Raúl Martín:«Se ha perdido una oportunidad inmejorable para hacer algo único»
Este profesor de la Escuela Politécnica de Algeciras ha coordinado el equipo que se ha encargado de la restauración del reloj de la Catedral de Cádiz
Actualizado:En la sociedad de las prisas, de la mensajería instantánea y de internet, hay trabajos que requieren de paciencia y precisión. Raúl Martín y un heterogéneo grupo de apasionados por la relojería monumental se han lanzado a restaurar una reliquia del pasado: el Reloj de la Catedral de Cádiz. Un proyecto que en el que han invertido muchas horas y quintales de ilusión. Un trabajo que se ha ido completando de forma sigilosa durante varios años y que ha culminado con la apertura de la Torre de Levante y la recuperación para la ciudad de un patrimonio que ha permanecido durante demasiado tiempo «abandonado al óxido y a la intemperie».
–¿Cómo surge el proyecto de restaurar el reloj de la Catedral de la Santa Cruz de Cádiz?
–Somos un departamento abierto que apuesta por la movilidad internacional, la colaboración y el enriquecimiento. Cuando José Luis Pavón, relojero mayor de Algeciras y José Martí, maestro ajustador acudieron al departamento con el proyecto de recuperación no pudimos negarnos. No todo es dinero. Se firmó un convenio de colaboración para la conservación del patrimonio de la provincia donde se les daba acceso a las instalaciones y los talleres de la Escuela Politécnica de Algeciras. Con el paso de los años hemos demostrado que estamos comprometidos con la sociedad y con el desarrollo de la comarca.
–¿Qué tiene de especial ?
–Es el reloj más importante de todos los gaditanos. Fue creado en el año 1851 por el el Maestro relojero Manuel Sugarty en sus talleres de Bilbao, según está documentado. Es relevante porque antaño los ciudadanos lo usaban para orientarse porque no todo el mundo disponía de un reloj de pulsera. Marcaba el ritmo de la ciudad. Esta pieza en concreto destaca por su historia, la fabricación, los materiales empleados y su funcionamiento mecánico. Está, además, declarado Bien de Interés Cultural.
–Restaurar un pieza del XIX no debe ser tarea sencilla. ¿A qué retos se han tenido que enfrentar?
–Pues uno de los obstáculos que hemos tenido que superar es la especial protección que tiene esta pieza. Al estar catalogada como BIC no se puede comercializar ni tocar sin permiso de los órganos competentes por lo que en ocasiones nos hemos visto sumergidos en un mar de papeleo para poder acometer el trabajo o mover las piezas. Hay que tener en cuenta que cuando hablamos de esta maquinaria estamos tratando con miles de piezas, unas extremadamente diminutas y otras de dimensiones y pesos colosales. Además, hemos tenido que afrontar problemas porque la Junta no invierte en patrimonio y en la Universidad –desde el punto de vista legal– nadie quería responder con los seguros que debían cubrir el trabajo de los maestros relojeros.
–Además de estos sinsabores, la experiencia también le habrá reportado satisfacciones...
–Sin duda. Ha sido una experiencia gratificante porque hemos formado un equipo de profesionales que anteponen su pasión a otras prioridades. Quiero destacar la figura del maestro relojero José Luis Pavón, que con sus 81 años sigue en activo y entregado a este trabajo que realiza de manera altruista. También hay que reconocer la labor de Diego Navarro, maestro de taller de mi departamento que es quien se han encargado de terminar el montaje del reloj para instalarlo en su ubicación definitiva en la Torre de Levante.
–En los Cursos de Verano de la UCA, coordinó un seminario de Relojería Monumental. ¿Qué respuesta obtuvo? ¿Hay interés por este tema?
–El curso ha tenido gran aceptación y ha servido para dar a conocer el trabajo que se ha realizado. Ahora sabemos que existen otros cinco relojes gemelos al gaditano y hay constancia de que tres de ellos están restaurados. Se ha avanzado sobre los materiales, se han presentado ponencias en congresos internacionales e incluso hay una propuesta de tesis.
–¿Qué ha quedado pendiente?
–Creo que la Universidad ha perdido una gran oportunidad para hacer algo único. La ruptura del convenio que existía entre la Universidad de Cádiz y el relojero mayor de Algeciras podría haber permitido a la institución académica convertirse en un referente mundial en el campo de la Relojería Monumental. Una actividad que estaría avalada por el nivel docente y científico que se ha desaprovechado.