Coronavirus Cádiz

«Escuchaba llorar a mi mujer desde la puerta de su habitación sin saber qué hacer»

Un matrimonio infectado por coronavirus cuenta cómo ha vivido la enfermedad en una casa de Loreto de apenas 65 metros y con un niño pequeño

Lolo Estefanía, tras pasar el coronavirus, junto a su hijo Manuel. LA VOZ

Nuria Agrafojo

Noches sin dormir, dolores insoportables, incertidumbre y, sobre todo, miedo, mucho miedo. Miedo a verse solos ante lo desconocido y miedo a no poder atender a su pequeño Manuel, que con sólo 4 años, abandera más que nadie el lema del 'Quédate en casa'. Estefanía y Lolo saben bien de lo que hablan , porque el destino ha querido que estuvieran unidos hasta por el coronavirus.

Un caso real, un contagio de los miles que se multiplican ahora por los hogares gaditanos y que no cuentan con mansiones ni atenciones de lujo. Ni ambulancias en la puerta ni pruebas a domicilio. Este matrimonio es una pareja normal y corriente. Una familia trabajadora, que vive en la Barriada de Loreto, en un piso de 65 metros cuadrados y dos habitaciones. Allí precisamente han vivido los que quizás sean los peores momentos de su vida.

«Lo que hemos vivido en casa estos días es de película de Netflix» , comenta Lolo Roca, que se encuentra recuperándose de la enfermedad. «Nadie se puede imaginar lo que hemos pasado en mi casa. Al principio te lo tomas a broma y no te puedes imaginar que el coronavirus te vaya a afectar a ti, a tu familia, pero ocurre y te puede pasar«, relata.

El calvario de esta familia comenzó el domingo 15 de marzo, cuando Estefanía llegó de la farmacia en la que trabaja con algo de tos. De ahí, pasó a la fiebre y al dolor de cabeza. Y desde entonces, una sucesión de síntomas que le hicieron pensar en que algo no iba bien.

«No es una gripe»

«Esto no es una gripe. No tiene nada que ver. Los dolores son insoportables. En la cabeza parece que te está golpeando un martillo y los dolores musculares indescriptibles. Ella me decía que no me lo podía imaginar, que era como si le estuvieran tirando de los tendones», asegura el afectado que aún recuerda con temor los primeros días de la enfermedad en casa.

Siguiendo el protocolo que marca el SAS para el Covid-19, se pusieron en contacto con su médica de Familia, que corroboró que se trataba de un cuadro de coronavirus y que debía de aislarse en casa a la espera de hacerse la prueba que confirmaría que efectivamente se encontraba padeciendo el virus. «La tuve que llevar en el coche al centro de salud de La Paz donde le sacaron la muestra y cuyo resultado tardó ocho días en llegar», asegura este vecino de Loreto.

«Lo que hemos vivido en casa estos días es de película de Netflix»

«Lloraba en la cama y yo intentaba consolarla desde la puerta de la habitación sin saber qué hacer. Te sientes sólo e impotente de no poder hacer nada. Un día incluso tuvimos que llamar al 061 porque no se podía mover. Me decía que estaba rígida y que no podía moverse, así que nos asustamos mucho», recuerda el afectado, a la vez que denuncia las dificultades que tuvo para que alguien pudiera ir a casa a atenderla.

Poco a poco y lágrima a lágrima, esta joven gaditana pudo ir superando la enfermedad, que días después contagió a su marido , que volvió a sufrir todo el proceso, ahora en su propia carne. Entonces se invirtieron los papeles. Manuel pasó al cuidado de su madre y Estefanía se convirtió en el único apoyo de Manuel ante una enfermedad que ella ya conocía a la perfección.

Sin duda, todo un calvario que tuvieron que afrontar en soledad, sin más ayuda que la del uno al otro y la mirada inocente de su hijo Manuel. Eso sí, siempre seguidos de cerca por su familia, que vivió con preocupación y sin poder hacer nada toda esta situación, y también con la ayuda de José Ossorio, un enfermero amigo de la pareja, que siempre estuvo al otro lado del teléfono en los momentos más duros.

Ahora, sin gusto y olfato todavía, por los efectos del virus, Estefanía y Lolo se conforman con saborear los abrazos de su hijo y con mirar desde la ventana a su familia, que cada tarde se asoma al balcón con la esperanza de volver a sentir el cariño de los suyos. Pero ya sólo es cuestión de tiempo. Afortunadamente, aquí, en esta casa de Loreto, han vencido al coronavirus.

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