Covid Cádiz
La esperada víspera de la normalidad
Las últimas horas del estado de alarma y de las medidas más restrictivas de movilidad, horario y aforo se vivieron en Cádiz con expectativa juvenil, ambiente en las calles y ausencia de incidentes
Un año y cuarto después de aquel inolvidable 14 de marzo de 2020 , fecha inicial de todas las alarmas oficiales y del inicio estricto de la peor y única pandemia conocida por la sociedad, llegaba el momento del alivio. La expectativa, la víspera, contiene más alegría que la fiesta misma. Sucede hasta en las menores celebraciones, hasta en los más nimios acontecimientos, así que el efecto de espera feliz era ayer mucho mayor tras 15 meses tan dolorosos , llenos de muerte, enfermedad, temor a las consecuencias económicas y laborales, privación, incertidumbre y miedo, sobre todo mucho miedo.
Los que lo vivían con mayor expectación eran los jóvenes, entendidos entre los 16 y los treintaypocos años, que por fin esperaban una noche sin 'toque de queda', sin orden de estar en casa antes de las 23 horas so pena de multa de incierto cobro. La jornada previa a la supuesta liberación, con toda la prudencia que provoca entre los mayores y los más responsables o aprensivos, se desarrolló en la capital gaditana sin incidentes -a falta de balance oficial de Policía Local y Policía Nacional-.
Las concentraciones de chavales en puntos habituales (Glorieta Ingeniero La Cierva o Santa María del Mar, por ejemplo) fueron ligeramente mayores a las de fines de semana anteriores pero similares. Eso sí, con la perspectiva de que se alargaran más allá de medianoche. El número, porcentaje, de concienciados con mascarilla o en pequeños grupos fue parecido al de jornadas de viernes o sábado precedentes pero con una sonrisa particular entre los que más vida social quieren y más la han perdido en este año y cuarto de contención mayoritaria.
Bares, restaurantes y terrazas, tanto de paseos marítimos como de cascos antiguos, registraron en toda la provincia, aún con luz solar, una notable afluencia de público pero esa concurrencia ya era notable en todos los fines de semana anteriores, especialmente en el previo, con la apertura del cierre perimetral por provincias en Andalucía. Ni siquiera la amenaza de lluvia, con truenos incluidos, durante la tarde fue capaz de disuadir a los ansiosos de aire libre, paseos y mesa compartida.
A partir de hoy, ya no hay limitación horaria para ciudadanos , las mesas podrán ser de ocho o diez, según estén en interior o al aire libre, y los locales de copas o zonas de baile al aire libre podrán abrir hasta las dos de la madrugada siempre que estén en una zona de incidencia baja. La movilidad geográfica, salvo en áreas con alto número de contagios y perimetradas, será total.
Es el principio del regreso de la normalidad o el inicio del fin de la anormalidad más dolorosa , colectiva y compleja que ha conocido la sociedad actual, de niños hasta ancianos. Quedarán las mascarillas, quedarán algunas prudencias y distancias, algunas limitaciones. Pero sobre todo queda la amenaza, la enfermedad nueva. Habrá que confiar en que las vacunas, a ritmo muy alto, ganen el duelo al coronavirus y no se produzcan brotes, focos o picos que hagan a muchos recordar esta víspera de ayer con un lamento.
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