Huelga del Metal

40 años sin paz ni pan

La semana de disturbios revive en el recuerdo de los gaditanos y de toda España cuatro décadas de incidentes, espaciados en el tiempo pero siempre ligados a la imparable decadencia de una industria mitificada

La silueta de un manifestante se recorta ante una cortina de humo lacrimógeno en el puente Carranza, 2004. A. Vázquez

P. L. G.

Belfast está muy lejos. Una película magnífica que se estrena en enero con ese nombre aspira sin duda a los mayores premios en el mundo y acercará esa ciudad a cualquier otro lugar del planeta. También a éste. Cádiz no sufre una conspiración del ... universo en solitario. Ni Vigo, ni Algeciras o Avilés, Bilbao ni Nápoles . Ni cualquier lugar, cualquier vecindario, es tan distinto a otro a miles de millas náuticas. En ese espléndido largometraje se narra un episodio personal que, como la buena literatura, la mejor música (también la tiene), cualquier guion o libreto habla de casi todos, de cualquier sitio similar. Hay diferencias brutales, claro, circunstanciales. En Belfast, por ejemplo, en 1969 hay una sádica guerra que se droga con nacionalismo y religión, las dos peores plagas. Aquí no hay noticia reciente de eso. Pero son más las coincidencias. Una ciudad mediana o grande, portuaria, clavada en mitad de un gran mar, de un océano, por el que pasaron la historia, los barcos, la riqueza, el negocio sin bandera, el dinero, la ingeniería, la industria... Pero sólo queda de lo primero.

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