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El Estadio Carranza
Podréis derribar no sólo su nombre del Estadio, sino también su estatua del Ayuntamiento y la lápida de la calle de la Aduana pero, por mucho odio, rencor, venganza y envidia que almacenéis en vuestros corazones, no podréis quitar de la memoria del pueblo lo gran alcalde que fue don Ramón de Carranza
Actualizado: GuardarLeyendo LA VOZ de Cádiz, de la que soy un empedernido lector, pues resido en Algeciras pero mi corazón lo tengo en la Tacita de Plata y en mi Cádiz CF de mi alma, me entero de que al Estadio le van a quitar el nombre de Carranza.
Claro, como gestionar el Ayuntamiento no es lo mismo que dirigir una comparsa o una chirigota, la ocupación prioritaria y fundamental es ocuparnos de eso tan de moda que llaman ‘memoria histórica’, y qué mejor que tirar abajo a ese alcalde de derechas, monárquico y que el pueblo lo denominó como el Gran Alcalde de Cádiz. Ese señor que puso las calles gaditanas como una patena y España entera la conocía por la Tacita de Plata.
Pues miren, señores gobernantes, voy a hacer un ejercicio mental y voy a recordarles quién fue esa figura que van a derribar, aunque a la memoria de esos viejos gaditanos no hace falta que yo se lo recuerde.
Para empezar, les diré que no nació en Cádiz, sino en Galicia, pero en su encuentro con nuestra ciudad se enamoró de ella de tal manera que casi abandonó sus empresas y se entregó muy de lleno para poner muy alto el pabellón de la localidad.
El único sueldo de alcalde era el 4% de las obras municipales, ingreso que pasaba directamente al ropero escolar, pagándose de su bolsillo los viajes y hoteles en Madrid para conseguir de los ministerios bienes para el pueblo. Presidiendo las Cortes en 1936, por ser el diputado de más edad, lo intentaron asesinar por negarse a dar un viva a la República, contestándole a Prieto con un «no me da la gana»; a su derecha tenía a Don José Calvo Sotelo, que días después fue asesinado.
Y siguiendo con eso de la ‘memoria histórica’ que tanto os gusta, os recordaré que se ganó la Cruz laureada de San Fernando mandando un lanchón con reducidas fuerzas de mar en las costas de Santiago de Cuba. Con fusil en mano cubrió muchas bajas de su tripulación, siendo teniente de navío al mando del cañonero Contramaestre.
Fue un gran empresario con su flota pesquera y sus almadrabas, fomentó las obras públicas con derribos y ensanches, municipalizó servicios tan importantes como el abastecimiento de aguas y los servicios eléctricos, gran propulsor de nuestro Puerto y el promotor más entusiasta de la Zona Franca. A él debemos la construcción de la plaza de toros, de los hoteles Atlántico y Playa y del cine Municipal, creando con ello muchísimos puestos de trabajo. El ministro de Obras Públicas Fernández Ladreda descubrió una lápida en la calle Aduana con la inscripción ‘Avenida Ramón de Carranza’. Por no tener tiempo de realizar todos sus proyectos, fue su hijo José León de Carranza el que, tomando el timón, terminó su obra con la construcción del puente y del estadio y, haciéndole un ‘dribling’ al gobierno, restituyó los carnavales denominándolos Fiestas Típicas Gaditanas. Esto me figuro que sí que lo tendrá en su memoria el nuevo alcalde, dada su gran cultura del carnaval.
Podréis derribar no sólo su nombre del Estadio, sino también su estatua del Ayuntamiento y la lápida de la calle de la Aduana, pero por mucho odio, rencor, venganza y envidia que almacenéis en vuestros corazones, no podréis quitar de la memoria del pueblo gaditano lo gran alcalde que fue don Ramón de Carranza Fernández de la Reguera y que yo, como nieto suyo, me siento orgullosísimo por todo lo que hizo por España, por la Marina y por Cádiz.
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