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'Stupid sort'

yolanda vallejo
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Basado en el paradigma de ensayo y error, que es un método heurístico muy absurdo que pretende llegar al conocimiento desde la más absoluta inoperancia, el ‘Stupid Sort’ es el marco teórico del «a ver si suena la flauta» de toda la vida. El que lo inventó se llamaba Dick Grune y se basó –con eso ya se lo digo todo- en la ordenación de los gnomos de su jardín. Es decir, iba ordenando los gnomos de manera aleatoria hasta que conseguía su propósito. Si sale bien, bien y si no, se intenta una alternativa diferente, lo que viene siendo el clásico «Si es con barba San Antón y si no, la Purísima Concepción». Ahora ya entiende el porqué del nombre de la teoría, algo así como la «clasificación estúpida», ¿verdad? Pues no se extrañe usted de que este sea el método más empleado en política en los últimos tiempos, y además no es exclusivo nuestro, no se crea.

El método está de lo más extendido. La cosa es tan sencilla como la de los gnomos, a saber: queremos hacer una cosa, vemos la manera de hacerla, decimos cómo vamos a hacerla, la gente se echa encima, decimos que no la vamos a hacer así, rectificamos, desmentimos lo que hemos dicho antes, matizamos, lo intentamos de otra manera, la oposición nos critica, retiramos la propuesta, nos damos un tiempo para pensar, volvemos a proponerla rebajando el tono… y así hasta el infinito y más allá que diría Buzz Lightyear. Y ya está.

Los del Partido Popular eran expertos en el método. Como ejemplo para los anales de la historia, ahí queda la Ley Wert. No está, y aunque se le espera, nadie sabe por dónde y de qué manera va a venir. Un mamarracho, ya lo veremos en septiembre. Aunque el ‘Stupid Sort’ no es patrimonio de unos pocos, todos lo practican, a su manera. Y no. No voy a hablar del señor alcalde, ni de su atuendo, ni de sus problemas con el exceso de sudoración, ni de sus gafas de sol –que también llevaba Teófila, por cierto– recibiendo a Elcano. Así que absténganse los que me provocan a diario. No voy a hablar de esto porque me puede más, mucho más, el ‘Stupid Sort’ de las barbacoas del Trofeo.

Para entenderlo, hay que estar muy atento porque las noticias cambian en la misma proporción que se mueven los gnomos de jardín. No es lo mismo leer la prensa a primera hora de la mañana, que hacerlo por la noche, a los gnomos les ha dado tiempo de dar mil volteretas. El pasado viernes el concejal de Participación Ciudadana y Servicios Municipales anunciaba que no se limitaría el espacio en la playa para la celebración de las barbacoas para «recuperar el sentido original y la espontaneidad» de las mismas. Inmediatamente todos –usted también– pensamos en la familia Zapata y en las mudanzas que se hacían aprovechando la espontaneidad de la fiesta, que fueron durante años patrocinadas –impulsadas, que es un término más afín– por el Partido Popular, pensamos en la abuela cogiendo relente en un butacón y en los niños de cochecito tapados con toallas. Todos a la playa, ea. Recuérdelo. Años de Guiness en los que el concejal de turno iba contando uno a uno a los que entraban para dar luego unas estadísticas a lo Antonio de María y pedir a Renfe trenes especiales. Años de parcelaciones, de gente haciendo guardia para que no le quitaran el sitio. Años de lotes de pitracos y de barbacoas del chino tiradas por la arena. Por lo visto, años de espontaneidad.

Ni dos días tardó la Facua en calificar de irresponsable la medida del Ayuntamiento. Los mismos que tardó la Junta de Andalucía en hablar de un «paso atrás» en la política medioambiental y los mismos que la Demarcación de Costas en mostrar su sorpresa. Tantos años denunciado la contaminación ambiental y la social tenían que servir para algo. Vamos a darle otra vuelta a los gnomos.

El martes de esta semana el concejal de Medio Ambiente cifraba el «sentido original y la espontaneidad» en doscientos metros, los que van del módulo cuatro al cinco. Un gran paso, no me lo negará. Los gnomos andan como locos.

Porque aquí lo preocupante no es si las barbacoas se hacen desde aquí hasta allí o si se garantiza la limpieza al día siguiente –en condiciones normales, los de Cádiz nunca hemos ido a la playa el domingo de Trofeo–, o si se prohíbe llevar «sofás o bombonas». Lo verdaderamente preocupante es la manera en la que se avanza dando palos de ciego.

Y eso que, por lo menos, hubo acuerdo el pasado jueves en el Pleno, a pesar de los líos de las citaciones y las impugnaciones y los gnomos del jardín. Ahora sí que se puede decir que hemos echado a andar, o como dice nuestro Alcalde, ahora es cuando «comienza un nuevo futuro para Cádiz» en el que «recuperará la posición que nunca debió perder como faro del sur de Andalucía».

No sabría decir muy bien qué significa eso, pero sí puedo decir que bonita, lo que es bonita, le ha quedado la frase. Veremos a ver qué dicen los gnomos.

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