Los mandamientos del candidato perfecto
Mensaje, imagen personal o colores; en campaña nada es casual y todo tiene un porqué
Actualizado: GuardarEse joven apasionado que agita la bandera con fuerza a cada golpe de voz de su líder. Que no se pierde un mitin, ya sea de la rosa, de la gaviota, del círculo o de los 'naranjitos'. Ese chaval que se sienta tras el candidato en cada acto y que tiene clarísimo su voto no es el objetivo primordial de la campaña en la que estamos inmersos. Máxime cuando en estas cruciales Elecciones Municipales el voto del indeciso decantará la lista de ganadores y vencidos, tal y como adelantó este medio en las encuestas de intención de voto. Y, para meterse en el bolsillo a ese indeciso, mensaje, imagen personal, relaciones con los medios, presencia en las nuevas tecnologías o la respuesta a las crisis generadas deben seguir una misma dirección.
El doctor Pablo Muñoz Viquillón, profesor del Departamento de Marketing y Comunicación de Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Cádiz, lo sabe bien. De su amplia experiencia y formación conoce los puntos débiles y fuertes de una campaña. Elementos claves a cumplir en el mandamiento del candidato perfecto que bien merecen ser tenidos en cuenta si se quiere conseguir la victoria el próximo 24 de mayo.
No prometerás más de la cuenta
El mensaje, lo que el candidato promete, exige una especial dedicación para evitar posibles disfunciones. «Todo mensaje puede llegar a ser controvertido en sí mismo cuando no hay una correlación positiva entre lo que se piensa y lo que se dice, o entre lo que se dice o se hace. Pero en la arena política tiene un mayor peso», recuerda Muñoz. De hecho, la importancia de dotar al discurso de coherencia es clave.
«Un mensaje político incongruente es captado de forma inmediata por el interlocutor y produce un ruido desagradable. Provoca no solo desconfianza en el mensaje, sino también en su emisor», explica el doctor. Eso, en política, trae de la mano «consecuencias nefastas» ya que el candidato perderá «el llamado factor confianza». Supone en la práctica que todo el trabajo de la campaña «puede llegar a perderse en fracciones de minutos».
De ahí que Muñoz lance un consejo: no prometer más de la cuenta o aquello que no se puede cumplir. El profesor de la UCA apunta más claro cuál es el fin primordial del mensaje: «El electorado valorará su conveniencia en cada uno de los elementos contenidos en el mensaje y de acuerdo a sus intereses, tomará partido a favor o en contra, el éxito estará en captar a los que dudan o forman el ejército de disconformes de otros partidos». «Es importante lo que se dice políticamente y cómo se dice. Y esto en ocasiones se obvia o parece olvidarse, una vez finalizada una determinada campaña electoral, y es entonces cuando surgen las crisis dada la incongruencia del mensaje y la realidad, entre lo dicho y lo hecho», remarca.
Tu imagen será coherente
Y como la clave es creerse al emisor, en este caso candidato, la coherencia debe guiar los pasos entre la identidad política y la imagen política. La identidad es lo que se desea transmitir y la imagen es lo que se transmite. «Si ambas coinciden, se habrá logrado una parte significativa de la comunicación política», explica Muñoz. «La forma de vestir, el maquillaje, el peinado, la forma de moverse, la puesta en escena e incluso una simple sonrisa forman parte del proceso comunicativo».
Pero, como explica el profesor de la UCA «dependen del contexto y forma en la que transmite». Y Muñoz pone un ejemplo en el que suelen caer los políticos: «Puede ser incongruente visitar a unos posibles electores solo en campaña electoral. Son acercamientos no habituales que, en ocasiones, resultan inverosímiles e hipócritas y nada bien valorados por el electorado».
De ahí que el doctor recomiende dejarse guiar por los asesores de imagen y los gabinetes. Sin embargo, «a veces la elección de éstos no son los más adecuados, o la intransigencia de algunos políticos a ser guiados, ensombrecen cualquier campaña».
Sabrás vivir en Twitter
Pasamos unas cuatro horas al día conectados a internet, es obvio: la campaña electoral en la red hoy es clave. «No estar presentes en ella, sería políticamente un grave error», avanza Muñoz. Luego sería el cómo se está. «Aquí el mensaje tiene efectos multiplicadores y debe ser cuidado. Es importante no solo lo qué se diga, sino quién, cuándo, para qué, a quienes y el medio. Los electores ahora pueden opinar también en las redes», matiza el experto.
Gestiona bien las crisis
Los medios de comunicación son claves en las campañas y más ahora en la revolución digital y «el periodismo ciudadano». «Hay un triángulo de tres vértices entre política, medios de comunicación y votantes», reconoce Muñoz. En este contexto, los medios juegan «un papel importante en las crisis de campaña, errores, ataques y respuestas». De hecho, el profesor de la UCA lanza un mensaje: «Si algo funciona bien comuníquelo para que cuando algo relativo a usted funcione mal, el electorado pueda tener criterios suficientes para valorar». Partiendo de la base de que «nos gustan las malas noticias», hay que reducir la incertidumbre por medio de la llamada Teoría de la Reducción: «La gente quiere estar informada en todo momento, no vale con evadir la realidad, negar lo evidente o retrasar el momento para brindar la información».
Hasta tus colores te ayudarán, o no
En esta guerra, hasta los colores cuentan. Existe amplias teorías sobre la psicología del color. De hecho, «el espectro político de colores surgió en la Revolución Francesa». Es entonces cuando el azul se asoció a la derecha y el rojo a la izquierda en una asimilación que incluso llevó a hablar de sangre azul o la roja. Hasta el azul de la bandera europea, puede «interpretarse como oposición a la amenaza comunista».
A partir de ahí, el amarillo se puede asociar a movimientos liberales. Pero todo depende del país o región, el negro es elegante pero peligroso por las camisas negras que usaron los fascistas. Incluso el verde puede denotar ecología, pero en España también habla de apoyo a la monarquía y en Andalucía habla de su bandera. Y es que en estas tablas de Moisés de tintes políticos hasta el color de una corbata puede ser todo un acierto o un triste fracaso.
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