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«Es como si viviera en Cádiz, en diez minutos estoy aquí»

El fin de semana decenas de personas de otros puntos de la Bahía han querido ver y atravesar el puente

jesús a. cañas
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Cada día, a veces por las mañana, a veces por la tarde, el gaditano Carlos Álvarez sale de su casa en Puerto Real para ir a su trabajo en El Corte Inglés. Antes, deja a su hija Lucía de seis meses en casa de sus abuelos. La pauta se repite de lunes a sábado, como tantas parejas trabajadoras. Sin embargo, desde el viernes algo cambió. Ahora, a Álvarez le cuesta algo menos conciliar, al menos en lo que a tiempo se refiere.

En lugar de media hora, ahora tarda 15 minutos en llegar a su lugar de trabajo, mientras atraviesa fascinado un impresionante puente que aún luce la etiqueta, como esos productos que el gaditano residente en Puerto Real vende. No ocultaba ayer su entusiasmo: «Pude pasar el día de la inauguración. Y fue una experiencia muy satisfactoria , es una magnífica infraestructura, con una visibilidad perfecta».

Su optimismo no dista del sentir generalizado de comerciantes, hosteleros, gaditanos y residentes de la Bahía en general. De hecho, Antonio Fernández no desaprovechó esta sábado la oportunidad para volver a cruzar el puente desde su casa en el Río San Pedro para tomar un café con su familia en la cafetería de El Corte Ingles. Esperaba a su tío y primos, procedentes de Madrid para poder contemplar la infraestructura.

«Ahora es como si viviera en un barrio de Cádiz, en algo más de 10 minutos estoy en el centro», reconocía con alegría mientras sus familiares contemplaban el puente con sorpresa desde las cristaleras. En la mesa contigua, Luisa Martínez del Cerro y sus familiares Ricardo, María de los Ángeles y José Francisco conversaban con las sillas de frente al ventanal. Venían desde El Puerto, «los del pueblo han venido a ver el puente», bromeaba divertido Ricardo.

Y es que como tantos y tantos gaditanos residentes en la Bahía, este fin de semana no han reprimido las ganas de cruzarlo por primera vez. Ellos, además, querían contemplar su grandiosidad. «Es impresionante. Ha cambiado la forma de ver Cádiz, con los años será su Torre Eiffel», reconocía Luisa con emoción. Mientras veían ir y venir a los coches, los piropos no paraban de fluir, aunque también algún 'pero' anecdótico que analizaba la gaditana: «¿Cómo es eso de que Cádiz se acaba al inicio del puente? ¡Tendrá que ser a la mitad del puente, no todo va a ser de Puerto Real.

Martínez del Cerro daba en la tecla en una idea: «Este puente va a ayudar mucho a Cádiz, va a animar a la gente a venir. Ahora depende de comerciantes y Ayuntamiento poner de su parte para que sea así». De entrada, el efecto puente se ha dejado notar el fin de semana.

Desde la misma gerencia de El Corte Ingles reconocían que se había notado especialmente la apertura del viaducto con una mayor animación del centro comercial. El grupo de Luisa que venían a Cádiz de visita y también «a hacer gasto». Por su parte, Carlos Álvarez también mostraba su confianza en que esto es una tendencia que viene para quedarse: «Desemboca en uno de los comercios más importantes de Cádiz, animando a los clientes de otras localidades a llegar directamente».

De hecho, no era difícil reconocer el efecto del puente en la avenida de las Cortes de Cádiz, donde al mediodía del sábado un importante atasco complicaba la circulación en la zona. Era la cara B del optimismo de la jornada, que desesperaba a conductores y taxistas que se quejaban del colapso. Un mal menor para muchos, si el beneficio se notará en los negocios gaditanos. Porque en el centro esperaban el puente como agua de mayo. Es el caso de Casimiro Zamora, gerente de la tienda Goya.

Ayer se mostraba seguro de que el puente «servirá para revitalizar la ciudad». Su esperanza es que el alcance se deje sentir en un centro que «aún no nota la recuperación anunciada». «Al centro nos viene muy bien, porque facilita la llegada de los clientes. Además, los camiones accederán con más facilidad al Puerto y eso también es comercio», explicaba Zamora.

Una idea similar, compartía Manuela Tovar, de la tienda Isi. Aunque reconocía que aún es pronto para notar los efectos, sí se mostraba segura en que «llegarán». Tanto es así que ya en la jornada del viernes advirtió más público, aunque no sabe si «era por casualidad o por el puente». Sea como fuere, la comerciante tiene claro que «todo lo que sea sumar es bueno y más después de una crisis tan dura».

La impresión de esa suma que trae el puente también la tenía clara Eutimio Domínguez, de Modas Eutimio. El hijo del empresario, considera que «aún hay que esperar un tiempo para ver los efectos», pero ayer coincidía con Tovar al considerar que «suma» atractivo a Cádiz.

«Esto es una rueda, creo que primero beneficiará a la hostelería y luego a nosotros», matizaba. Y lo cierto es que no iba desencaminado, a juzgar por el lleno de las mesas de la cafetería de El Corte Inglés. Ahora, está por ver cuánto tiene de novelería y cuánto de real el atractivo que despierta el flamante puente de la Constitución de 1812. Sí, así se llama, aunque Cádiz ya lo haya rebautizado como el segundo puente, a secas.