Cádiz

Los Chinchorros: aquí tiene su piso 22 años después

El alto ritmo de las obras hace creer que una parte de los afectados, ya superado el laberinto económico y administrativo, podrán tener sus casas a finales del próximo año

Estado actual de uno de los edificios de viviendas de la promoción Nuevo San José. F. Jiménez

J. Landi

La publicidad, inevitablemente ilusionante, dice que la Residencial Nuevo San José, en Cádiz, es una “magnífica promoción de viviendas de obra nueva , en el corazón histórico. Abierta al frente marítimo de la Tacita de Plata, en la Costa de la Luz”. A las leves imprecisiones geográficas (no está en el corazón histórico de Cádiz) hay que sumar unos precedentes muy difíciles que esta nueva cara brillante oculta, de forma legítima. Una tortuosa historia de un cuarto de siglo.

Tan difícil y larga ha sido la trayectoria de esta promoción inmobiliaria que muchos de los que soñaron con estos pisos que ahora se anuncian como “ 92 exclusivas viviendas de 1, 2 ó 3 dormitorios, acabados de calidad, plaza de aparcamiento y posibilidad de trastero, excelente distribución con espacios amplios y luminosos ” ni siquiera van a poder verlos. En todo caso serán sus hijos o familiares los que puedan pisar el piso que trataron de comprar de forma legítima sus progenitores, antes de que los laberintos económicos de bancos, constructoras y crisis les confundieran durante más de dos décadas.

La reanudación de las obras en Los Chinchorros es una realidad desde el pasado otoño , por fin, tras 14 años sin el menor movimiento, convertido en uno de esos monumentos a la recesión y a la decadencia formados por paredes sin cerrar ni cubrir, de ladrillo visto, convertidos en refugios para indigentes, aspirantes a toxicómanos o adolescentes con ganas de aventura urbana.

Servihabitat (que viene a ser Caixabank) y un fondo de inversión, pero sobre todo la perseverancia cívica de los afectados, han convertido la persistente decepción de Los Chinchorros en Residencial Nuevo San José . La reanudación de la urbanización de San Juan Bautista debe rematar el entorno más deteriorado, subdesarrollado e infraurbanizado de Extramuros.

A la promoción de Los Chinchorros y el abandono de las últimas, contiguas, casas bajas hay que sumar el proyecto de conversión del Cementerio de San José, también colindante, en un parque cuya aprobación plenaria procede de 1992 sin que se haya plantado aún medio metro de césped. El proyecto ha sido tan largo y complejo que el concejal de Urbanismo, Martín Vila, destacaba el pasado octubre "la dimensión humana del proyecto", por los dramas familiares que ha provocado . La importancia de la recuperación de las obras, al fin muy avanzadas tras seis meses de recuperación pese al parón de la Alerta Sanitaria, es tan simbólica que el edil aseguraba que solventa una parte de "la herida urbanística abierta en el barrio de San José".

La profundidad de esa herida es tal que resulta imposible de explicar sin caer en el simplismo de un resumen. Un promotor, amparado por una reforma del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), se animó en el año 2000 a poner en marcha una promoción de pisos que daría una vivienda a los que dejaran las típicas casitas bajas de la zona . Luego, animado por el furor constructor de la época, amplió las previsiones y vendió -sobre plano- ese mismo sueño también a personas, parejas o familias llegadas de otros barrios y zonas. En total, unas cien unidades se habían comprometido con pagos y señales, con mensualidades o compromisos bancarios, según Marcelo Villacorta, presidente de la asociación de afectados de Los Chinchorros .

Aquel plan inicial, lastrado por alguna negligencia y cierta ambición del promotor, se retrasó hasta ahogarse en la crisis inmobiliaria de 2008 . El banco cerró el grifo y la promoción se paró, en seco. Entre ese centenar de familias o particulares dañados había varias casuísticas. Los hubo que habían sido realojados y se veían en la obligación de pagar un alquiler sin tener el piso prometido. Los hubo que tenían un plan de vida que no podía paralizarse durante tantos años (van unos 20 de espera), incluso los que dejaron de estar interesados porque ya no les salían las cuentas (del dinero o del tiempo) o porque ha cambiado su situación laboral. Villacorta recuerda que incluso algunos han fallecido en la espera.

Después de unas complejísimas y largas negociaciones con los bancos “que apenas tienen precedentes en España” , según el presidente de los afectados, la situación se resolvió. Habían pasado años de parálisis. La deuda de los aspirantes a propietarios de los pisos inexistentes quedó saldada por fin, muchos recuperaron parte del dinero invertido en una espera infructuosa o recibieron algún tipo de indemnización, se les liberó -en otros casos- de los asfixiantes compromisos de pago, unas deudas feroces por un piso que nunca iba a existir. “Ese acuerdo, satisfactorio para una mayoría, bastante positivo dentro de la enorme dificultad de la situación, fue la buena noticia, la que nos hace sentir orgullosos”, afirma Villacorta. Tener el piso ya era secundario.

El final feliz de ver a esas cien familias o personas ocupando pisos en los pisos nuevos, los que al fin se reconstruyen como Nuevo San José ya será otra historia . Una vez liberados de la soga del fiasco anterior, casi eterno, de Los Chinchorros, habrá algunas que sigan interesadas, que puedan y quieran llegar a un acuerdo hipotecario para tener el piso allí por fin, casi un cuarto de siglo después. Otras, ya libres de la deuda y la espera, optaron por otra vivienda hace mucho tiempo.

“Hay un caso de una persona muy mayor, a la que conozco de niño, que ha decidido que ya no le interesa, que prefiere seguir tranquila lo que le queda de vida, sin esa deuda pero sin interés por ir a esa casa nueva”. Finalmente, cuando las negociaciones particulares prosperen, el presidente no sabe si será una cuarta parte, un tercio, de aquellos primeros afectados los que acabarán con piso en Nuevo San José pero resalta que le queda la alegría, el alivio, de ver que la mesa de negociación de afectados, Ayuntamiento y bancos pudo liberar a los atrapados en la trampa de la primera promoción fallida, aquella iniciada en el año 2000.

Villacorta afirma que el ritmo de las obras de la nueva promoción es alto y “ todo hace pensar que se pueden cumplir los plazos. Ni siquiera la Alerta Sanitaria ha provocado un parón de más de dos o tres semanas ”. Por lo tanto, confía en que los primeros pisos puedan ser ocupados a finales de 2021 ó en 2022. Habrá pasado por entonces casi un cuarto de siglo del inicio de la primera promoción. Muchos de los que se embarcaron en esa aventura, tortuosa durante tantos años, ya no estarán para verlo. Otros no querrán. Muchos pudieron superar la pesadilla con otra vivienda o recuperando buena parte de lo invertido. Lo que queda claro es que al fin habrá pisos en Los Chinchorros, en San José. “Allí nos veremos para brindar y para agradecer el esfuerzo y el sufrimiento de tanta gente durante todo este tiempo”.

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