Imagen de archivo de uno de los cruceros llegados al puerto de Cádiz
Imagen de archivo de uno de los cruceros llegados al puerto de Cádiz - la voz
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Condenados tres cruceristas por guardar cocaína en sus camarotes

Los tres fueron apresados con 14 kilos en marzo del año pasado, cuando desembarcaron en Cádiz

silvia tubio
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Desde 2008, los cuerpos policiales tienen constancia de que las organizaciones utilizan a los pasajeros de los cruceros como 'mulas' para introducir cocaína en Europa. Varias han sido las operaciones que han desenmascarado esta ruta, muy parecida a las que discurren por los aeropuertos y que no en pocas ocasiones acaban con los 'correos' detenidos en la misma aduana.

Esa historia que se repite una y otra vez en aeródromos sudamericanos y que tiene en muchas ocasiones como protagonistas a ciudadanos españoles que aceptan jugársela a cambio de dinero, se vivió en marzo del año pasado en el puerto de Cádiz.

Tres pasajeros que viajaban a bordo del crucero 'Grand Celebration', de la naviera Iberocruceros, fueron arrestados por la Policía Nacional por guardar en sus camarotes o portar consigo unos 14 kilos de cocaína con un nivel alto de pureza (un 70%).

Así se relata como hechos probados en la sentencia dictada por la Sección Primera que los condena a penas de cinco y ocho años de cárcel por un delito contra la salud pública. Desde que fueron detenidos el año pasado, se encuentran recluidos. Ése es el precio que se puede pagar por aceptar un trabajo como 'mula' para el narco.

Los condenados son un argentino de 73 años y una pareja compuesta por un italiano de 35 años y una gallega de 48 años. El primero fue quien se delató al bajar del barco y comprobar que la Policía estaba comprobando el pasaje. Quiso darse la vuelta y regresar a cubierta. Un movimiento que no pasó desapercibido para los funcionarios policiales que fueron detrás de él. Tampoco se les pasó por alto que a pesar del calor que hacía, vistiera abrigado.

Al ser interceptado, Daniel S. M. se abrió la chaqueta y mostró la faja en la que guardaba seis paquetes de cocaína. Dos más iban escondidos en sus zapatos. Desde un primer momento se ofreció a colaborar y reconoció que en el camarote escondía más droga.

Ya en dependencias policiales, confesó que otros dos pasajeros guardaban droga. Así condujo a los agentes hasta los otros dos condenados. Al haber facilitado el trabajo de la Policía, la Audiencia ha tenido en cuenta esta confesión como atenuante y ha reducido a cinco años la pena que solicitaba la Fiscalía (ocho años).

Dice que aceptó porque habían amenazado a su familia

Daniel S. M. reconoció que le habían encargado transportar droga hasta España, donde debía entregarla a una tercera persona en Cádiz. Si bien, el tribunal subraya varias contradicciones en las declaraciones que efectuó durante la instrucción y en el juicio. Así cambió de versión sobre dónde le entregaron la cocaína. La primera vez dijo que en una escala en Casablanca y después en Santa Cruz de Tenerife.

El anciano argentino alegó en su defensa que había aceptado el trabajo porque tenían amenazada a su familia. Pero el tribunal considera que no es una circunstancia que quede acreditada.

«Delirante» versión

La versión ofrecida por la pareja es calificada por la Audiencia de «delirante». Según los condenados, durante el viaje el argentino les pidió que escondieran en su camarote una partida de droga porque iban a hacer escala en Brasil y acababa de salir de prisión. Ellos finalmente aceptaron, bajo la promesa de que cobrarían 6.000 euros, aunque afirmaron que estaban convencidos de que no verían un solo euro.

El tribunal no se cree que asumieran un riesgo tan elevado por hacerle un favor a un desconocido. Como tampoco consideran verosímil que se pagaran el viaje a través de un préstamo y no aportaran ninguna prueba de ello. Por eso concluye el tribunal que el crucero y los vuelos entre España y Buenos Aires (punto de partida) fueron costeados por la organización.

Las defensas de Matteo D. y María José N. V. pidieron como alternativa a la pena solicitada por el Ministerio Fiscal (ocho años), 18 meses de cárcel atendiendo a varias atenuantes como la confesión o en el caso de ella, sus antecedentes de depresión, alteración psíquica y consumo de drogas.

Pero en las pruebas a las que fue sometida la acusada antes de juicio no encontraron indicios de consumo de droga, ni el forense pudo concluir que en el momento de la detención tenía sus condiciones mentales alteradas.

Tampoco prosperó la atenuante de confesión porque tan solo reconocieron que llevaban droga cuando fueron identificados e interceptados por un agente.

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