Homenaje | Cádiz CF
Álvaro Cervera, inmortal
El entrenador del Cádiz recibe un particular homenaje con un retrato al óleo de asombroso realismo realizado por un artista gaditano tras una broma radiofónica
Todo empezó como una broma, como tantas cosas que resultan ser serias, que merecen la pena. Una llamada de teléfono a un programa de radio, cuando el Cádiz Club de Fútbol estaba en un momento delicado . Noche del sábado 11 de julio. El equipo amarillo se jugaba el ascenso a Primera División. Jugaba en casa. Ante un Fuenlabrada que todavía nadie sabía que era gafe, mufa. Bastaba empatar. Los amarillos perdieron. Toda la ciudad vestida del color del sol desde la mañana, paseando ufana con la certeza de que tocaba día grande. Grande fue la decepción. En esa velada agridulce, porque el ascenso ya se intuía inevitable y lo fue al día siguiente, uno de los pintores más premiados y celebrados de Cádiz, muy futbolero además, llamó a la radio y ofreció un chascarrillo inocente, equidistante entre la realidad y el consuelo, para quitarle hierro a la situación. Si el Cádiz subía al día siguiente, domingo, le ofrecía un retrato al entrenador cadista. Así fue.
Aseguró que admiraba al técnico Álvaro Cervera, justo en esa noche tan decepcionante , víspera de la satisfacción total, que era como su Cholo Simeone. Se da la circunstancia de que el artista es tan colchonero como cadista, tan indio como amarillo. Aseguró en antena, en público, que le haría un retrato al óleo en su estudio porque iba a ascender, porque era el técnico con más partidos oficiales en el banquillo de sus amores (los del pintor), porque quería y porque sí. Que se prestaba… Si el modelo en cuestión aceptaba.
“Fue todo entre broma y apoyo a Cervera pero lo suyo era cumplir con lo que dije. Me cae bien Cervera, es mi Cholo [Simeone] y me ilusionaba hacerlo”. Pepe Baena, pintor con un estudio que derrama color y vitalismo en la calle Cobos, es el autor del cuadro y la idea. Gracias a un amigo logró contactar con el entrenador cadista y pudo comentarle la anécdota radiofónica. El técnico, con fama de hombre de rectitud intimidante, muy tímido y reservado, mostró una colaboración absoluta. “No es que fuera amable, es que fue muy, muy amable. Muy colaborador y afable. Tanto en la conversación como cuando fue a posar al estudio, que es como mi casa”.
Baena prefiere guardarse los detalles de la conversación con el técnico , así como el precio del cuadro, si lo vendió, lo vende o no, si habrá más copias. No quiere “hacerse publicidad” a costa del entrenador y de un éxito oportunista, impostor siempre. En el fútbol, además, efímero y cambiante. El retrato, en cambio, quedará. Es una muestra del talento del pintor, que causa un impacto sorprendente, con la fuerza añadida de transmitir el carácter de Cervera, su mirada exacta en un momento tan especial, en los días posteriores al ascenso del Cádiz, el primero en 15 años.
Hubo un tiempo, no tan lejano, hasta principios del siglo XX, en que los retratos, la pintura personificada, tenían un prestigio social incomparable al que tuvo, luego, la fotografía, más coral, periodística, impersonal, industrial, documental. Eran prueba de preponderancia, documento de mérito social, personal, familiar o artístico. Cervera, hombre de la vieja escuela, ha sido fiel a ese precepto también. Ya tiene el suyo. En casa, o no. En el estudio, o no. Da igual. Eso es algo que queda entre retratista y retratado.