Cádiz

10 personajes populares y singulares de Cádiz durante el último siglo

El último libro del escritor local Julio Molina Font ha sido uno de los más vendidos en las librerías gaditanas durante las fiestas

El autor selecciona algunas de las personalidades con identidad propia que ha dado de sí Cádiz en los últimos cien años

Portada del libro ‘Personajes Populares y Singulares de Cádiz en el último siglo’.

Fran M. Galbarro

Hay personajes que quedan en la memoria colectiva de los gaditanos incluso por delante de los nombres con espacio en los libros de historia. Por si el paso de los años pasa por encima de ellos, Julio Molina Font sigue obcecado en evitar que ese Cádiz que muchos recuerdan con nostalgia caiga en el olvido. Y su última obra es un claro ejemplo de ello.

‘Personajes Populares y Singulares de Cádiz en el último siglo’ es uno de los libros más vendidos en las librerías de Cádiz en el último mes. El autor desarrolla el listado de personalidades ilustres que dio de sí el siglo XX en la tacita. Comerciantes, artistas, religiosos, flamencos, gentes de los reñideros de gallos de pelea, del muelle... Los ha enumerado uno a uno, aunque reconoce que se quedó sin espacio para tantas anécdotas. Habrá una segunda versión.

«Para mi, un personaje popular es el que tiene una identidad propia , que consigue entrar y participar en la vida de los pueblos, por sus aptitudes, conocimientos y forma de actuar, y no sólo por el imaginario popular a consecuencia de una fisonomía que produce el impacto a la vista de sus conciudadanos». Así resume este escritor gaditano el filtro establecido en su libro.

Las particularidades de los personajes elegidos eran muy conocidas en su época. Como reconoce el propio Font, algunos de ellos, sobretodo los más humildes y relacionados con el apartado ‘De la calle’, «no gozaban de mucho intelecto», pero «se merecían un respeto y admiración por cargar con la vida que le tocó vivir» . «He tratado por todos los medios contar estas historias con el debido respeto, como se han merecido estos personajes, dignos de máxima consideración por mi parte».

En el libro se rescatan hasta 41 nombres conocidos por todos hace unas décadas. El Mellizo, Cojo Peroche, Pepín de Casa Crespo, Los Pimpis o Manolo el Aviador son sólo algunos de ellos. El autor ha realizado una selección de 10 personajes , dos por categoría, para LA VOZ:

1

Manolo el Aviador

El apodo no venía de su oficio, que era otro: el de limpiabotas. Su forma de ver la vida cambió cuando se topó con Rodolfo Bay. El hijo del cónsul de Suecia y Dinamarca, que sí participó en la Guerra Civil como aviador y murió con más de 12 millones de kilómetros de vuelo recorridos, solía invitar a muchos gaditanos a dar una vuelta en su avioneta , que despegaba y aterrizaba en la playa.

Manolo fue el invitado elegido un día y el pasaje le cambió para siempre. El vuelo le emocionó tanto que Bay le regaló una chaqueta de aviador, lo que le valió para contar durante años que había estado en la guerra como piloto. El sobrenombre de aviador se quedó para los restos.

2

Matías Prats

También conocido como el catalán (tuvo que emigrar varios años a Barcelona), era un experto en imitar al periodista del momento . Era habitual encontrarle en la calle Sagasta con las manos cerca de la boca, formando un micrófono, retransmitiendo los partidos de fútbol con la voz del célebre narrador.

Con el cachondeo asegurado, muchos gaditanos se reunían en torno a él cada día para ver el espectáculo. En una ocasión la Policía interpretó el guirigay poco menos que como una reunión subversiva en plena dictadura. Cuando los agentes se acercaron al grupo, el Matías Prats gaditano también narró el momento, a su manera: «En este instante entra en el Santiago Bernabéu el Jefe del Estado». Todo su público le acompañó: «¡Franco, Franco, Franco!».

3

Cojo Peroche

Íntimo amigo del Beni de Cádiz, era habitual encontrarle en La Privadilla, punto de encuentro entre flamencos y toreros en la plaza Gastar del Pino. «Melenón, con voz de media lengua y mucho arte», solía acudir vestido de bandolero y era muy conocido especialmente por su particular baile, influenciado directamente por su cogera.

Hijo de un pescadero conocido como Peroche, que pregonaba la oferta de sus pescados a través del cante flamenco , mamó desde pequeño la influencia del barrio de Santa María. Su hermano fue el famoso cantaor Manolo Vargas.

4

El Beni

Uno de los más conocidos de la lista por su trayectoria en el mundo del flamenco. Alcanzó la fama junto a Manolo Caracol y, tras una gira por América, abrió un bar en Sevilla. Sin embargo, era un gaditano muy conocido en su ciudad, donde pasó una parte importante de su vida. Este virtuoso del compás, nació en la calle Hércules y se dio a conocer por primera vez en un tren entre Cádiz y Jerez , donde cantó con tan sólo 11 años.

5

Pepe Manteca

El fundador y padre de los actuales propietarios del negocio fue un buscavidas desde pequeño , tocando todos los palos posibles. Trabajó como almacenero, tuvo una tienda de catavinos, se dedicó al toreo como novillero e incluso a los gallos de pelea, donde destacó haciendo las Américas. Tal y como recuerda Julio Molina, tanto en Cádiz capital como en la provincia hubo varios criaderos de gallos, generando importantes beneficios en la época; se habló de que en torno a 6.000 gallos de la provincia fueron a parar a las Américas.

Pepe el Manteca , de orígen cántabro, decidió dar un giro al negocio para convertirlo en una tasca típica que empezó a destacar en la transición, cuando el sitio se puso de moda entre los políticos del momento. Poco a poco el lugar fue ganando fama hasta hoy, siendo uno de los establecimientos más conocidos y característicos de la tacita.

6

El Cubanito

Cuando su padre falleció cruzó el Atlántico para volver a Cádiz junto a sus hermanos y su madre, de origen gaditano. Se dedicó durante años a la venta ambulante de puros supuestamente cubanos... aunque en el fondo eran de la tabacalera con una vítola incorporada por él mismo.

Pero su punto fuerte estaba en otro producto: los preservativos , que durante la época franquista estuvieron prohibidos. Reconocible por su aspecto elegante, siempre con gabardina, la clientela habitual sabía que con él podían obtener los demandados anticonceptivos, empaquetados y disimulados entre colonias y cigarrillos.

7

Pepín de Casa Crespo

Aprovechó el negocio familiar, dedicado en principio para la venta de vinos y después a cubertería, para vender aves exóticas . Todo empezó por unos canarios que tuvieron gran éxito, pero fue a más.

Al tiempo, lo mismo vendía un galápago, que una tortuga o un mono. Al día siguiente, traía una cobaya, un loro o un camaleón. La trastienda del negocio, llena de animales cuya venta estaría prohibida hoy, se convirtió en un misterio para todo Cádiz que acabó incluso mostrándose en una chirigota, ‘Los conquistadores de la trastienda de Casa Crespo’, en 1988.

8

Los Pimpis

A falta de uno, Los Pimpis eran varios personajes fácilmente reconocibles en el Muelle y San Juan de Dios. Chapurreaban un inglés macarrónico , una capacidad convertible en oro en el Cádiz del siglo XX.

La flota americana atracaba los barcos y paseaba a los militares por Cádiz, llevándolo a uno de sus principales lugares de interés: cabarets y casas de prostitutas. Durante años, estos establecimientos estuvieron cerrados, pero Los Pimpis conocían los escondites que escapaban a la ley.

9

Doctor Salva

Este médico gaditano decidió participar en un concurso radiofónico en Madrid recordado por muchos. En cada programa le planteaban nuevas preguntas y la posibilidad de plantarse. Si fallaba, perdía todo el dinero. Jornada a jornada fue aceptando los retos hasta que se plantó, siendo famoso en medio país y con 250.000 pesetas en el bolsillo.

Su llegada a Cádiz fue apoteósica, deteniéndose anteriormente en todas los los pueblos de la carretera provincial. «Era como si viniera el jefe del Estado», recuerda el autor. Cádiz entero sabía en qué había gastado su dinero nada más volver a la ciudad: en un Renault y cinco lavadoras que entregó a los pobres de la ciudad.

10

Cubano Carlos Agüero

Este gaditano de adopción llegó a la tacita en tiempos de Fidel Castro tras ser supuestamente detenido en su país. Con este pretexto, se puso en huelga de hambre con ayunos de 15 días o de un mes para sacar dinero para los disidentes cubanos. Sin embargo, muchos sabían que todo «era un cuento», explica Julio Molina. Le metieron en una urna de cristal con cinco candados y, según las malas lenguas, por una pequeña puerta le iban metiendo la comida. La chirigota Los Figaros, de Paco Alba, le dedicó uno de sus cuplés en 1964.

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