CÁDIZ

La vuelta a casa tendrá que esperar

Las religiosas sueñan con regresar de una vez al Monasterio de Santa María de Cádiz

BELÉN MATA
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Con una mirada puesta siempre en el que fue su hogar. Así viven las monjas concepcionistas en el convento de clausura de la calle Feduchi de Cádiz, donde a pesar de la buena acogida que han tenido por parte de la orden, echan de menos sus orígenes y sus rincones en el corazón de Santa María. Siglos de historia han hecho que el Monasterio de Santa María del Arrabal sea uno de los edificios patrimoniales por excelencia de la ciudad de Cádiz, algo que parece que las administraciones han olvidado. Actualmente, el inmueble presenta un deterioro notable debido a la falta de actuación en el mismo. El tiempo no pasa en balde y mientras la vida sigue en los edificios institucionales, el monasterio va deteriorándose.

Precisamente para que este tema no se olvide y para dar voz en la ciudad al grupo de monjas concepcionistas, surgió la Asociación Amigos del Monasterio de Santa María que, con la voluntad de un grupo de personas, siguen luchando por alcanzar el sueño de las religiosas, volver a casa.

Desde la entidad volvieron a lamentar que la situación de un edificio de tal magnitud este «en el limbo». Actualmente, el Ayuntamiento cuenta con su proyecto completo de rehabilitación, que fue entregado el pasado mes de abril y aprobado en Pleno. Si bien por aquel entonces, la directiva de la asociación celebró estar ya en una senda que conduciría hasta el proceso de obras, no contaban con la paralización que supondría que el Consistorio cambiara de color político. Y es que como en el mes de mayo aún no había sido firmado con carácter oficial el compromiso de rehabilitación, el proyecto quedó en el aire.

Pese a este contratiempo, a la entidad aún le quedan fuerzas para seguir luchando por levantar uno de los edificios con más historia de Cádiz. Tal y como aseguró Antonio Ramos, vicepresidente de la asociación, «estamos esperando respuesta del nuevo edil de Urbanismo para reunirnos cuanto antes para tratar el tema, porque no podemos permitir que esto se olvide».

El acuerdo alcanzado con el PP no ha tenido continuidad

Pero mientras las reuniones se prolongan y los compromisos se olvidan, «las aguas están llegando, el edificio se va deteriorando y las monjas están asustadas por el futuro», recalcó Ramos.

Asimismo, recordó que desde que la comunidad religiosa desalojó el monasterio por motivos de seguridad, «el inmueble se ha ido deteriorando aún más por la falta de habitabilidad». En este sentido, incidió en que «queremos poner de manifiesto que esto es una parte del patrimonio histórico que, según contempla el plan que propusimos, dinamizaría económicamente al barrio, con un museo y un obrador, entre otros, y volvería a formar parte de ese entramado turístico y cultural que no se debe olvidar, con el anterior Gobierno iba la cosa lenta, pero iba».

Pasear por el interior del templo es imaginar un Cádiz de esplendor, visitar el comedor, el refectorio de las monjas aunque deteriorado, evoca a siglos de mejor fortuna, como también lo hace el púlpito desde donde se hacían las lecturas mientras la orden comía. Las maderas de caoba del siglo VII ya no huelen pero siguen dejando vestigios de lo que una vez fueron, al igual que todo el edificio en sí.

Dejadez de la Junta

Tampoco se puede olvidar que la Junta de Andalucía, en cuanto se produjo la salida de las monjas, firmó un protocolo con el Obispado para hacer la obra y convocó un concurso de arquitectos para elegir el mejor proyecto; además, la Administración autonómica adelantó que la rehabilitación del inmueble estaría concluida en 2010, algo que quedó bastante lejos de la realidad.

La Junta se comprometió a que la restauración estaría en 2010

Asimismo, la entidad explicó que la comunidad de monjas concepcionistas tiene otro tema pendiente. Un convenio que se firmó en el año 2009 y que, de acuerdo con la Junta y el Obispado de Cádiz, contemplaba que se rehabilitaría toda la manzana del monasterio para hacer viviendas sociales. De manera que, «cuando se fue a ejecutar ese proyecto, no hubo disposición de poner ese 50% y finalmente se quedó en el aire».

La directiva detalló además que había una cláusula con la que se le cedía a la Junta, a cambio de esa intervención, una vivienda propiedad de la comunidad religiosa en la calle Paco Alba valorada en 270.450 euros; ésa era la aportación de las monjas, pero de no llevarse a cabo, la cantidad establecida debería haber sido devuelta, puesto que la propiedad pasó a ser de la empresa adjudicataria. «Ahora las monjas se han quedado sin las viviendas y sin la rehabilitación, algo que deben reclamar para conseguir, al menos, una inyección económica».

La directiva afirmó también que «hubo encuentros con la antigua delegada territorial, ellos nunca se han negado pero tampoco le han prestado atención y el deterioro del edificio no entiende de esperas, porque cada mes va a más».

Finalmente, Antonio Ramos, junto a uno de los profesionales que conforman la entidad como es el arquitecto y secretario de la junta directiva de la asociación, Fernando Ríos, lamentó también que los vecinos del barrio de Santa María «se estremecen al ver el deterioro en el que se encuentra un edificio que tuvo tanta vida hace años». A todo ello, añadieron que «la asociación está haciendo lo que puede y más e incluso se había planteado la posibilidad de enajenar parte de la propiedad de menor valor histórico con algún acuerdo con alguna empresa para que ésta, a cambio de poder construir, se encargase de rehabilitar esa parte, aunque las monjas son reacias a desprenderse de su patrimonio, es lo único que tienen y no pueden permitirse el lujo de que se pierda».