Crítica del FIT

Criadas malcriadas

“Vaca 35” revisita “Las Criadas” de Genet con un experimento arriesgado y desigual resultado sobre todo por la técnica actoral.

Germán Corona

La compañía hace un vuelo arriesgado estructurando su propuesta en cinco cuadros y dejando a las claras que la obra está basada en la ejercitación o entrenamiento de las actrices.

En la primera parte hay referencias al texto original interpretado a un ritmo explosivo y frenético tanto en la palabra como en el movimiento. Con tintes entre lo fársico y lo melodramático y con una dinámica a ratos caótica, pareciese que estamos viendo un calentamiento que pretende la extenuación de las actrices para algo que vaya a suceder más adelante. Después de varios minutos de carreras y gritos sin ton ni son, se desvela una segunda parte interesante a medias, puesto que lo que sale a relucir es la trastienda del trabajo de actores y actrices con sus miserias, miedos, egos inflados o inseguros. Todo esto, convierte a este episodio en una crítica a la profesión con un grado de sátira a base de adulaciones y reproches descarnados.

Baguete chicloso en mano, y con el objetivo de atragantarse ambas, el tercer episodio parece un simple ejercicio de improvisación y de dicción. Hablar con la boca llena, que se entienda y que haya un diálogo chistoso pseudoimprovisado. Ellas se “alburean” y se lo pasan bien.

Más adelante, y a modo de transición, una prepara unos huevos mientras nos relata todo lo que ejecuta al fuego y la otra se enfunda unos tacones y baila. Y ahora, a comer.

Cuarta parte: comienza la fiesta de cómo conseguir una emoción en escena. Sentadas una frente a otra se insultan sin freno y sin motivación alguna, ¿y qué es lo que resulta de ello? Pues todo lo contrario a lo que una actriz anhela: una emoción pura, orgánica y congruente con la situación ficticia. Lo que vemos es completamente falso, burdo y la parte más efectista de la obra. Todo aquí se deslava por un afán de provocar la emoción en las actrices con gratuidad e impunidad. Mal ejercicio. Mal porque pone de manifiesto la falta de técnica de las actrices, o bien una técnica poco más que elemental del quiero y no puedo o no tengo. Responsabilidad también de la batuta, claro.

Durante la obra se peca de altos grados de falsedad en las acciones: se lava sin lavar, se sufre sin sufrir, se grita sin razón, se insulta sin motivo, se hace limpieza del espacio sin necesidad, etc.

Lo más destacado sin duda, el final . Quinto episodio sosegado, comedido y bien enunciado, sin estridencias ni imposturas y que da algo de sentido al conjunto de dos criadas que sueñan a ser princesas.

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