Coronavirus Cádiz
Coronavirus: «Cada vez llegan más adolescentes con depresiones serias»
La psicóloga Rosa Fedriani analiza las consecuencias de un año de pandemia y los efectos psicológicos provocados por la situación de confinamiento
Cambios de hábitos, de trabajo, de relaciones sociales e incluso un encierro en sólo 365 días. L a sociedad se ha enfrentado este año a una situación extrema , que como cabía esperar, ya está teniendo consecuencias en el estado psicológico de la población. Así ... lo constata la alta demanda que reciben profesionales como Rosa Fedriani, psicóloga clínica y psicoterapeuta experta en mediación familiar, que ha dado algunas de las claves de los efectos provocados por esta inesperada pandemia sanitaria. La falta de seguridad y la incertidumbre son algunas de las conductas más repetidas por gran parte de los pacientes que acuden a su consulta.
–¿Está afectando mucho esta pandemia al estado anímico de la población?
–Ahora parece que los problemas aparecieron con la pandemia, pero nuestra sociedad, igual que todas las sociedades del mundo, ya arrastraba unos problemas a nivel social, familiar e individual. Esos problemas tenían ya a los servicios previamente colapsados, y la pandemia no ha venido a solucionar eso sino que ha venido a agravar todo esto. Si alguien estaba deprimido, ahora está más deprimido y si un chico tenía trastornos de conductas, ahora los ha expresado más abiertamente. No es que la pandemia los haya provocado, es que ha venido a romper de golpe todo. En otros casos si tienen más que ver con la pandemia como personas que viven solas y ha perdido sus posibilidades de socialización lo que les ha debilitado los apoyos sociales.
–¿Se ha producido un aumento de las consultas al psicólogo?
–Ha habido un aumento de consultas, tanto en la sanidad pública como privada. Yo estoy ahora mismo con una demanda alta.
– ¿Qué efectos psicológicos está causando la pandemia?
–Depende del tipo de población porque no hay un efecto general. El que se ha quedado sin trabajo, tiene ansiedad, miedo...pero claro, es que no puede dar de comer a su familia, es una reacción natural. A los que la parte económica no les resulta tan dura, les influye más el no poder hacer planes ni tener relación con la familia y los amigos. Pero, sobre todo, hay un efecto general escenificado en ese miedo o incertidumbre al qué es lo que va a pasar mañana. Ya es una costumbre escuchar la frase: «Hasta hoy bien», porque no sabemos si mañana vas a tener Covid o por dónde va a salir tu estabilidad laboral. Estamos en la inseguridad y la incertidumbre y esto está marcando una parte psicológica importante en esta pandemia.
–¿Se están detectando más trastornos que antes?
–Los trastornos son los mismos pero se han incrementado en intensidad. Por ejemplo, últimamente hay nuevas consultas con casos de ansiedad y trastornos alimentarios asociados, que venían de un modo suave, y que se han vuelto potentes con el confinamiento. También hay trastornos de chicos y chicas que estaban estudiando fuera, con lo cual ya eran independientes, y han tenido que volver al núcleo familiar. Esto ha generado tensiones familiares y conflictos, que se han unido a no poder relacionarse con sus compañeros en persona, que les lleva a estar aislados consigo mismos, lo que favorece también la irritabilidad. Son retos de adaptación para la familia.
«Esta pandemia también ha dado lugar a cosas positivas, como el desarrollo de capacidades de adaptación y flexibilidad»
«Estoy empezando a detectar un sentimiento de desgana, de abatimiento y de falta de estímulos»
–¿Qué consecuencias negativas ha tenido el encierro de marzo?
–En el primer encierro se han detectado menos problemas que ahora. Ahora que estamos medio autoconfinados y que guardamos las distancias por responsabilidad, es cuando se están detectando cada vez más casos. El confinamiento perimetral rompe familias. Estoy empezando a detectar un estado que llamarle «depresivo» me parece muy exagerado, pero sí de desgana, de abatimiento, de falta de estímulos y de no tener ganas de hacer nada.
Sin embargo, hay un aspecto muy positivo en todo esto; estamos aprendiendo a desarrollar muchas capacidades de adaptación que no sabíamos que teníamos. Nos estamos adaptando al trabajo online, a hablar por teléfono en lugar de quedar, a dejar la ventana abierta aunque tengamos frío...y eso es positivo porque el avance de la persona es la adaptación y la flexibilización. Aunque desgracidamente la pandemia está dejando a mucha gente atrás, hay otra mucha gente que se está adaptando y está buscando soluciones creativas para afrontar su dinámica laboral o familiar. La vida se reinventa y eso es bueno.
Pero, claro, veníamos de una sociedad muy estable, donde dábamos por hecho muchas cosas y que nos hacían tener una seguridad un poco irreal, y ahora esa seguridad se ha roto. El sentimiento de seguridad de la persona ha bajado mucho y cualquier cosa genera estrés ante la inseguridad que hay.
–¿En qué medida está afectando a la situación familiar?
–A nivel familiar, el confinamiento ha sido como meter una olla a presión. Ha incrementado los problemas. Las personas que tenían daños psicológicos, pues los tiene más graves y se han generado nuevos.
–¿Y a los adolescentes y a los niños?
–Los compañeros del servicio de orientación educativa están señalando que les están llegando adolescentes con situaciones serias. Yo, en consulta, estoy recibiendo a adolescentes con depresiones importantes. Al principio menos, porque ellos estaban más acostumbrados que los adultos a relacionarse a través de las redes sociales, pero a partir de un momento necesitan el contacto personal. Y esa parte de su evolución se les está cortando. En el caso de los adolescentes y las universidades, las clases online están llevando a todo esto. Ese mundo de relación que existe en una clase, no existe, todo ese mundo que es muy bonito también está cortado. También han surgido problemas con relaciones de parejas de jóvenes, que han mantenido la relación por Whatsapp, y estas relaciones llevan a muchos malentendidos. Por lo que hay muchas relaciones tormentosas. El sentimiento de soledad está desarrollándose mucho, ha aumentado el dogmatismo de las ideas en la juventud, en el sentido de que o lo ves como yo o eres el otro, y se están favoreciendo las divisiones de grupos.
Con respecto al sector infantil, en un porcentaje importante, el desarrollo de un niño es motor y social, y ambas cosas están muy cercenadas. No se pueden reunir a jugar en el parque, no se reúnen con los primos. Esos niños se van quedando aislados en su núcleo familiar y esta parte está detenida, incluso de desarrollo motriz grueso. Los niños necesitan jugar al aire libre, necesitan relacionarse. La socialización infantil ha quedado marcada por la pandemia. También a nivel neurológico, en una época en la que el cerebro está en crecimiento, el tiempo nos dirá cómo va a afectar. La pandemia ha paralizado y dificultado el desarrollo evolutivo de la socialización.
–¿Han aumentado las adicciones?
–Han aumentado en la medida de que existían. El que bebía, ahora bebe más y el que fumaba ahora fuma más. Ahora bien, yo no soy experta en adicciones, pero no tengo noticias de que hayan debutado a consecuencia del confinamiento nuevas adicciones más allá de las existentes incluyendo las tecnológicas. Si un sistema tú lo comprimes, la tensión interna aumenta.
–¿Qué consejo le daría a la población para enfrentarse a esta situación que estamos viviendo y que ha cambiado nuestros hábitos, hobbies, manera de trabajar y de vivir, en general?
–Dejar de creer que todo es seguro, , que esta seguridad la tenemos siempre, aceptar las frustraciones como algo normal. Aceptar el dolor y elaborar el duelo.. Valorar más todo lo que tenemos. Adaptarnos a lo que hay y evitar pensamientos negativistas totalitarios, en el sentido de que todo es un desastre.
Es difícil salir a la calle y ver que todo se vende o alquila. Esa sensación de que Cádiz no es Cádiz y que está vacía, es un ánimo general que nos da angustia. Más que pensar que qué mal está todo, hay que pensar en cómo colaboro. Por ejemplo, compra en tu barrio, lo podemos hacer al igual que podemos reciclar. Esa conciencia de ayuda la podemos ejercer eligiendo dónde compramos y dejando el dinero en nuestro entorno y en otras muchas actuaciones en nuestro propio entorno.
A nivel personal, es no desesperar, la capacidad para vencer a la frustración y pensar que esto no es eterno, que lo vamos a superar confiando en nuestros propios recursos pero asumiendo cosas.
–¿Hay sectores a los que esta pandemia ha afectado más que a otros?
–Creo que está afectando mucho a la familia. Se está sufriendo por intentar mantener un equilibrio y la familia sería como el núcleo de este sufrimiento. Si el padre o la madre se quedan parados, es la familia la que sufre esa situación. Todo recae en la familia. Si un hijo, aunque viva solo, está afectado por el Covid o le está yendo mal, o un hijo que ya no socializa, es la familia la que lo sufre. Y si no puedes ir a un mayor a una residencia, también. La familia es la que está absorbiendo el peso.
También hay profesiones que lo están pasando muy mal: médicos y enfermeros, pero también lo están pasando mal los orientadores de institutos, que están recibiendo una demanda altísima de chavales y familias; los trabajadores sociales.. Hay muchas profesiones que están en primera línea de recoger la necesidad de la situación.
–¿Hay un aumento en el consumo de antidepresivos y ansiolíticos?
–Sí se ha producido un aumento en el consumo de estos fármacos. Sobre todo, por el confinamiento y aspectos derivados de la pandemia como el paro, las clases online o el teletrabajo, También el teletrabajo ha limitado aspectos positivos como la relación con los compañeros.
Aunque ya era alto el consumo de este tipo de fármacos también desde antes de la pandemia, porque los conflictos y problemas ya venían de atrás. Estamos en una sociedad que no está configurada para aceptar los golpes y enseguida quiere calmar el dolor y cuesta dar el tiempo para aceptar la situación.
La pandemia está dando una pérdida de seguridad y certidumbre. Nadie tenemos seguridad de nada. Pero también ha dado lugar a cosas positivas, como el desarrollo de capacidades de adaptación y de flexibilidad.