Interior de una de las bóvedas de la calle San Germán, actualmente una carpintería.
Interior de una de las bóvedas de la calle San Germán, actualmente una carpintería. - f.j.
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Las bóvedas de San Carlos, a la espera de inquilinos

La finalización de las obras en el barrio reabre el debate sobre el futuro de los locales de las murallas, a los que estaba previsto darles un uso cultural, turístico y de ocio

r. jiménez
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El barrio de San Carlos de Cádiz ha cambiado notablemente su fisonomía en los últimos días después de que finalizara el grueso de las obras urbanísticas e hidráulicas que se han desarrollado en dos de sus principales vías: Honduras y San Germán, las que discurren pegadas a las murallas que se convierten en santo y seña de la zona.

La primera de estas vías fue abierta al tráfico en su totalidad días atrás después de que concluyeran los trabajos de asfaltado mixto sobre la calzada y actualmente se está acabando con la colocación de plaquetas en una de las aceras. En San Germán, por su parte, las obras de semipeatonalización terminaron con anterioridad, llevándose a cabo la instalación de nuevos saneamientos y la colocación de nuevas arquetas.

Además, se instaló una nueva red de alumbrado público que ha quedado soterrado.

A pesar de que aún quedan algunas actuaciones en la zona, como la peatonalización de parte de la calle República del Salvador o la colocación de bancos en la ampliación del acerado que se ha llevado a cabo frente a la sede la asociación de vecinos, parece que la normalidad ha vuelto al barrio después de que el pasado mes de marzo maquinaria y obreros se convirtieran en la fauna habitual del entorno de la Plaza de España.

De esta forma, la histórica muralla que delimita parte del barrio ya ha superado el primer escollo para la puesta en valor de sus bóvedas, uno de los asuntos que estaba contemplado en la agenda del anterior equipo de Gobierno. De hecho, durante las obras que acaban de concluir, se han realizado nuevas acometidas de agua y luz para estos locales con la intención de que en ellos se desarrollen nuevas actividades.

La opción que barajaba el equipo de Teófila Martínez era la de darle un uso cultural, turístico y comercial con la intención de revitalizar uno de los barrios con menor actividad comercial del casco antiguo. Además, aprovechando la cercanía del puerto y la enorme actividad crucerística que actualmente tiene.

De hecho, a comienzos de 2014, el Ayuntamiento de Cádiz abrió un plazo para recibir sugerencias, especialmente de empresarios, promotores y emprendedores que estuvieran interesados en establecer su negocio en las bóvedas. En su gran mayoría, las propuestas recibidas apuntaron a actividades culturales, artesanales y de ocio.

A la espera

Enrique Carril, presidente de la Asociación de Vecinos Murallas de San Carlos, valoró en su día muy positivamente esa decisión del Ayuntamiento, pero desconoce cuáles son las intenciones de los nuevos gestores del Consistorio. De hecho, el equipo de Gobierno encabezado por José María González aún no se ha pronunciado al respecto.

«Ahora mismo no sabemos que es lo que va a pasar con ese proyecto, pero recibiremos con los brazos abiertos cualquier buena iniciativa que sirva para dar mayor vida al barrio», comenta Carril, que cerraba la puerta a la posibilidad de que los locales se destinen a bares de copas. «Ya tenemos bastante con la Punta de San Felipe y los bares que hay en Manuel Rancés y calles cercanas. Supondría más ruido y suciedad para los vecinos», añadía.

El representante de los vecinos de San Carlos asegura que desde que se estableció el nuevo Gobierno de la ciudad «apenas hemos tenido contacto con algún concejal o con el alcalde. Solo alguna conversación informal. Nuestra intención es enviarle una carta para solicitar una reunión y hacerles llegar nuestra necesidades, entre ellas, qué pasara con la bóvedas».

De las 27 bóvedas que están incrustadas en la muralla, que cuentan con espacios de entre los 90 y 150 metros cuadrados (algunas de ellas están comunicadas entre sí), 17 pertenecen al Ayuntamiento de Cádiz. Actualmente, apenas media docena de ellas cuentan con actividad, estando destinadas a dos negocios de carpintería, un taller de motos, un taller de manualidades, así como a dependencias de la propia asociación de vecinos Murallas de San Carlos.

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