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LXXXVI Crucero de Instrucción

José María González 'Kichi' recibe al Juan Sebastián Elcano en el muelle de Cádiz

«Es la primera vez que lo hago como alcalde y ha sido una experiencia muy bonita», dice 'Kichi'

j. a. cañas
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Coge su móvil y se acerca a su compañera: sonrisa y selfie de rigor en la cubierta del Elcano. El gesto podría estar protagonizado por cualquiera de los invitados que este martes han podido embarcar al buque escuela para contemplarlo, después de llegar al Puerto de Cádiz en el fin de su LXXXVI crucero de instrucción. Sin embargo, el que agarraba el móvil en la cubierta era el mismísimo alcalde de Cádiz, José María González en el que supuso su primer recibimiento al Juan Sebastián Elcano como regidor. Si expectación creaba la llegada de centenares de marineros para unos familiares que, bajo un sol de justicia, esperaban con nerviosismo; tampoco se quedó atrás la presencia del propio González en el Puerto. Tanto como para concentrar la atención de algún que otro congregado que, una vez superados los reencuentros, no dudó en lanzar el grito de «¡Kichi, ven!» para poder saludar al regidor. Y, de nuevo otro selfie con el alcalde, cual estrella invitada al evento.

Lo cierto es que, justo mientras el buque completaba sus maniobras de atraque, la duda sería si el nuevo alcalde aparecería o no al que suponía su primer recibimiento del Elcano. Para ese entonces, toda la representación civil estaba ya dispuesta según el protocolo. Antonio Sanz, delegado del Gobierno en Andalucía; Javier de la Torre, subdelegado del Gobierno en Cádiz; Felicidad Rodríguez, diputada en el Congreso por el PP; Eduardo González Mazo, rector de la Universidad de Cádiz; Ignacio Romaní, concejal del PP; Juan Manuel González Dorao, concejal de Ciudadanos o Fran González, concejal del PSOE, formaban el comité de bienvenida. La exalcaldesa y ahora concejala Teófila Martínez ( que por cierto, llegó conduciendo su propio coche en una estampa antes poco habitual) completaba un panorama de autoridades totalmente trastocado con respecto a anteriores recpeciones. Con el buque ya amarrado y, a punto de comenzar el saludo y las salvas, la duda quedó despejada. Con retraso y a pie, llegaba el alcalde, acompañado de la concejal Ana Fernández, para pasar a saludar al almirante de la Flota Santiago Bolíbar en el que era su último acto antes de su despedida oficial en el cargo.

González no negó su satisfacción de estar presente en la llegada. Al menos así lo expresó tras desembarcar de una breve visita en la que pudo conocer la cubierta y el camarote del comandante del buque. «Ha sido una experiencia muy bonita porque, sí conocía al Elcano, pero hasta ahora no había subido como alcalde», explicaba González a pie de buque. Reconoció no haber podido saludar a la marinería ya que para el momento que él exploró el buque, la mayor parte se encontraba en pleno reencuentro con sus familias.

No era para menos, después de seis meses, los militares tenían ganas de abrazar y besar a familias llegadas de toda España y que soportaban bajo un intenso calor la esperada llegada. Atrás quedaba una aventura que les ha llevado a recorrer toda Sudamérica, desde su partida el pasado 10 de enero. En su cuaderno de bitácora, once ciudades claves como Montevideo, Valparaíso o Veracruz, capitales algunas hermanadas con Cádiz. A eso se suman parajes emblemáticos como los canales patagónicos, en un periplo por el Pacífico y el Atlántico que supone el LXXXVI crucero de instrucción que han completado 24 oficiales, un profesor universitario, 22 suboficiales, 133 profesionales militares de marinería y tropa, y 4 civiles.

Un esfuerzo ímprobo en el que supone todo «un emblema de España», como reconoció Antonio Sanz tras su visita. Un embajador que, durante estos meses, ha tenido «un viaje tranquilo», como valoraba el comandante del buque, Enrique Torres. Quizás en esa tranquilidad tuvo que ver la satisfacción de la tripulación por las mejoras en los sistemas de telecomunicaciones que les ha permitido estar «más conectados a sus familias».

De seguro también, la calma en el viaje ha venido acompañada porque el que supone todo un embajador del país ha recuperado su prestigio perdido, tras la aparición de droga en el anterior crucero de instrucción. En este sentido, Torres reconoció que «la indignación y la decepción» que supuso los sucesos ocurridos el pasado mes de agosto, se han convertido «en una mayor ilusión para seguir siendo motivo de orgullo y admiración». Igualmente, explicó que ese manchón en la reputación del Elcano ha llevado a «reforzar las medidas de seguridad».

Abrazos y lágrimas

Al margen de las declaraciones políticas e institucionales, las decenas de familiares que esperaban con paciencia también sentían el orgullo y la admiración de la que hablaba Torres. Sin embargo, más que por el propio buque o por la Armada, lo sentían por ese familiar que, con discreto nerviosismo. les saludaba desde el Elcano mientras ultimaba el saludo en cubiertas y mástiles. Una discreción que se convirtió en alegría desenfrenada cuando pudu abandonar la nave para saludar a sus familias. Nervios, besos, abrazos y lágrimas se apoderaban del muelle de la ciudad. Temblores como el de Soledad que, venida desde Gijón, con ansia esperaba que desembarcara su hija Lucía García, de 25 años.

Bien dura se hizo la espera también para la novia de Jesús Cabañas, pese a estar acostumbrada. Su pareja completó ayer su tercer viaje en el Elcano y, emocionada, besaba a Cabañas con frenesí. «Se lleva mal su ausencia, reconozco que después de tres años, cada vez se es más duro», explicó. Por eso, la chiclanera no dudó en ir a Uruguay para visitarlo en su escala en ese país. Ahora, Cabaña «descansará de más viajes» y se quedará en San Fernando «a la espera de que llegue un destino».

Unos metros allá de la pareja, la abuela de Juan Carlos Martínez, Julia, agarraba con fuerza la valla que le separaba de la llegada de su nieto. Con la otra mano, cuatro rosas con las que homenajear a su hijo y padre del marinero, que falleció años atrás. Ayer, los recuerdos emocionados de su hijo afloraban mientras esperaba con orgullo a su nieto, motivo de alegría de una abuela venida desde Cataluña para poder recibirle. Las lágrimas de emoción y de impaciencia de Julia se convirtieron en llanto de alegría cuando su nieto de 26 años bajó del buque y la estrechó entre sus brazos. Juan Carlos ya estaba en casa, aunque antes la abuela pudo conocer el bergantín-goleta. Allí, en la cubierta, Julia completó su homenaje cuando arrojó las rosas por la borda de la nave, como recuerdo a su hijo.

Poco a poco, el Elcano se fue vaciando de familiares y tripulación. Ya a las seis de la tarde, el buque puso rumbo a la bahía para llegar al Arsenal de La Carraca. Allí, será sometido a una revisión y puesta a punto que garantice un nuevo crucero de instrucción. Y con ese hará 87 surcando los mares. De momento, se desconoce el destino del nuevo viaje. Tan solo está claro que volverá a llenarse de tripulantes que dejarán a emocionados pero orgullosos familiares en tierra. Solo así continuará la leyenda del Elcano y el mar. Esa que ya va camino de hacerse centenaria.