Con 'C' de Cádiz

Manuel Morera: «Estoy deseando que empiece el Concurso para disfrutar de lo que hacen mis compañeros»

El cuartetero cuenta las horas que restan para que se abra un telón al que se presentó por primera vez hace más veinte años con una chirigota con la que se temió lo peor tras un grito proveniente «de un gallinero de Cádi, Cádi»

Manuel Morera, en la Plaza Mina. Antonio Vázquez

Alfonso Carbonell

Manuel Jesús Morera Rioja (Cádiz, 1979) siempre tuvo un humor desternillante. Desde pequeño. Pero él no era de los que daban la nota, no. Él era un alumno discreto, de buenas notas incluso, pero aquel que tenía la suerte de sentarse cerca de su pupitre ... descubría un pozo sin fin de cachondeo. Y era, y es, un humor sano, elegante, ese que enriquece tanto a niños como a mayores, tanto a monjas como a verduleras, tanto a gaditanos como a catalanes.

El Morera, así se le conoce desde sus años mozos en San Felipe Neri, alternaba buenas notas con no peores pachangas en el patio de un colegio por donde también han pasado figuras destacables del Carnaval. Manolo es gaditano de pura cepa y lo mismo te saca un primer premio en el Falla que arrima el hombro para cargar en el Amor y donde haga falta. Y como no, cadista de buen gusto por el balón y la calidad, esa misma que ahora lleva a los escenarios de media España.

Este conato de Carnaval que ahora empieza en el Falla y tendrá su veraniega prolongación en la calle lo vivirá con la ilusión de cualquier carnavalero. Admite no sentirse aún hechizado por la fecha de esta fiesta, pero no duda que desde este lunes estará pegado a la radio, a la tele o al teatro en busca de esas letras que el coronavirus ha escamoteado durante estos dos tristes años. Él no estará sobre las tablas, pero lo estará como al principio de los tiempos. Será un aficionado más, que es como mejor se saborean las cosas.

-Estudió en San Felipe Neri. De allí han salido desde políticos a ingenieros pasando por todo tipo de profesiones. Y hasta muy buenos cuarteteros como el Bati o grandes maestros de chirigotas como los del Perchero. Una vasta lista de carnavaleros entre los que se incluye.

-Pues sí. También recuerdo a Fernando Macías, que era profesor de informática que salió en Los Astronautas y en callejeras con los Guatifó.

-Cierto. Y un magnífico pelotero. Vaya zurda. Estudió y vivió lejos del centro, lejos del Falla y sin ningún familiar implicado en la fiesta. ¿Quién le mete ese veneno?

-Realmente, lo mío es casi que de rebote porque en mi casa se ha vivido el Carnaval desde siempre, pero como unos aficionados de Cádiz más, no como integrantes de la fiesta ni he tenido familiares que han salido en el Concurso. Nadie participó de manera activa. Pero a mí, precisamente, por esa gran afición que viví en mi casa, siempre me tiró mucho.

-¿Qué recuerda de esa niñez carnavalera?

-Los carruseles de coros en la plaza cuando había que mendigar un hueco. Me acuerdo con mucho cariño de esos carruseles a los que iba con mis padres y nos acompañaban mucha familia que tengo en Sevilla. Íbamos cargados de comida para todo el día. Encontrabas un huequecito y ahí te quedabas todo el día porque esto estaba 'petao'. También, y aunque suene muy romántico, recuerdo que mi madre me ponía para dormirme cosas de Paco Alba. Suena muy idílico y eso, pero es cierto. Otra cosa que tengo fresca en la memoria a pesar de los años es cómo, estando en el colegio, me supe mi primer repertorio de Las Momias Guete del año 86.

-Y esas finales del Falla hasta el alba en casa...

-Efectivamente. Además, antes, no te podías descuidar porque había que cambiar la cinta, había que ir parando en las pausas y todo ese rollo para que entrase más en la cinta.

-Y poco a poco se va haciendo carnavalero.

-Desde pequeño me gustó. Ya luego, con mi grupo de amigos, también aficionados, pues lo típico de cantar carnaval en la calle, en las fiestas, en las reuniones Y es que eso para mí también es una forma de cantera y que se ha perdido porque ahora es raro encontrarse a un grupo de chavales cantando Carnaval.

-Hablando de cantera. ¿Pasó por el Falla antes de meterse en adultos?

-No, no... Para nosotros eso del Falla era un mundo. Pero vivíamos intensamente el concurso, veíamos las finales, comentábamos los pases, estábamos todo el día pensando en Carnaval. Como cantábamos en la calle cada vez que salíamos, llegó un día en el que me dio por hacer un pasodoble y lo llevé a la pandilla y claro, eso era la novedad. Sería el verano del 98 cuando lo compuse y al año siguiente salimos ya en el Falla, que es el año de mi debut con 19-20 años que tendría.

-¿Cómo fue la reacción de sus amigos?

-Euforia total. Había unos que decían 'vamos a salir 'pa' la calle' y otros '¿qué calle? '¡Pal concurso del tirón!'. Y digo, con esa pandilla fue con la que fui al Teatro mi primer año con los 'Los años bárbaros'. Nos vinimos arriba pronto. Entre que uno que conocía a otro que sabía tocar la guitarra, la única con la que fuimos al concurso, y otros amigos y conocidos fuimos montando el grupo con gente que parábamos junta. Nos juntamos con Fran, que tenía algo de experiencia en el concurso porque había sacado un cuarteto un año antes. Más adelante Fran sacaría conmigo el cuarteto del enano. Que él viniera para nosotros era la bomba. Recuerdo que decíamos 'ojo, que viene uno con experiencia, eh' (risas).

-¿Y qué recuerda de aquel año de ensayos?

-Recuerdo que ensayábamos en el garaje del padre de un amigo común, José Brea, y que teníamos que sacar todos los días el coche a empujones porque nadie de nosotros tenía el carnet todavía. Estaba en frente del Carranza y un día pasó lo que tenía que pasar y fue que uno se olvidó de cerrar la puerta del copiloto y le dimos un golpe. Un lío... (risas).

-Retomemos los estudios antes de volver a las tablas. ¿Qué estudia y cómo es su inmersión en el mundo laboral?

-Ingeniería técnica de informática y gestión, Informática. Primero hago el ciclo de técnico especialista aquí mismo en la calle Zorrilla y de ahí paso a la carrera. Entre una cosa y otra estoy estudiando cerca de cinco años. De hecho, mi primera relación laboral es con mi empresa, que la monté con unos compañeros del curso de informática. Estuvimos un poco de años lo que pasa es que a través del Carnaval me voy dando cuenta que el escenario es lo que me apasiona pese a que me siguen entusiasmando las nuevas tecnologías. Pero donde yo voy a trabajar como si fuese un regalo es en los escenarios y es cuando doy el salto a lo profesional. Primero fui haciendo mis pinitos con el cuarteto, los contratos y algunos monólogos mientras lo compaginaba con la empresa de informática, pero poco a poco voy viendo que lo de los escenarios va yendo de bien a mejor y que además es lo que me apasiona. Entonces decido dejar a un lado la informática.

-Estamos hablando de qué año.

-Entre una cosa y otra, puede que fuera 2011 o 2012.

-Ok. Volvamos al Falla, a ese primer año. ¿Qué tal fue con solo una guitarra y un grupo joven e inexperto? ¿Ruina gorda, éxito o ni lo uno ni lo otro?

-Preliminares rasas, y contento de que no nos cayera nada de arriba.

-Ja ja ja... Al ser el 99, no había tanto internet y todo eso que ha externalizado el concurso por lo que el Teatro era puro Cádiz. ¿Se mascó la tragedia con ese añorado público de Cádi, Cádi?

-Sí, sí. Había tralla arriba. Es decir, que si se encendía una mechita salías de allí escoltado. Tengo un recuerdo (risas)... Y eso que ha sido la vez que más tranquilo he ido al Falla.

-¿Sí? ¿Y eso?

-No sé, pienso que al ser la primera vez no eres muy consciente de donde iba, era como un sueño. Yo cantaba en la punta jurado de aquel entonces.

-¿Pero llevaba ya la voz cantante del grupo entonces o había alguien que lo hacía en su lugar?

-¿De interactuar con el público dice? De eso, nada de nada. Eso eran palabras mayores, hombre (jajaja) Recuerdo que había un colega nuestro que iba atacado y se le caían los escudos que llevábamos. Es verdad que el tipo que llevamos estaba muy achirigotado; uno llevaba una diana, el otro un cuerno, escudos... Todo muy típico.

-Claro. Veo normal que el chaval estuviera nervioso, lo raro era que estuviese tranquilo como usted, ¿no?

-Podía ser lo normal, es verdad, pero prometo que en el grupo había tranquilidad y yo lo estaba, en serio. Todo lo contrario que ahora, que voy atacado al Teatro. Yo estaba alegre, pausado, tranquilo. Nos vestimos en un piso que no sé ni de quién era. De ese día tengo recuerdos muy vagos. Sé que la casa estaba cerca del Ayuntamiento, pero no tengo en el coco ese momento de ponerme el tipo. Sí recuerdo en bambalinas ya, detrás del telón, pero hasta ese momento no sé si me inyectaron algún tipo de relajante, pero no me acuerdo de nada más. Esa relajación que tuve ese día jamás la he vuelto a vivir.

-Bueno, que nos hemos ido. Vamos con ese recuerdo que tiene y que le hizo temerse lo peor sobre el escenario.

-Eso, eso. A ver, la actuación fue toda muy plana. Sé que salimos contentos porque tampoco nos cayó nada gordo. Se nos respetó y se nos escuchó. Era una chirigota evidentemente mala pero que iba con mucho respeto al Teatro, íbamos muy ensayados... Y eso hace mucho para que se te respete al menos. Bueno, que total, recuerdo que en la última cuarteta del popurrit decíamos... (jajaja)

-(Risas) Entiendo que hasta ese momento todo bien.

-A ver, no hubo jaleo, no. Nadie nos la estaba liando ni había muchos murmullos. Al menos, no se escuchaban mientras cantábamos. También la inexperiencia te hace que algún detalle que pudiera haber sucedido tú no lo captases como malo, pero no, no hubo liada en gallinero ni nada por el estilo.

-¿Y entonces qué sucedió?

-Pues eso, que en esa cuarteta cantamos algo así como 'esto ya se está acabando' y justo después se escucha desde gallinero -y entona una voz ronca, hueca y potente- '¡BIEN!'. (Risas)

-Aro, joe. Botando la pusisteis.

-(Risas). Sí, sí, fue ahí donde me dije 'esto no está gustando mucho me da a mí', 'esto no va bien del todo'.

-(Risas) Y los periódicos, ¿cómo se portaron?

-Yo creo que ni fú ni fá. Evidentemente tampoco nos podían poner bien, pero no se cebaron ni mucho menos. Hay una anécdota que nos pasó gracias a las puntuaciones del Diario, que ese año, como el Carnaval fue muy pegado a Navidad, catalogaba a las agrupaciones con sus típicos logos y al más malo le ponían un turrón de 'El Almendro, vuelve a casa por Navidad'. Entonces, Miguel Ángel Fuertes (regidor de escena del Teatro), que es para comérselo, siempre le decía a la gente 'Salmendro, Salmendrito'. Es más, si vas hoy (la entrevista se hizo el mismo día que comenzaron las sesiones de infantil) al Teatro seguro que le está diciendo a los niños 'Salmendrito para acá, salmendro por allá' con la intención de que se relajen y estén tranquilos antes de salir a escena. Total, que una vez que estamos allí ya saliendo después de haber cantado, uno que iba con nosotros se entera de lo de 'Salmendro' y entiende que es por lo de El Almendro (jajaja). Y le empieza a decir señalando a Miguel Ángel que '¡eso está muy feo!' y que si esto y que si lo otro. Y se lo decía a Miguel Ángel, que con un soplido te puede mandar a la Bella Italia. Esto se lo recuerdo mucho a él y nos reímos.

-Una vez disfrutado el Teatro, ¿cómo fue ese año bárbaro en la calle?

-Espectacular. Lo recuerdo con muchísimo cariño porque la calle es muy agradecida. La gente va a disfrutar sin importar si has salido en el concurso o no.

-Debuta como chirigotero y al segundo año se sube en inferioridad numérica. ¿Por qué ese paso al cuarteto tan rotundo? ¿No recordaba el 'BIEN' ese que le soltaron?

-Jaja No, no. Ese 'BIEN' se me había pasado ya a las dos horas. La explicación del cambio fue también un poco por la inconsciencia y porque nos vinimos un poco arriba los dos que escribimos la chirigota, que éramos Fran y yo. Nos la quisimos pegar de poeta gordo y nos dijimos 'vamos a mejorar el grupo'. Entonces, había otro grupo que sonaba muy bien que estaba con otro autor y con los que nos llevábamos muy bien y con los que planificamos salir al año siguiente, pero en eso que llega verano y nos dicen que se van a quedar finalmente con el mismo autor. Por lo tanto, nos quedamos en tierra de nadie y Fran me convenció de sacar un cuarteto. A mí me pareció una locura. A mí y a mi entorno. Yo le decía 'Fran, esto es una locura. Pero si con la chirigota hemos hecho el lila..'. Y él que sí, que si tenía un chaval (José) que estaba en su clase de informática y que tenía muchas ganas. Al final, yo no sé cómo, me embaucó de tal manera que allí que fuimos nosotros con 'Los patricos' con dos 'cojone'.

-¿Cuántos eran y cómo quedaron?

-Éramos tres y llegamos a semifinales. Gustó mucho. Nos quedamos a muy pocos puntos de pasar la final. De hecho, nos penalizaron.

-Le recordaba del colegio como una persona tímida, que no aburrida, y no sabe el sorpresón que me dio cuando de buenas a primeras me lo veo en lo alto de las tablas del Falla liando el taco con el cuarteto del enano. Recuerdo que estaba en Madrid estudiando con otros amigos comunes y le digo que no fui el único sorprendido. ¿Qué tiene el escenario?

-Es que soy una persona tímida y lo sigo siendo, pero es verdad que en el teatro me transformo.

-Tras ese debut en cuartetos, comienza su verdadera irrupción en el Falla.

-Pues sí, tuve esa suerte. 'Los patricos' gustaron mucho porque al final un grupo nuevo que guste no se le busca tanto el fallo. Al revés, 'los chavales, como vienen', es lo que se suele decir. Lo que después se te vuelve en contra al principio todo es bueno.

-¿Qué le dieron a la modalidad en sus inicios y cuál fue el desarrollo de sus primeros cuartetos?

-Creo que le dimos otro aire, más fresco, otro concepto de cuarteto. Al año siguiente fuimos 'Los miarma', donde José ya no salió y entró mi amigo Javi, que sigue con nosotros. Otra vez semifinalistas y penalizados por el tiempo. Y al siguiente año ya fue nuestra primera final con 'Los hombres del campo'. Eso era 2002 y ya fue el cuarteto del enano. Después vino 'Los del barrio' en 2003 y en 2004 salto otra vez a chirigotas.

-Estamos hablando de principios de siglo, con un público diferente, muy diferente. ¿En qué ha cambiado al de ahora?

-El gallinero de antes, entendido como núcleo de esa gente más de Cádiz, la más castiza, dictaba mucha más sentencia que el de ahora.

-Como el tendido 7 en Las Ventas, por ejemplo.

-Exacto. Aquel gallinero ponía el dedo para arriba o para abajo y eso era lo que había. Ahora eso ha cambiado y en parte me alegro porque si ponía el dedo para abajo era un mal rato para el compañero que estuviese en las tablas.

-Sí, pero como aficionado esos malos ratos que usted dice no estaban pagados. Además, era una forma de hacer respetar y darle más prestigio al Falla, ¿no cree?

-Es verdad que eso podía darle más prestigio, pero sobre todo era una forma de hacer ver que la gente se lo pensara dos veces antes de traer al concurso cualquier cosa. Yo siempre digo una cosa. La calidad se puede o no tener, o estar más acertado un año que otro, pero lo que no puede faltar es el respeto. Ni al Teatro ni al público. Y se han visto casos y eso no lo comparto ni creo que se deba permitir. Otra cosa es la falta de calidad, pero si se ve que está currado el tipo y están ensayados pues merece un mínimo respeto que a veces no tenían porque el gallinero iba a muerte. Como saltase la chispa no te salvaba nadie porque eso no lo paraba nadie. Para colmo, había frases que, como la que dije antes de 'esto ya se va acabando', eran como echar carbón a la barbacoa porque las ponían botando. Yo he visto cosas de decir, 'si es que se lo habéis puesto muy fácil, joe' (risas compartidas).

-¿Por qué volvió a la chirigota?

-El cuarteto desgasta mucho. Es demasiado repertorio, con un humor muy constante. A eso se le suma que Fran quería buscar una aventura nueva con los Carapapa y entre que se nos va uno con un gran peso en el cuarteto y demás pues decido sacar una chirigota los años 2004, 2005 y 2006. Los tres años en semifinales. El primer año me hace la música Luis Ripol para 'La secta satánica cultural recreativa 'Muero en Cai'. Al siguiente saco 'Los del portal de Belén', que íbamos de porteros de fincas y en 2006, con música de Juanma Romero Bey, 'Quien te ha visto y quien te ve'.

-Esta última me suena a que fue cajonazo. ¿Puede ser?

-No tanto como eso porque tampoco es que fuera un clamor, pero es verdad que esa chirigota fue extraña porque en preliminares pegó muy fuerte en el Teatro, pero después la crítica de la prensa no estuvo a la altura de lo que parecía estar el público, al que no lo acompañó con sus opiniones que al fin y al cabo generan otra opinión. Para colmo, en la primera semifinal -entonces eran dos- nos tocó cantar a las tantas y ahí ya se terminó de diluir el efecto primero.

-Como veterano de esto que ya es, ¿considera que pesa menos ya la prensa con la irrupción de las redes sociales y demás?

-Creo que sigue pesando, aunque lo que está claro es que antes te contaban subjetivamente lo que había pasado y tú no habías visto y ahora tenemos mil maneras de verlo, de escucharlo, de sentirlo, de palparlo. Ya no es lo mismo, vale, pero la prensa sigue teniendo poder en todo, y en Carnaval también. Yo siempre digo lo mismo, en Cádiz no hay mucha gente que sepa de ópera, pero no opina. Y en cambio, de Carnaval opina todo el mundo pese a que muchos no tienen ni idea. Entonces, ese que no lo sigue del todo, al día siguiente abre un periódico y le condiciona. Antes y ahora. Yo por ejemplo soy un fatiga que me veo las sesiones de principio a fin y no me afecta tanto, pero hay muchos que no son como yo y se pueden ver condicionados.

-Buena explicación, pero no crea que tenemos tanto poder porque ya ni nos dejan entrar en camerinos para entrevistar a los protagonistas. ¿Qué le parece esto? ¿No cree que es algo ridículo cada paso que da el COAC en su imitación a lo que se ve en el fútbol o en los deportes de masas?

-No sé la verdad el motivo que han dado para que la prensa no pueda entrar en camerinos -después el Ayuntamiento cambió de opinión y dejará entrar aunque previa presentación de un test de antígenos-. Lo que pasa es que este tipo de decisiones no están tomadas por los carnavaleros, que tenemos muy poca voz. Todos los años se cambian mil cosas porque parece que se tienen que cambiar. Evidentemente, hay cosas que se pueden cambiar y otras que si están funcionando no sé porque se tocan. Yo creo que al igual que nos escuece muchas veces la crítica ácida de algún medio, de manera objetiva pienso que tanto a los carnavaleros como a los medios nos interesa llevarnos bien. Y cuando digo a nosotros, hablo como gaditano y como ciudad, porque al final son los medios los que globalizan el Carnaval, lo expande. Es la prensa la que hace que la gente esté atenta. Por lo tanto, creo que a los medios hay que darle facilidades para que hagan su trabajo y a la vez darle a los grupos facilidades para que puedan trabajar de una manera cómoda y sencilla. Y eso es tan fácil como sentar a las partes y que se entiendan entre ellas. Además, hay otra cosa. Al Concurso lo envuelve una serie de factores que no se pueden perder. Los camerinos cada vez son más tristes por acotar tanto la entrada. Entiendo que las cosas se están como profesionalizando por decirlo de alguna manera, y que el control es mayor, pero en cierta manera ese ambiente forma parte de la fiesta y no puede perderse. Ahora entras en camerinos y no te encuentras a ningún otro compañero de otro grupo, es todo frío. Yo hace como dos o tres años que no voy, pero lo último que recuerdo es un ambiente muy frío.

-Ya lo decía Juan Carlos, que 'ahora el teatro huele a hospital'.

-Exacto, 'antes olía a vino y ahora a hospital', decía. Y era verdad. Ese ambiente de antes ya no lo tenemos. Y si ahora además le quitas a los medios, qué va a ser eso, ¿una habitación fría para estar en silencio con tus compañeros? No lo termino de ver.

-Tras este nueva cuñita, retomamos su trayectoria y llegamos a 2007 y vuelve al cuarteto. ¿Cómo se fragua ese regreso a la modalidad que le ha hecho grande?

-Sinceramente, no tengo muy claro los motivos. Este grupo lo formé con mi amigo Sergio Guillén 'el tomate', Selu Piulestán, Quique Parodi (guitarra), Javi 'el calvo' y yo. Sacamos 'Los del Real' y nos descalificaron en la final por repetir un cuplé.

-No lo recordaba. ¿Cómo os pudo pasar eso?

-Hay gente que dice que fue a propósito pero para nada fue así. Ese cuplet nos valió para ganar el premio Marca, que fue el primer año que se creó al haber estado el Cádiz en Primera. Venía a decir que en otros equipos, cuando algún jugador se lesionaba, sus compañeros salían con camisetas de ánimo y de 'recúperate pronto' menos en el Cádiz, que salían con otras donde se leía 'vuelve sin bulla, tú tranquilito' o algo así. Pasó que yo venía de la chirigota, que sí se podía repetir. De hecho, se podía repetir letras en la final en todas las modalidades salvo en cuartetos. Las bases del concurso son un poquito como las instrucciones de los electrodomésticos que tú empiezas a tocar los botones y ya sabes como van más o menos sin necesidad de leértelo. Es verdad que después se le ha dado más relevancia al reglamento y como que la gente lo mira más, pero antes mirabas algún punto en concreto y poco más. Por ejemplo, a Selu Piulestán, que mientras yo estaba en chirigotas él siguió en cuartetos, también se le olvidó y no cayó.

-No ganan ese año pero al siguiente comienza ya la etapa dorada.

-Así es. En 2008 fue ya 'Taller de reparaciones esto arranca por cojones' , que es el cuarteto con el que comenzamos los cinco primeros seguidos. De 2008 a 2012. Fue una época maravillosa y es donde creo que nos hacemos con un nombre. Ahí entra ya Carlitos Mení.

-¿Cómo se conocieron?

-Yo lo conocía del mundillo. Él había sacado algunos cuartetos y también había salido con Ángel Piulestán, el hermano de Selu. Él lleva saliendo desde juveniles. Ese año 'el Tomate' no pudo seguir con nosotros y llamamos a Carlitos porque creíamos que podía funcionar. Y mira si funciona.

-La base del grupo siempre es el mismo con algunas variaciones.

-Sí. Hicimos también algún parón, como del 2012 al 2014, pero fundamentalmente hemos sido los mismos salvo a lo mejor algún año que no hemos llevado guitarra. También se ha incorporado estos dos últimos años Iván.

-¿Por qué no salieron ese 2013?

-A ver, entre medio de todos esos años también he sacado y salido en coros, he hecho doblete con el cuarteto y también he colaborado en comparsas.

-Cierto. ¿Cómo se tomó la llamada de la comparsa de Antonio Martín para ponerle letra a la música de sus cuplés?

-Conmigo contactan un gran amigo mío que por desgracia ya no está entre nosotros como es José Antonio Valdivia, que en esos momentos estaba muy vinculado a la comparsa, y Ángel Subiela, que era el director. Para mí fue un lujazo porque desde pequeño yo era muy martinista puesto que he crecido en la época dorada de Martín y firmar una comparsa a medias, por decirlo de alguna manera porque evidentemente en su comparsa, era increíble. Como lo fue también vivir esos ensayos con ese grupo con Ángel Subiela, Carli, Pacoli... Había muchas leyendas allí. Para mí era tanta la responsabilidad como el sueño. Como carnavelero eso que me llevo esos dos años con 'Los jipitanos' (2º) y 'La comparsa del genio' (1º).

-El cuarteto va sobre ruedas y el éxito del Carnaval ya lo tiene, pero ¿cuándo se da cuenta de que tiene que dar el paso definitivo para convertirse en un profesional del humor?

-Nosotros veíamos que lo que hacíamos gustaba mucho porque teníamos muchos contratos y es ahí, en esas actuaciones libres, donde se fragua todo y en donde te dan las tablas suficientes para ver con percepción lo que llegas a la gente. Porque es en los contratos cuando coges el micro, acaba el repertorio del cuarteto, y empiezas a soltar cosas y conectas. Además, ves que te apasiona lo que está pasando ahí; eso te genera una inquietud de escenario que es con la que empezamos a verlo porque nos gusta mucho. Empezamos a hacerlo más amateur. En Navidad sacamos una obra que se llamaba 'El belén según se mire' y cada año hacíamos una versión nueva contextualizada en esa fecha. Al final era como un clásico de todas las Navidades y estuvo muy bien porque nos veía mucha gente de fuera que venía a repetir. Pero siempre fue más en plan en amateur y además se podía compaginar junto al cuarteto y cada uno con su trabajo al hacerse en una fecha muy puntual. Poco a poco, hice con Carlitos otra cosa que se llamaba 'El mundo hecho en Cádiz', que iba de dos gaditanos que habían creado el mundo que también gustó lo suyo. Hasta ahí lo llevábamos medio profesional porque todavía lo que era el entramado de la obra era amateur. Así estábamos hasta que llega un momento en el que me proponen hacer monólogos y voy viendo que funciona y que me gusta, que al final eso es fundamental, tanto que gustes como que te guste. Es a partir de ahí que empezamos a crecer y ya monto mi propia productora junto junto a mi compañera Verónica Mesa, que venía del mundo de la producción artística. A partir de ahí gestionamos nuestros propios espectáculos y externos también.

-¿Qué teatros han pisado con vuestros espectáculos?

-Algunos de los que hemos estado han sido la Casa Colón de Huelva, en el Gran Teatro de Córdoba, en el Gran Teatro Falla, en el EDP Gran Vía de Madrid, que está en frente del Rey León, en La Latina y el Reina Victoria de Madrid. También el Carnaval nos dio la oportunidad de estar en el Liceo de Barcelona... Muchos.

-¿Hay sitios, teatros, ciudades o gente de un sitio concreto donde usted sabe que con poco que le den obtienen mucho y al revés? Algo así como cuando Curro toreaba en Sevilla, por ejemplo.

-Yo más que por público es por escenarios. Yo tengo ese sexto sentido y supongo que le pasará a todo el mundo, que cuando piso un escenario sin público me digo 'hoy la liamos aquí' y en cambio hay otros que me tiran más para atrás porque a lo mejor ves al público más distante, o las dimensiones son muy grandes... Hay cosas, sensaciones... Pero la verdad que cambia mucho el público del Carnaval al de los espectáculos porque los que van a verte a ti exclusivamente acuden porque le gusta tu humor y se imagina lo que va a ver y lo suele encontrar.

-Ahora que compara un público con otro. ¿Con qué talante va al Teatro en concurso y cómo acude a una obra suya?

-Vaya por delante que nosotros acudimos con el mismo respeto y profesionalidad a cualquier escenario. Y cuando digo todos los públicos digo el de un teatro o el de una esquina cualquiera de la calle. Cualquiera que se ponga delante nuestra a esperar algo que nosotros hayamos desarrollado para nosotros merece el máximo respeto. Así lo afrontamos todo lo que hacemos. Y somos muy pesados porque todo nos parece poco y siempre queremos darles algo más, entre otras cosas, porque nos sentimos muy agradecidos de estar donde estamos gracias a ellos. Eso por una parte, pero después ¿qué pasa? Pues que a la hora de estrenar una obra en un teatro vas con el miedo lógico de que quieres que guste, pero la tensión es menor al concurso porque el entorno está menos contaminado. Cambia mucho el público de una obra al del Carnaval.

-El entorno. Eso suena a lo que decía Johan Cruijff. Interesante. Explíquese, please.

-Estás menos expuesto a esa crítica ácida y esto al final hace que no termines de disfrutarlo tanto como lo otro, donde la gente va a disfrutarlo. Si lo has hecho con el corazón, como todo lo que hacemos, es muy raro que no triunfes con ese público al que además de que le gusta tu humor le estás entregando todo lo que tienes. Sin embargo, en el concurso hay muchos condicionantes, no ya en el Teatro, donde la reacción es la que es, sino lo que viene después, que es donde ya se empieza a ensuciar todo.

-Dentro de este entorno, de esta crítica, de esta pasión que es el Carnaval se encuentran los puristas del cuarteto, esos que fustigan sus pases porque no vais con rimas y todo eso. ¿Qué opinión le merece esta corriente? ¿Cómo llevan esas críticas?

-Al principio la llevábamos peor. Es a eso a lo que me refiero de enturbiar un poco el entorno. Parece como que hay que sacarle punto siempre a todo. He tenido charlas con algunos de estos puristas y me dicen 'yo me harto de reír con el cuarteto vuestro, lo que pasa es que...'. ¡Lo que pasa es que no quiere decírmelo! Hay mucha gente que se cree que van a tener un rol como de más sabio del Carnaval o algo por agarrarse a ese purismo. Yo pienso que esto es más fácil; si te gusta, te gusta y si no te gusta, no te gusta. Pero agarrarse a 'sí, pero no rima porque no sé qué, no sé cuanto...' Nosotros no rimamos porque no queremos, 'tío'. Simplemente porque entendemos el cuarteto de otra manera y entendemos el humor más directo y que para parodiar una situación cotidiana es llevar esa situación al extremo del absurdo, pero interpretándola. Yo no voy a comprar una barra de pan a la panadería rimando y entonando 'Daaame una barra de pan, blan, blan'. Creo que todo evoluciona. Esto es otra cosa que siempre nos ha molestado. Yo escucho una comparsa cualquiera y no hay ¡ni una! que me recuerde a Paco Alba. Ni una. ¿Son buenas? Buenísimas. ¿Se ha mejorado cantando? Mucho. ¿Se ha mejorado tocando? Mucho. ¿Escribiendo? Auténticos poetas. ¿Músicos? Auténticas barbaridades. ¿Son peores que las de antes? No, son diferentes. Han evolucionado. Y nadie dice 'es que las comparsas de ahora ya no suenan como las de antes...'. Y además, con otro acicate. La comparsa sí que tenemos todos muy claro cuándo empieza y cómo, en cambio el cuarteto no. ¿Cuál fue el primer cuartero? ¿Cómo era? Y otra cosa. La comparativa del cuarteto de antes con el de ahora, nada más que a nivel de repertorio, no tiene nada que ver con el de antes, que tenía una presentación que duraba no sé cuanto, llevaba una parodia y 'vámono' que nos vamos. Ahora se están haciendo dos cuartetos al año porque los temas libres son parodias. Y para colmo, repite un chaval una parodia y 'es que ha repetido, es que si esto, es que si lo otro...'. ¡Hombre, es que llevamos seis! Es complicado.

-¿Qué le cuesta más, escribir un repertorio para el Concurso o escribir una obra para su espectáculo?

-Para el concurso. Las razones son varias. Estás más encorsetado y tienes que tener mil ojos con todo, como por ejemplo que este personaje no se parezca a este otro que saque tal año ya que el concurso se mueve mucho por comparativas con otros años; o que si este año la manga es más corta que el pasado. Nuestros espectáculos de humor, y eso nos lo ha dado el Carnaval, es un humor constante y eso te lo da el cuarteto, donde si te pegas dos minutos sin hacer reír ya se duda del mismo, que si está más flojillo que el pasado año, que si no es lo mismo, que si ha perdido calidad... Eso lo tenemos tan metido en el coco en nuestros espectáculos que, por ejemplo, en nuestra obra 'La vida es una cachondeo', es todo el rato 'pom, pom, pom..'; dos horas de golpes cada quince segundos o cada diez. Eso es brutal. También el Carnaval es otro concepto, otros códigos. Aunque el humor sea el mismo salvo que en uno es un disfrute y el otro es el mismo disfrute pero en mitad de una competición.

-Lleva tres años sin concursar, dos por pandemia y este porque no ha encajado bien. ¿Se le volverá a ver en el COAC?

-Si las circunstancias se dan, ¿por qué no? Nosotros decimos que el carnavalero que llevamos dentro está ahí siempre y además es que nos apasiona. Yo estoy deseando que empiece este concurso para disfrutar de lo que hacen mis compañeros.

-¿Ve ambiente de Carnaval?

-No, no lo veo. Las fechas son muy extrañas. También hablo con muchos compañeros que me dicen que también están un poco desubicados. Yo pensaba que después de Semana Santa íbamos a cambiar el chip y ponernos en modo Carnaval pero nadie lo hemos conseguido. Además, está entrando el buen tiempo y con él la manga corta, la playa... como que no concuerda mucho con que vayamos al COAC, pero estoy seguro que en cuanto se abra el telón y empecemos a escuchar coplas las vamos a disfrutar. Yo, por lo menos, estoy deseándolo porque me gusta y soy aficionado de toda la vida. Y supongo que esa afición que llevamos dentro nos empujará a sacarlo porque hemos pasado tan buenos ratos en ese teatro y en esa calle que para nosotros es muy difícil decir 'me corto la coleta definitivamente'. Lo que sí hacemos es un ejercicio de responsabilidad porque sabemos lo que requiere ese concurso y ese público y no podemos darle medias tintas. Y como nuestro trabajo bebe de la misma fuente, el humor, si no podemos darle a la gente el cien por cien, pues preferimos quedarnos en casa.

-Por curiosidad, ¿cómo citáis a las musas ya sea para Carnaval o para un nuevo espectáculo?

-No sé cómo trabajan los compañeros, pero nosotros somos un poquito anárquicos. Aunque como todos nos citamos en septiembre para empezar a elaborar la idea, pero como Carlitos y yo nos vemos durante todo el año debido a los viajes con la obra es ahí donde se fraguan muchas ideas. Siempre estamos hablando. O bien cenando, o en el coche, o antes de actuar en el camerino. Y surgen ideas que ya vamos puliendo. Si no hemos dado con una buena, entonces sí que en septiembre nos ponemos por derecho. Es verdad que tardamos mucho en modelar el cuarteto. Ese primer día es el que más no cuesta arrancar, pero no porque le echemos más tiempo, o menos ganas o sea mejor sino porque el primer día es en el que se tiene que presentar bien a los personajes, hay que dar con la naturaleza de los mismos y sacarles esos ticks que tienen que tener, dejar bien encauzada la historia, ver cómo la vamos a seguir. Porque nosotros no sacamos una historia y a ver qué pasa sino que más o menos sabemos que deben ser unos tipos que nos den un desarrollo para llegar a una hipotética final.

-Supongo que con tantos viajes que hacen por su trabajo muchos personajes os vendrán caídos del cielo dadas la cantidad de anécdotas que os sucederán. Lo digo en el sentido de que a lo mejor se topan comiendo en cualquier sitio y ven a un camarero que es un personajazo en toda regla, o van a la playa y ven a otro individuo con mucha gracia... ¿Os pasa esto?

-No, no. Ojalá. Los personajes nos cuestan mucho crearlos. Sobre todo es por lo que decía antes de las comparaciones. No quieres que se parezca a nada que se haya sacado similar y debes centrarte sobre todo en que sus golpes o su forma de ser no canse sobre un escenario en varios pases. No es tan fácil como puede imaginarse. Es verdad que en las obras, los personajes nos cuesta menos crearlos, pero por eso precisamente, porque no somos tan esclavo de las comparativas.

-Ya hemos hablado del Concurso, pero no del Carnaval en la calle que se nos presenta en menos de un mes. ¿Se va a disfrazar? ¿Cómo se plantea este invento de nuestro ayuntamiento?

-Yo no descarto absolutamente nada todavía. Puedo desde sacar una agrupación hasta disfrazarme o disfrutar tranquilamente de las agrupaciones en vaqueros y camiseta.

-¿Y hasta irse a la playa?

-No, hombre, eso no porque a mi me gusta mucho escuchar agrupaciones y, sobre todo, la fiesta de día. Me gusta mucho los domingos y los lunes de coros y evito los jaleos de noche. A lo mejor voy a algunos tablaos, pero no soy de las 5 de la mañana en una calle de no sé donde.

-¿Y qué me dice de la carpa?

-No, no, para nada. Llevo muchos años sin pisarla. Eso es otra cosa que también ha cambiado un montón. Yo recuerdo cuando hace muchos años ibas y te encontrabas a compañeros de otras agrupaciones que identificabas por los tipos. Era un ambiente súper sano. Ya en las últimas veces que fui casi que no distinguías a nadie ni veías a compañeros disfrazados, ni nada. El ambiente de la noche ha cambiado mucho; ahora parece que la gente está más pendiente del directo de Instagram de no sé quién que de disfrutar con la gente que tiene al lado.

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