SUCESOS

«Víctor no murió en balde, murió persiguiendo el delito»

Se cumplen dos años de la trágica muerte del policía local de La Línea, Víctor Sánchez, cuando perseguía a unos contrabandistas de tabaco. «Supuso un antés y un después en la lucha contra el narcotráfico»

Agente comprometido, «que jamás miraba para otro lado», dejó a sus 46 años viuda y dos hijos. Acababa de ascender a oficial y terminar la carrera de Derecho

Víctor Sánchez, el policía local de La Línea, que falleció hace dos años cuando perseguía a unos contrabandistas de tabaco. LA VOZ

María Almagro

Fue una tarde de junio negra. Aciaga. En realidad el día pintaba como casi todos en La Línea donde decenas de jóvenes al caer la tarde cogen su ciclomotor y como locos sacuden las calles de la localidad para pasar cajetillas de tabaco de contrabando de un lado a otro de la Verja. Sin embargo aquella tarde de miércoles, de hace ahora justo dos años no fue una tarde como otras . Aquel 7 de junio esos que se recrean y ensucian en el delito por un puñado de euros se llevaban por delante la vida de un policía local. Víctor Sánchez , 46 años, casado y con dos hijos pequeños, moría en acto de servicio sobre el asfalto cuando por un desgraciado accidente era atropellado mientras perseguía a uno de estos temerarios matuteros.

Eran las 20.45 horas. Víctor, entonces jefe de la Unidad de la Unidad de Respuesta Inmediata (URI) de la Policía Local del municipio, escuchó por la radio que fuerzas policiales habían detectado a una de estas collas e iban tras ellos. Sin pensarlo, decidió hacer su trabajo y él y los suyos se unieron al dispositivo para interceptarlos. Experto conocedor de la zona se dirigieron hacia el parque Princesa. Sabía que aquel bulevar es uno de los lugares por donde, peligrosamente, entre árboles y transeúntes, estos traficantes intentan a todo puño escapar y burlar las sirenas.

Víctor les dio el alto, no le hicieron caso y segundos después era fatídicamente arrollado por el furgón policial que acudió como refuerzo. La imagen de sus propios compañeros, retorcidos en dolor , desplomados sobre el bordillo de aquella calle, es dificil de olvidar.

Un compañero se lamenta de lo ocurrido aquella tarde en la que falleció el policía local Víctor Sánchez. EFE

Un antes y un después

Su muerte, además de evidentemente devastadora, injusta y precipitada, atrajo de repente todo el foco de atención sobre qué estaba ocurriendo en el Campo de Gibraltar para que algo tan desgarrador pudiera ocurrir una tarde 'normal'. Todos los medios de comunicación se hicieron eco, los políticos empezaron a afrontar que aquello sí era un problema y a tener que dar mayores y mejores herramientas a la lucha (como por ejemplo el inmediato envío de los GAR). Y, muy importante, fundamental, los linenses se unieron y entonaron decididos y unidos en diferentes manifestaciones un 'basta ya'. «Todos somos Víctor», gritaban.

«No murió en balde, murió persiguiendo el delito porque no pudo ni quiso mirar para otro lado», le recuerda ahora, dos años después, entre el dolor y el orgullo un amigo. «Hubo un antes y un después».

Víctor Sánchez ya como oficial acababa de terminar la carrera de Derecho. Desde hacía muchos años era un policía reconocido en la URI, la unidad especial que se creó en el año 2000 para combatir el tráfico en La Línea y que fue el azote de los que, cuando esta sección fue un tiempo desactivada, se vinieron arriba. Él y sus compañeros habían firmado decenas de intervenciones como decomisos de hachís, cocaína u otras sustancias, cientos de aprehensiones de tabaco de contrabando o la recuperación tras arriesgadas persecuciones de todoterrenos robados. Además, por supuesto, de servir de apoyo a otras fuerzas de seguridad.

Su carácter infatigable y pertinaz le llevó a querer saber más sobre el orden y la ley. «Estaba especialmente comprometido con su trabajo. Un gran servidor público», se dijo de él cuando se le despedía entre lágrimas.

Tras su fallecimiento recibió algunos homenajes como la medalla al mérito de la ciudad a la que servía y una mención honorífica de la Subdelegación del Gobierno. Ahora, dos años después, ECO-10 (su nombre de azul), sigue resonando y estando presente en la memoria de «los que tuvimos el honor de conocerlo».

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