Cádiz

El bebé confinado en un piso turístico será desahuciado un año después

El sector del alquiler vacacional cedió una vivienda para la familia de Iván, sin un techo bajo el que dormir por la pandemia, pero la iniciativa solidaria ha acabado en los tribunales

La familia de Iván, la pasada semana. Francis Jiménez

Fran M. Galbarro

Iván Pinto, uno de esos tantos gaditanos obligados a emigrar por motivos laborales, tenía hasta hace un año una vida sin sobresaltos en Valencia junto a su pareja, María del Carmen Riego. Ambos compaginaban trabajos en la construcción y la peluquería con el hasta ahora pujante sector turístico y hostelero.

En febrero pagaron la fianza para entrar en un piso de alquiler y aprovecharon unas semanas libres para volver a Cádiz. El objetivo era que Maricarmen, embarazada de ocho meses, conociese a la familia de Iván. Sin embargo, coincidiendo con el Carnaval, el gaditano aceptó un empleo temporal en la hostelería:«Tuve iniciativa, cambié varios platos que funcionaron y les gustó cómo trabajaba, así que me ofrecieron quedarme , pero les dije que sólo si era indefinido; sabía que si no era imposible conseguir un alquiler en Cádiz»

El dueño del restaurante se comprometió y la pareja pidió la devolución de la fianza del piso de Valencia para quedarse a vivir en Cádiz, donde la pandemia les asestó un golpe del que aún no se han recuperado. Días antes de firmar el contrato indefinido comenzó el Estado de Alarma y, por si fuera poco, un conflicto familiar les dejó en la calle. Sin techo bajo el que pasar la noche, tuvieron que pedir permiso a su nuevo jefe para dormir en el bar con Maricarmen a punto de dar a luz.

El recién nacido Iván, en la vivienda cedida el pasado mes de abril durante el confinamiento. Francis Jiménez

Fue entonces cuando Asuntos Sociales les alojó en un piso de alquiler vacacional gracias a un acuerdo entre Alquiler Vacional Cádiz, empresa de gestión de viviendas turísticas, y el Ayuntamiento. LAVOZ publicó la historia del nacimiento de bebé Iván, que llegó al mundo en la semana más dura de la pandemia para confinarse en aquel piso turístico gracias a la solidaridad del sector.

Ninguna de las partes implicadas imaginaba por aquel entonces que once meses después se mantendría esta situación de inestabilidad. «Pensábamos que iba a durar sólo unos meses y que después volveríamos a trabajar. Pero el bar quebró, nos dejaron dinero a deber y todo fue a peor», resume Maricarmen.

La madre mantiene a su bebé en brazos en la azotea de una finca en la plaza de San Antonio mientras repasa lo vivido en estos meses. Las vistas son privilegiadas y el piso, situado en un lugar estratégico para que los turistas disfruten del casco histórico, dispone de lo esencial para los miles de visitantes que llegaban cada semana en el Cádiz prepandémico. Hoy sigue sin haber turistas, pero el periodo de solidaridad ha dado paso al conflicto: la familia, sin contrato, se niega a entregar las llaves al propietario de la vivienda y una orden de desahucio les obliga a abandonarla el próximo 2 de marzo.

La pareja, en la azotea de la finca en la plaza San Antonio. Francis Jiménez

El primer convenio entre el Ayuntamiento y la empresa turística finalizó en junio y, tal y como Iván esperaba, ninguna inmobiliaria de la ciudad aceptó llegar a un acuerdo de alquiler tradicional sin un contrato de trabajo indefinido que lo avalara. Tampoco les sirvió la ayuda de Asuntos Sociales porque, como sufren a diario muchos gaditanos, los propietarios evitan esos compromisos ante la tardanza de la administración en abonar la mensualidad.

La empresa Alquiler Vacional Cádiz, conocedora de su problema, les ofreció durante el verano un nuevo piso turístico –el que actualmente okupan en San Antonio– por un precio de 700 euros al mes; Asuntos Sociales pagaría una parte y los inquilinos otra. Maricarmen encontró un empleo a tiempo parcial en una peluquería y, junto a otras ayudas de asociaciones como Cáritas, fueron tirando. Pero el problema se repitió en septiembre, cuando el propietario pretendía emprender unas reformas y no quiso renovarles el contrato.

Iván y Maricarmen decidieron entonces no entregar el piso y la empresa que gestiona la vivienda llevó el caso a los juzgados. Tras un primer lanzamiento suspendido, la orden de desahucio se hará efectiva el 2 de marzo.

Las empresas turísticas son algunas de las más afectadas por la pandemia: «Esa labor social es de la administración y la hacíamos nosotros»

El sector turístico sufre el desgaste de la pandemia meses después de la iniciativa solidaria. Pocos imaginaban en marzo que el impacto de esta crisis fuera a alargarse tanto en el tiempo y aprovechan estos meses de parón para acometer reformas en las viviendas.

El cofundador de Alquiler Vacacional Cádiz y también portavoz de la Asociación de Viviendas Turísticas de Cádiz, Luis López, considera que la pareja «ha abusado de nuestra confianza» tras forzar esta situación. Entiende las dificultades que ha supuesto la pandemia para todos, pero considera, casi un año después, que «esa labor social es de la administración y la estábamos haciendo nosotros» . Además, recuerda las dificultades por la que está pasando el sector y las pérdidas de los propietarios.

Durante el encuentro en la vivienda en San Antonio, la pareja intenta explicar todo lo ocurrido con detalle, aportando pruebas que sostienen su relato: contratos, conversaciones de whatsapp, registros telefónicos y todo tipo de documentación. Consideran que es una situación injusta, que están en un callejón sin salida y que ellos no tienen la culpa. « Es la primera vez que nos vemos en estas. Nunca hemos tenido problemas de trabajo», asegura Iván. «Yo hasta ahora había ido cambiando de empleo por mejorar mi situación, no porque se acabase un contrato, ni siquiera en la última crisis. Tengo idiomas y he trabajado en Italia y en Estados Unidos. No podíamos imaginar que pasaría esto», apunta su mujer.

La puntilla llegó hace unas semanas, cuando les fue denegado el Ingreso Mínimo Vital al tenerse en cuenta los ingresos de 2019; entonces su vida era radicalmente distinta. Ambos están al día de las escasas oportunidades laborales que surgen en la Bahía de Cádiz: la apertura de un supermercado en la Zona Franca, la llegada de Amazon a El Puerto... Aseguran que han buscado trabajo a la desesperada, «donde sea» , pero las medidas restrictivas y la pandemia lo dificultan todo.

¿Cuál ha sido el momento más duro en los últimos meses? «Ahora, sin duda», responde Iván, que saca de su bolsillo varias monedas que suman menos de dos euros:«Esto es lo que tengo de dinero. Ahí tenemos un paquete de pañales y anoche nos quedamos sin toallitas. Estamos esperando que Cruz Roja nos dé esta semana unos alimentos y una ayuda de 20 euros».

F. J.

Iván habla desde la desesperación y explica con detalle situaciones naturalizadas en el día a día de colectivos que viven en exclusión social, ahora acentuadas por las consecuencias de la pandemia. «Voy a entregar currículums a los sitios o a Asuntos sociales y me dicen que tengo que llamar por teléfono o hacerlo por Internet. ¡Pero si no tengo dinero ni para hacer una llamada! Esta semana he pedido a una amiga que me recargue cinco euros en el móvil y estoy tirando, pero cansa mucho, no te entienden. Tengo 40 años, quiero trabajar y estar así es deprimente» , lamenta, mientras pide una vez más que en el artículo quede claro que están dispuestos a trabajar donde sea: «Imagínate cómo tengo que estar para querer salir en el periódico;luego te reconocen por ahí, eres el que se ha quedado en la calle, y eso es duro».

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