EL PUERTO
Un palacio entre óxido y puntales
La Casa de las Cadenas representó en El Puerto la riqueza de la ciudad, ahora, se cae a cachos
A nadie se le hubiera ocurrido meter ahora en la actual Casa de las Cadenas a Felipe V. Pero hace dos siglos si ocurrió. El monarca pasaba un verano en la ciudad y se decidió que el llamado Palacio de Vizarrón era el sitio que se merecía un rey. Lustroso, grande, limpio, armonioso en sus formas, cómodo... Era un lugar para presumir y sacar pecho. Ahora, no. Tanto es así que hasta entrar cuesta. Decenas de puntales se cruzan en una casapuerta oscura, sin luz y donde un paso en falso puede ser peligroso. Como le ocurrió hace poco a María cuando tropezó y se rompió tres vertebras. 69 años y toda la vida en la Casa de las Cadenas. «Nací aquí» , recuerda. «Pero esto era otra cosa. Éramos unos 80 vecinos entonces y todo estaba bien». Ahora se enfrenta incluso a un proceso judicial para salir junto a su marido de su casa. Al igual que el resto de los pocos vecinos que ya quedan después de que en los últimos años hayan ido negociando con los propietarios su salida.
Desde 2013 la Casa pertenece al Banco Santander. La entidad pide al juzgado la suspensión de los contratos para poder hacer las obras que se le ha requerido para conservar el inmueble, catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). Así se le ha exigido desde la Junta y también desde el Ayuntamiento.
«Esto se podría haber salvado» , dice con pena Ramón Calvilla, otro de los vecinos que resiste a marcharse de la Casa de las Cadenas. Vive junto a su padre y, además, tiene un pequeño cuartito donde arregla «de todo» en un lateral de la finca. «Yo he visto como poco a poco se ha ido derrumbando mi casa. Eso es muy duro, claro», confiesa. Sabe que en poco tiempo tendrá que dejar atrás esos recuerdos porque, como el resto, serán realojados en otro lugar o indemnizados. Como le ocurrió al bar que tuvo que cerrar hace poco, abierto desde 1954. Su propietario, al que el cierre le supuso el final de sus ingresos, sigue viviendo en la casa y confía que después de que se arregle el palacio pueda volver a regentar el local que hasta ahora era su vida.
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