PROVINCIA

Policías y el ahora o nunca

El instructor de tiro Ernesto Pérez Vera comparte en El Puerto con un nutrido grupo de agentes su experiencia sobre enfrentamientos armados

Un momento de la conferencia. ANTONIO VÁZQUEZ

María Almagro

«Entre nosotros hay compañeros que sobrevivieron a tiro limpio, a hacer eso que no nos enseñan a hacer». Directo. Sin rodeo alguno. A su forma. Así comenzó este jueves el policía retirado y experto en tiro, Ernesto Pérez Vera , su conferencia en El Puerto ante un nutrido grupo de agentes que acudió a la cita para, como él mismo había anunciado, «escuchar hablar sobre las verdades que esconden las mentiras». El agente linense traía además bajo el brazo su libro, 'En la línea de fuego, la realidad de los enfrentamientos armados', una compilación de historias reales analizadas desde el punto de vista policial por Pérez Vera y el psicólogo Fernando Pérez Pacho. Un repaso, estructurado en una veintena de episodios, en los que agentes de diferentes cuerpos relatan cómo se enfrentaron a eso de sobrevivir a un cara a cara con alguien que te quiere matar.

«Os voy a hablar de algo que dicen que nunca ocurre, pero aquí ya hay varias personas que pasaron por eso», se presentaba ante los presentes entre los que se encontraban algunos de esos profesionales que en uno de esos servicios que se complican decidieron utilizar su arma para salvar su vida y la de otros.

Como recordó el autor, el ensayo que escribió en 2014 y que se ha editado y reeditado en cinco ocasiones está de completa actualidad. En el libro se dan muchas respuestas. En primera persona. Nada de oídas. En él se intenta dar explicaciones, siempre basándose en hechos reales , a aquellas preguntas que se hacen repetidamente los agentes sobre qué ocurre antes, durante y después de este tipo de actuaciones. Y la mayoría de las respuestas que se encontró el autor se repetían. Como por ejemplo que la gran parte de los enfrentamientos se produjeron a distancias muy cortas, a menos de tres metros, detalló. U otra igualmente recurrente como eso de 'a mí no me enseñaron a hacerlo'. O también, todas esas relacionadas como el miedo judicial. «Nos han inculcado esa mentira de que si disparas a alguien vas a terminar condenado pero no me creo que cuando están apuntándote para asesinarte no dispares por el miedo a los tribunales. Eso es un chivo expiatorio», lamentó. «Lo que pasa es que buscamos excusas para todo porque no nos han entrenado adecuadamente», les espetó con contundencia.

Pérez Vera hizo entonces un repaso por todos esos condicionantes que afectan a la sobreentendida destreza de los agentes a la hora de estar cara a cara con un hombre armado y que «nada tiene que ver con un campo de tiro». «El enfrentamiento por definición es dinámico, los blancos se mueven, corren, se abalanzan, se esconden… no están fijos ni siempre a la misma distancia». Las balas, además, sobrepenetran, rebotan. «Fallar en todas las condiciones que se dan en situación de máximo estrés es lo normal, lo anormal sería no hacerlo».

Para ilustrar sus palabras, el policía puso algunos ejemplos de esos protagonistas que vivieron de cerca ese riesgo a vida o muerte. Como un agente que estando fuera de servicio se enfrentó a un ladrón, de más de uno noventa de altura, muy peligroso. Le atacó por detrás y le comenzó a dar navajazos. Sin embargo tuvo la destreza de poder revolverse y defender su vida. O como en un espectacular despliegue de unidades especiales un delincuente en su empeño por matarlos se dirigió armado hacia ellos y no llegaron a acertar ni el cincuenta por ciento de los disparos que efectuaron. «Y se supone que están extremedamente entrenados», se cuestionó.

Y es que, como precisó el autor, el 99 por ciento de los protagonistas del libro ni siquiera fueron capaces de apuntar. No solo porque el ataque es en movimiento, inesperado, inmediato, etc… sino también por las propias causas naturales, derivadas de la fisiología humana como ocurre por ejemplo con el cristalino del ojo. «Apuntar es enfocar y desenfocar. Y en este tipo de situaciones de extremo riesgo el ojo humano no es capaz de hacerlo cuando la situación de estrés toma el control de todas nuestras acciones. En esos casos, el cuerpo humano se prepara para sobrevivir: enfrentándose a la amenaza o huyendo», explicó.

Por todas estas circunstancias, que no son las normales, ya que se producen en situaciones de extremo peligro, para Pérez Vera lo fundamental es tener una buena formación. «No es una garantía pero si estás más formado, entrenado, siempre podrás dejar menos circunstancias en manos de la suerte». Por ello, «lo primero que hay que hacer es enseñar a los que nos enseñan. Se hacen prácticas que no tienen la realidad como objetivo. Por ejemplo hay instructores que insisten en que se mantenga la calma... pero ¿cómo se va a mantener? Es inviable. Desde ese punto hasta el final esa instrucción ya está viciada».

Sin embargo, el instructor y agente concluyó su alocución lanzando un mensaje a la esperanza. «Antes no se hablaba ni de esto y fíjate hoy todos los que habéis venido. Algo está cambiando y esperemos que se siga por ese camino». La charla acababa en sonoros aplausos y tras él, en la pantalla, quedaba escrito un claro mensaje: «Muchas veces no hay próxima vez, ni segundas oportunidades. Casi siempre se trata de ahora o nunca».

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