TRIBUNALES

«He matado a la persona que más quería»

El autor confeso de la muerte de la jerezana Raquel Barrera cuenta con todo detalle y por primera vez en el juicio cómo acabó a cuchilladas con la vida de su mujer

El acusado y autor confeso de la muerte, en el juicio

M. ALMAGRO

Con todo detalle. Así ha relatado este lunes el autor confeso de la muerte de Raquel Barrera cómo acabó con la vida de su mujer aquella madrugada del 6 de abril de 2014 en el domicilio de ambos en Jerez. José Antonio Cantalapiedra expuso por primera vez (no lo hizo ni ante en Comisaría ni en instrucción) lo que ocurrió de manera pausada, sin titubeos y en apariencia tranquilo en el juicio contra él que ha arrancado esta semana en la Sección Octava de la Audiencia Provincial.

El acusado respondía a las preguntas de las acusaciones y de su defensa ante el jurado que decidirá sobre los hechos por los que la Fiscalía de Género solicita 18 años de prisión por un delito que califica como asesinato con el agravante de parentesco, mientras que las acusaciones particulares, ejercidas de un lado por los padres de Raquel, y de otro, por su hijo, elevan dicha solicitud de condena a 20 años por entender que se trata de un asesinato y no un homicidio.

«He matado a la persona que más quería. Le he quitado la vida a la madre de mi hijo y no hay nada más grave que matar a alguien», afirmaba el procesado al responder a su letrado asegurando que se sí siente «totalmente arrepentimiento» por lo que hizo.

Ante la atenta mirada de los miembros del jurado y a preguntas de las partes, el acusado daba su versión de lo que pasó. Así detalló que aquel sábado salieron de casa al mediodía. Estuvieron «comiendo y bebiendo» por diferentes bares de la ciudad. Estuvieron «solos prácticamente todo el día» aunque luego les acompañaron los padres de ella, unos primos y otros amigos. Pasada la medianoche Raquel estaba «cansada» y decidieron volver a su casa, un unifamiliar de dos plantas ubicado en la calle Garganta de Buitreras de la localidad.

El relato

«Subí arriba y me acosté. Raquel se quedó abajo fumándose un cigarro. Cuando me desperté vi que no estaba en la cama, bajé y tampoco estaba en el sofá. Vi luz en la cocina y a ella sentada en su taburete», recordó. Entonces, según explicó, fue hacía ella. «Estaba chateando. Me puse enfrente y le pregunté qué hacía . Me dijo que estaba con sus cosas... en internet y que si quería ver qué había en el móvil. Estiró el brazo y me lo ofreció unos segundos. Luego lo dejó en la encimera y le volví a preguntar qué estaba haciendo».

La pareja, que llevaba casada 23 años, había discutido en varias ocasiones porque ella estaba «obsesionada», según su marido, con el teléfono y en los últimos meses frecuentaba una aplicación de chat en la que presuntamente había conocido a «otra persona».

«Me dijo ‘Jose, no puedo dejarlo’ (el móvil). Me levanté como un resorte. Me entró fuego por el cuerpo, agarré el primer cuchillo que cogí y salí fuera de la cocina». Entonces, como ha recordado, al lado de la escalera se arrodilló y comenzó a clavarse él mismo ese cuchillo . «Me dijo que estuviera quieto, que no hiciera eso. Entonces, fui hacia ella, le agarré por el cuello y apoyé el cuchillo en su pecho y luego presioné . Fue todo muy rápido». Tras esta primera agresión hubo otra. Aunque ella «intentó poner la mano delante» se lo «volvió a clavar» y «retrocedió para atrás».«Se apoyó sobre la puerta, hasta que fue a caerse, le agarré y la dejé en el suelo poniéndola boca arriba porque sangraba mucho por la espalda».

Raquel, de 42 años , nunca había presentado denuncia por malos tratos y fallecía en el acto por la gravedad de las heridas causadas con el cuchillo de cocina.

La llamada a la Policía

Al comprobar lo que acababa de hacer, el acusado decidió llamar al 092. «Creo que acabo de matar a mi mujer» , le dijo al policía local que atendió la llamada que se ha podido escuchar este lunes en Sala. «Esto no es ninguna broma ¿vale?», le expuso al agente que le cuestionó si es que habían discutido. El procesado, que permanece en prisión desde dos días después del suceso, confesó en un primer momento los hechos ante la Policía que acudió a su casa, pero luego se negó a declarar en Comisaría y en los juzgados .

En su declaración, que se alargó casi hora y media, el presunto homicida admitió que las redes sociales habían sido «parte del problema» pero que ella nunca le dijo que se hubiera «enamorado» de otra persona. Es más, contó que cuando la vio chatear en alguna ocasión en el salón ella le comentó que no le tenía «que dar importancia». También aseguró que su mujer nunca le dijo que le fuera a dejar, sólo durante una pelea pero que no lo tuvo en cuenta porque «no estaba en sus cinco sentidos» y él entendió «que no era su forma de pensar».

Por otro lado, las acusaciones plantearon al autor confeso del crimen sobre si durante los hechos estuvo o no presente la perra que la pareja tenía en su domicilio. Según aseguró Cantalapiedra, la perra fue la que le despertó al subirse a la cama. Pero explicó que el can al bajar, pasó por el cadáver y «se echó en su cama» de la cocina. Esta versión fue puesta en duda por el abogado de los padres de Raquel ya que no entiende que el animal no se pusiera nervioso o intentara aproximarse a su dueña, que ya yacía en el suelo. Sin embargo, y tal como detalló el acusado, cuando llegaron los agentes la perra sí se puso muy nerviosa y tuvo que sujetarla.

A las preguntas de la fiscal, sobre por qué ha esperado tanto para contarlo, el acusado afirmó que se encontraba «muy mal» y «no tenía capacidad para nada».

Para el Ministerio Público los hechos son constitutivos de un presunto delito de asesinato, al considerar que «sabía perfectamente lo que hacía» y que realizó un «ataque sorpresivo» sobre su esposa «aprovechando» de que la víctima «no podía repeler la agresión» porque «le costaba reaccionar», ya que «había bebido bebidas alcohólicas» durante todo el día.

Además, hay tres acusaciones más . La de los padres de Raquel, la del hijo de la pareja de 23 años que se personó más tarde a la causa y la acusación popular, ejercida por la Junta de Andalucía, cuyo letrado considera que se trata de un «claro» caso de violencia de género.

La defensa , por su parte, solicita una condena por un delito de homicidio y no asesinato, con las eximentes completas de arrepentimiento, enajenación mental, arrebato y reparación del daño.

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