José Blas Fernández: «Mientras esté Teófila, estaré yo»
El hombre fuerte y número dos de la exalcaldesa del PP se muestra por primera vez autocrítico y cansado
Actualizado:Su despacho profesional, de graduado social, tiene la solemnidad de un museo. Pequeño pero con imágenes de reyes, de presidentes y viejas glorias de la política. Medallas, diplomas y honores. Rastros. Como complemento, guarda orgulloso cada recorte de prensa que le mencionó, que citó a su partido. Saca una carpeta llena de papeles amarillentos de los que rebosan políticos ahora envejecidos y avinagrados, redactores que han fallecido, viejas glorias. Restos. A todos ha sobrevivido. Casi 33 años de concejal, el decano, el veterano. El malo de la película. «En los últimos años me he sentido como un pedigüeño, todo el día detrás de los bancos, recortando a otros compañeros de gobierno. Ha sido la etapa más negativa de esos 32 años y pico, la que ha ido de 2010 a 2013. Todo el día apagando incendios. He acabado por ser un pseudotécnico pero creo que he sido resolutivo». Nadie le obligaba pero la voluntariedad tampoco le desacredita.
José Blas Fernández Sánchez se ha convertido para el imaginario local gaditano es una especie de gran contable del reino. Es el hombre de los números, el experto en leyes, el que sabe cómo se hace cada cosa. Bien con admiración, bien con desprecio, ha sido el gran burócrata. «He llegado a tener tendinitis en el brazo derecho de firmar papeles. No le deseo a nadie el síndrome del teléfono. Esperando una llamada para ver si había dinero para pagar, para ver si se conseguía ese crédito... Los últimos años han sido angustiosos, los más difíciles, aunque se han salvado las empresas municipales, no se ha producido un despido, ni un ERE, nunca ha faltado una nómina ni se ha dejado de pagar una cuota de la seguridad social». A escala local, si no un animal, sí que parece un bicho político. Ha estado en todas, sin pausa, desde 1983. Siempre fue directo y sarcástico pero ahora, tras la derrota electoral del 24 de mayo, se le ve por primera vez cansado y autocrítico.
–¿32 años de concejal no eran suficientes? ¿De veras quería más?
–Admito que esta vez no quería seguir. Me pidieron que continuara y por lealtad, sobre todo, a la figura de Teófila Martínez, accedí a continuar. Pero ha sido la vez en la que más me lo he pensado, con diferencia.
–Por tanto ¿Es la última vez que aparece en una lista a las elecciones municipales?
–Es muy probable que así sea.
–¿Y como senador? ¿Seguiría?
–En el Senado estaré mientras cuenten conmigo, mientras me lo propongan. Es mi vocación. Me gusta ese trabajo y mientras me lo ofrezcan, ahí seguiré.
–Admite que se planteó no presentarse, que no se volverá a presentar, ni Teófila Martínez ni usted ejercerán de portavoces municipales. ¿Están preparando su marcha?
–A mí no me asusta la oposición. He estado 12 años en la oposición. Eso no pueden decirlo otros concejales ni de mi partido ni de otras formaciones. Respecto a Teófila Martínez, no puedo decir lo que hará ella aunque su compromiso con Cádiz es absoluto. Lo que sí digo es que mientras esté ella, estaré yo.
–¿Tan pesados han sido ustedes en el PP con la propaganda, con la publicidad y la autopromoción?
–Yo he dicho muchas veces dentro, las cosas que no me gustaban de las que estábamos haciendo. Lo que sí sé es que la ciudad se valora mucho más desde fuera. Desde otros sitios nos hablaban de la transformación prodigiosa, pero dentro de la ciudad no se veía.
–¿Qué hicieron mal desde el gobierno local para perder tantos votos el pasado 24 de mayo?
–No hemos dominado la calle. Creímos que bastaba con hacer una buena gestión e irnos a casa, con trabajar tan duro, pero no supimos conectar con la calle. No hemos sabido patearnos la calle. La alcaldesa, sí. Ella la controlaba como nadie y se la pateaba. Pero los demás... No supimos contrarrestar la cantinela de los plenos, el ruido en el que siempre nos sacaban con las frases en tono alto. Han sido unos años difíciles. Cuando el Gobierno dejó de transferirnos 42 millones de euros, con diez millones de deuda de la Junta en impuestos, una ciudad sin industria, sin IAE, que las licencias de obra que concede son para cuartos de baño, con solo un 30% de la población pagando impuestos... Es muy difícil.
–Ahora son otros los que tendrán que hacerlo si tan difícil es.
–El nuevo Gobierno municipal ha llegado diciendo que le va a quitar a los privilegiados para repartirlo. Eso no es verdad y se verá pronto. Para empezar, me han defraudado mucho los otros partidos con los pactos. Luego, hay un efecto de novedad. Había seis televisiones nacionales en la toma de posesión. Si hubiera renovado Teófila, no habría estado más de una. Lo entiendo, es la novedad, pero basar un programa en el populismo tiene un recorrido muy corto.
–¿Cómo de corto? ¿Cuánta vida le augura a este Gobierno municipal?
–No le pronostico muchos momentos de gloria. Yo no le doy ni un mandato entero, ni los cuatro años.
–¿De veras cree el discurso de la llegada del lobo, de que con Podemos habrá impagos de nóminas?
–Lo que digo es que no se pueden tener más gastos que ingresos, que este Gobierno municipal tiene que pagar 2,5 millones de euros al mes de nóminas, 850.000 euros en Seguridad Social y que municipalizar las cuentas es imposible, por normativa. Además, supondría tener que absorber a 700 personas en la plantilla del Ayuntamiento. Es imposible.
–¿No están atosigando al nuevo Gobierno municipal? ¿Ni los cien días de cortesía van a darle?
–El alcalde y el equipo de gobierno cuentan con mi lealtad. Yo no les voy atosigar. Quiero hacer una labor leal y no voy a tener por objetivo ir contra ellos. Eso sí, tengo que luchar por lo que crea mejor para los gaditanos. Tenemos 22.000 personas detrás, las que nos han votado. De todas maneras el clima de tensión actual pasará. Después de las generales empieza otra etapa. Empiezan cuatro años sin elecciones.
–¿Cómo lleva lo de los gestos?
–Que cada cual haga lo que quiera pero el retrato de Fermín Salvochea ya estaba en las paredes del Ayuntamiento. Y el del último alcalde republicano fusilado. Cuando llegamos nosotros, solo estaban los alcaldes franquistas y nos encargamos de ponerlos a todos.
–¿Teme que empiecen a sacarle trapos sucios al anterior equipo de gobierno?
–Tengo la conciencia muy tranquila. He sido austero y resolutivo, trabajador y entusiasta. Me he peleado con todos los de mi partido y he sido el del trabajo más feo, el que debía decirles a todos que no. No hay ni una comida mía, ni un viaje mío, a cargo del Ayuntamiento.
–¿No ha puesto usted demasiadas querellas por injurias? ¿No iba en su cargo aguantar la crítica?
–Entiendo que me digan que soy el peor concejal, que soy un torpe, que me equivoco, lo que sea. Va en el juego político. Pero que se dirijan a mí con violencia, hablando de atravesarme con una katana, que se manche mi honor, eso no lo tolero. Quizás, por deformación profesional tengo un alto concepto de la Justicia. Pero tampoco he puesto tantas.