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Muros con historia

Un recorrido por algunas de las fincas del casco antiguo de Cádiz que fueron habitadas por ilustres gaditanos

raúl jiménez
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Asegura el dicho que nació durante la persecución a los hugonotes en el París del siglo XVI que las paredes oyen. Todo lo contrario sucede en el casco antiguo de Cádiz. Las paredes, o más bien los muros, son los que hablan y el caminante, quien escucha. Basta con dar un paseo, alzar la mirada y prestar atención para percatarnos de las historias que encierran algunas de las casas que están detrás de esos muros de piedra. Historias, en numerosas ocasiones, de ilustres personajes que vieron su primera luz al sur del sur y llegaron a convertirse en inmortales.

En la mayoría de los casos, es una placa de piedra que cuelga de la fachada la que hace que nos frenemos en seco. En otros, la propia majestuosidad de algunas de esos edificios es la que advierte que tras sus muros no residieron personajes anónimos. Una situación que se repite en tantas y tantas calles que convierten cualquier paseo en un recorrido por la memoria de la ciudad.

Hoy en día sí que son anónimos los gaditanos que tienen la suerte de vivir en el interior de esas casas que encierran mil y una historias. Gaditanos como María José Carnota, que lleva media vida habitando la primera planta del número 1 de la Plaza de Candelaria, el lugar donde, por cosas del destino, dio la casualidad que nació el primogénito de un matrimonio eldense que llegó a convertirse en uno de los cuatro presidentes de la Primera República Española. «En esta casa nació Emilio Castelar», reza la placa que luce junto al balcón de María José.

Casa de Emilio Castelar

La historia se repite en el número 32 de la Plaza Viudas, donde en 1842 vino al mundo Fermín Salvochea y Álvarez, «defensor incansable de los intereses populares y de los derechos humanos», recoge la placa estampada sobre piedra ostionera. Y en el 19 de la calle Cervantes, casa natal del laureado escultor Luis Vassallo, ilustre imaginero y padre de la diosa Gades que se levanta en el Paseo Pascual Pery de la Punta de San Felipe.

Casa de Fermín Salvochea en la Plaza Viudas
Casa natal del escultor Luis Vasallo

La realidad es que la inmensa mayoría de estas viviendas, lejos de ser adquiridas por la administración pública por su representatividad, se han convertido en hogares particulares. Casas privadas, en mejor o peor estado, en las que sus moradores disfrutan del lujo de vivir inmersos en la historia de la ciudad.

El 8 de mayo de 1897, en el número 12 de la calle Isabel La Católica, se oyó el primer llanto del poeta y dramaturgo José María Pemán. Un lugar emblemático que se convierte en unos de los escasos ejemplos en los que una entidad pública, en este caso municipal, asume el mantenimiento del edificio para otorgarle un fin bien diferente al de vivienda. Donde nació Pemán, hoy en día nacen empresarios, pues entre esas paredes se encuentra un centro de promoción empresarial dependiente del IFEF.

El escritor gaditano vivió y murió en la plaza de San Antonio, en el edificio que actualmente es la sede la Fundación Cajasol y que es conocida como Casa Pemán. La entidad bancaria rescató del olvido una finca ahora abierta al visitante y cuya primera planta se convierte en una biblioteca-museo en la que se pueden contemplar obras originales, así como correspondencia y otros efectos personales del autor.

Casa en la que nació Pemán, en Isabel la Católica

En esa misma plaza se levanta señorial la antigua Banca Aramburu, que hoy día sigue perteneciendo a la familia de Álvaro de Aramburu Picardo y cuyas estancias suelen ser cedidas para el desarrollo de numerosas actividades culturales y de ocio.

No muy lejos de allí, en la primera planta del número 3 de la Plaza de Mina, nació el compositor Manuel de Falla, una de las más importantes figuras del nacionalismo en la primera mitad del siglo XX. En el patio de la finca, sus actuales propietarios cuidan con mimo lo que bien podría considerarse un pequeño museo sobre la vida del músico. Innumerables objetos personales e incluso la cuna en la que descansó durante sus primeros días de vida son guardados con celo. A temprana edad, la familia de Falla se trasladó al número 19 de la calle Ancha, que hoy también es una vivienda particular.

Casa donde nació Manuel de Falla

Y de lo que es una auténtica casa museo, a lo que pudo serlo. El número 100 de la calle Sagasta en el que vivió el ilustre botánico José Celestino Mutis estuvo en vías de compatibilizar el alquiler de viviendas y la creación de un pequeño espacio en el patio central del edificio en el que se exhibieran láminas con las vivencias del naturalista y algunas de las plantas que clasificó. Al menos esa fue la idea que propusieron los dueños de la finca para un proyecto que tomó fuerza con motivo del segundo bicentenario del nacimiento de Mutis y que finalmente se paralizó.

Finca de José Celestino Mutis en Sagasta

La lista es interminable y a ella se suma, por ejemplo, el que fuera alcalde de la ciudad Adolfo de Castro, que vivió en la calle Cervantes 37 y que compaginó la política con una faceta de escritor que le dio más de un disgusto, pues se atrevió a asegurar que había encontrado una obra inédita de Cervantes que al final resultó que había escrito él mismo. O el escritor y abogado Rafael de la Viesca, que nacido en el 10 de la calle hoy lleva su nombre llegó a ser presidente del Casino Gaditano.

Casa de Adolfo de Castro
Casa de Rafael de la Viesca