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Un equipo de socorristas realiza un simulacro durante su jornada laboral en La Victoria - D.R.
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Una vocación de auxilio

El servicio de playas de Cádiz afronta el verano con dudas ante la falta de medios

maría román
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«Nuestro principal objetivo es el salvamento de cualquier persona que requiera nuestros servicios», cuenta Daniel Ruiz, coordinador de playa en la costa de Cádiz. La obligación diaria no es un trabajo porque nace de la vocación, de la pasión por ayudar a los demás. Ese es el sentimiento generalizado dentro del mundo del socorrismo. «Somos las personas visibles de la playa y por tanto todos los problemas recaen sobre nosotros». No pueden olvidarse ningún paso porque sería decisivo en el rescate de una persona que requiera de sus servicios.

Comienzan la jornada cuando la playa aún está vacía y atrás le quedan al menos diez horas a pleno sol. Aprovechan la soledad de la arena desierta para preparar, con cuidado y detalle, todos los equipamientos, embarcaciones que más tarde tendrán que emplear en situación de emergencia. Entre las muchas labores que a diario llevan a cabo se encuentra la de la ayuda a los niños perdidos. Se encargan de tranquilizarlos y localizar a sus padres, que por despiste o por estar la playa repleta, los han perdido. «Recuerdo un niño de 8 años que se perdió en la playa de La Caleta sobre las siete de la tarde. Lo curioso fue que ese mismo día jugaba el Real Madrid Castilla- Cádiz. Se movilizó un dispositivo bastante amplio por la zona. Finalmente, fue encontrado a las 23.00 horas en su casa, se había saltado por la ventana y estaba viendo el partido», cuenta Daniel.

Al socorrista se le exige tener los conocimientos de un médico y de policía

Controlan los ocho kilómetros de playa y además se encargan de vigilar a los más pequeños y aconsejar a los bañistas cuando se aproximan las horas de calor. «Es un trabajo duro, tenemos que estar pendiente de todo. Es algo que da la experiencia». A diario, estos 'héroes del veraneante' tienen que ofrecer su servicio a personas con tensión baja, con golpe de calor y contracturas derivadas de juegos de pelota.

Lleva más de diez años formando parte de los rescates acuáticos en Cádiz. «En estos veranos de experiencia he aprendido que hay que mantener la cabeza muy fría durante un rescate. No te puedes dejar llevar por la adrenalina del momento», indica Daniel. Relata que un domingo cualquiera de julio o agosto se pueden perder cerca de 30 niños en una playa. «Aunque hay que reconocer que cada vez los padres van asumiendo esa responsabilidad. Antes, los veraneantes se creían al vernos que estábamos obligados a controlar todo, incluido a sus hijos, muchos padres se desentienden de ellos y luego lo pasan mal».

Es un trabajo duro, tenemos que estar pendiente de todo. Es algo que da la experiencia

Aunque no son responsables directos de estas situaciones, tienen que hacer frente a situaciones parecidas. Las playas de Cádiz disponen de ocho torres de vigilancia que ayuda a controlar un campo amplio de visión. Además cuentan con zodiacs y barcos de salvamento marítimo que facilitan el acceso a zonas complicadas para proceder a un rescate.

El servicio de socorrismo en la playas gaditanas tiene sillas anfibias, comúnmente denominadas 'anfibuggy', que ayudan al baño a las personas discapacitadas. Dos socorristas son los encargados de acompañar a las personas hasta el agua y estar con ellos mientras se bañan, para después devolverles a la orilla junto a sus familiares. Las zonas en las que se pueden encontrar estas sillas son La Caleta, frente al Instituto Drago, en el módulo central de La Victoria- junto a Hotel Playa Victoria- y en el módulo Los delfines.

«Poco valorados»

«Lo más satisfactorio es salvar la vida a alguien, es lo más gratificante de la profesión», apunta Daniel. «Vigilar una zona de baño es bastante cansado y monótono, sobre todo en instalaciones cubiertas», y señala que «lo más duro es que haya sucedido algo y que no haya podido hacer nada para remediarlo». Recuerda que 2009 fue un verano negro en las playas de Cádiz. Hasta cinco personas fallecieron, tres de ellas le tocó vivir. Afirma que «al socorrista se le está exigiendo tener los conocimientos de un enfermero, médico e incluso de policía», y asegura que «es una labor silenciosa, poco valorada y mal pagada, pero a pesar de eso cuenta con grandes profesionales en nuestra provincia».

Sin embargo, esta plantilla tiene que hacer frente a otras complicaciones. Los problemas en el servicio de socorrismo y salvamento marítimo de las playas son constantes cada año al comenzar la temporada estival en Cádiz. Los coordinadores se encuentran «desbordados» ante la avalancha de veraneantes y el presupuesto tan bajo por parte de la concesionaria del servicio de salvamento, Ebone S.L.

Desde el comité denuncian que las telecomunicaciones fallan a diario y los coordinadores se sienten «impotentes». Ponen como ejemplo un fallo el pasado fin de semana, cuando uno de los coordinadores dio la orden a la embarcación de la zona de Isecotel de zarpar para un rescate y la señal nunca llegó.