de su representado. Para el abogado del exdirector no hay mayor prueba de la inocencia de López Luna que la petición in extremis de la Fiscalía de añadir a su acusación la alternativa de delitos contra la integridad moral. «El que es un pederasta lo es desde el principio hasta el final», expuso Manuel Montaño.
Según fue desgranando sus argumentos, tras las nueve sesiones en la Sección Tercera ha quedado «suficientemente claro» que no cometió los citados abusos. «¿Agarrar a una persona fuertemente del brazo es delito? ¿Nos estamos volviendo locos?», preguntó. «Un tribunal tiene que marcar la credibilidad sobre pruebas veraces», insistía, «no consiste en sumar testimonios hasta obtener la verdad que nos interesa».
La defensa insiste en que no hay pruebas de peso para condenarlo y que todo responde a un complotPara la defensa las declaraciones de los menores no pueden ser determinantes, sobretodo en este tipo de casos donde el Tribunal considera que pueden ser «cambiantes influenciables». Por ello, según sentencias que el abogado ha aportado a la causa, necesitan de otros componentes como «colaboración externa» que lo sustenten. Además, según indicó no existió el abuso de superioridad. Para demostrarlo leyó unos whatsapp en los que los niños llamaban al exdirector «gordi», «picha», «Javina»... «Desde el punto de vista educativo hay mucho que decir, ese ha sido el error de Javier, pero que esto sea un delito... es diferente».
Hasta «tres versiones diferentes»
Montaño destacó que han dado hasta tres versiones distintas: «en comisaría, en el juzgado y otra aquí», por lo que aseguró que todo responde a un «conturbernio» que quedó demostrado, como recordó, en un grupo de whatsapp que no fue aceptado por el juez instructor y que ha sido «la mayor indefensión» para el sacerdote.
Por otro lado consideró que faltan piezas fundamentales para poder demostrar la culpabilidad de su representado como sería un informe médico que confirmaran las «palizas y patadas», tampoco un informe de credibilidad de los menores que se exige en casos como éste, y «ni tan siquiera el testimonio de un profesor o un trabajador que alertara de lo que ocurría». «Lo que rezuma por todos lados es la duda».
«Desde el punto de vista educativo hay mucho que decir, ése ha sido el error de Javier», considera su abogado«Lo que no se puede es meter a un niño en Salesianos y no creer, porque luego se ven gigantes donde hay molinos», afirmó. Montaño recordó el episodio que a su juicio ha desencadenado todo y que ocurrió cuando una madre y el tío de un menor fueron condenados por agredir al sacerdote. «Ese niño se presentó el primer día diciendo que era ateo y que todos los curas eran pederastas».
Según recalcó los que defendieron a Don Javier son los que ya no están en el colegio, «los que ya no están viciados». Por contra, y basándose en algunos de los testimonios aportados por profesores, otros implicados han mantenido desde entonces una actitud «chulesca, altiva, crecida» que les ha llevado incluso a «lanzar amenazas».
La defensa pedía por tanto la absolución para López Luna descartando además que haya provocado sentimientos de terror y ansiedad propios de la pena alternativa pedida por la Fiscalía como posible autor de un delito contra la integridad moral.
Presentados los informes, el juicio quedaba ayer visto para sentencia.