Cádiz

El concejal de Urbanismo acusa a la patronal hostelera «Lloreca» de «bramar por privilegios de unos pocos» y «llamar al pánico» contra los intereses vecinales

Martín Vila defiende que «las discrepancias en una coalición pueden salir hacia fuera, sin miedo, hay que romper ese molde» para admitir enseguida que ha pactado con el alcalde cortar el cruce de declaraciones de reproche entre ambos

Ana Fernández, el alcalde y Martín Vila en imagen de archivo durante una comparecencia en el Ayuntamiento. LA VOZ

LA VOZ

El cruce de declaraciones entre dos miembros del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz, el concejal de Urbanismo y Movilidad, Martín Vila, y el alcalde, José María González Santos , ha llegado a su fin. Después de 48 horas de contradecirse y reprocharse en público, a través de titulares de prensa y declaraciones en radio, el primero afirma que no van a seguir por este camino, que han tenido ocasión de dialogar en la Junta de Gobierno de esta mañana de viernes y que el intercambio de palabras seguirá «con un diálogo interno». Es decir, afirma que no va a volver a pasar para decir, casi al mismo tiempo, que aquí no ha pasado nada.

Porque curiosamente, Martín Vila defendía este regreso a la discreción después de asegurar que «las discrepancias, las diferencias y los roces, los debates, son normales en una coalición. No es ni la primera, ni la segunda, ni la última vez que sucede. Hay que romper el molde y el miedo de sacar los debates internos de un Gobierno hacia fuera. No hay crisis más allá de tener y mostrar opiniones distintas », algo que el edil de Movilidad y Urbanismo considera una actitud propia de «partidos de izquierdas». Acto seguido anunció que ambos, regidor y edil, del mismo equipo municipal, no seguirán aireando sus diferencias en los medios de comunicación y lo harán a puerta cerrada. Lo hizo a preguntas de los periodistas en la rueda de prensa telemática celebrada tras la Junta de Gobierno.

La polémica con el debate público entre ambos miembros del mismo Gobierno y su origen, la conocida como ordenanza de terrazas, monopolizó la intervención de Martín Vila y Lorena Garrón, portavoz convertida en esta ocasión en espectadora. La aplicación de esta normativa, que controla y limita la ubicación y extensión de sillas y mesas en todo el término municipal de Cádiz, ha sido el último motivo de enfrentamiento entre alcalde y delegado de Urbanismo . El primero acusa al segundo de ser inflexible en calles como La Palma y perjudicar a bares y restaurantes, el segundo acusa al regidor de preocuparse sólo por esa calle e impulsar una excepción allí por ser vecino de ese barrio, La Viña. Uno parece desautorizar al otro. Éste parece rebelarse ante la supuesta autoridad de aquel. Todo, en público.

A la yugular de 'Lloreca'

Entre ambos, los hosteleros, o una parte, «una minoría» representada por su patronal, Horeca . A este colectivo empresarial, el agrupado «y no la gran mayoría de la hostelería gaditana que cumple, trabaja, pelea, sale adelante y respeta a los vecinos» dirige Martín Vila un descarnado ataque. Sin llamarlo por su nombre, acusó a su «presidente eterno», Antonio de María, de perseguir «que se prolonguen los privilegios que unos pocos hosteleros a los que representa tenían hasta hace seis años, cuando se hacía lo que ellos querían sin contar con vecinos, consumidores o personas con problemas de movilidad. Era un ordeno y mando de esta minoría de 'Lloreca'».

Con ese término, calificativo creado por el escritor, divulgador y productor gaditano Javier Osuna hace años, se refirió varias veces a esa pequeña parte de la patronal a la que considera quejica y llorona de forma injustificada. Criticó «las llamadas al pánico de esa patronal, bramando con un discurso apocalíptico que anuncia la destrucción de la actividad y de los empleos . Ya lo hicieron en el proceso de peatonalización del Paseo Marítimo y cualquier gaditano ha podido ver que los locales de esa zona siguen con su actividad, incluso han reabierto algunos que estaban cerrados. 'Lloreca' se dedica a atizar constantemente para tratar de mantener sus privilegios».

Vila acusa a ese sector de empresarios agrupados en la patronal de «defender sólo los intereses de sus asociados sin pensar en el resto de los vecinos» e incluso habló de «abuso» en las instalación de terrazas que llegan a impedir «que pase el carrito de un bebé o que queden los tres metros libres exigidos para el paso de vehículos de emergencias, la distancia de las mesas y las sillas de los portales o las ventanas... Lo más básico. Ahora, en las mesas de diálogo participan diversos colectivos y tenemos diferentes prismas, no sólo el de un sector minoritario de los hosteleros y empresarios».

«Lo de 'Lloreca' es de traca», concluyó antes de asegurar que la reducción de terrazas en la calle de La Palma sigue adelante porque «se trata de aplicar la normativa, no sólo en esa calle, en toda la ciudad. Parece que Cádiz es sólo la calle de La Palma ». En esa calle viñera, barrio del alcalde, es donde se origina el roce político porque el regidor defiende a los hosteleros de la zona de la mengua de sus zonas de sillas y mesas. Así que esta frase puede considerarse el último reproche de Vila a Kichi antes del cese de las hostilidades públicas, el último tirito.

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