Una gaditana contra el ébola
Aida Muñoz, especialista en logística, formó a profesionales sanitarios para controlar un brote de la epidemia en Nigeria
Actualizado: GuardarCuando a comienzos del pasado mes de octubre las alarmas se dispararon con virulencia en España al confirmarse el primer caso de ébola en nuestro país, el de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, ya llevaba Aida Muñoz más de un mes en Nigeria plantando cara a un brote de la epidemia.
Esta portuense de 34 años, formó parte del equipo de emergencias enviado por Médicos Sin Fronteras hasta la localidad de Port Harcourt, donde asesoró a los sanitarios nigerianos en matería logística.
Pasó mes y medio en el corazón de África conociendo de cerca cómo se combate el ébola con unos medios muy diferentes a los que existen en Europa. Eso sí, se enfrentó a un caso que ya estaba medianamente controlado y cuya magnitud no alcanzaba las preocupantes cotas que tiene la epidemia en otros países como Liberia o Sierra Leona.
«Fue una experiencia muy diferente a las que he vivido en otros países como Iraq o Colombia, una situación de emergencia pura y dura. Un mes y medio muy intenso», explica Aida, que desgrana que el objetivo del equipo que fue enviado al sur de país no era otro que «atajar un brote algo atípico que afectó a la clase social más alta de la localidad».
«La emergencia tuvo su punto de partida en un médico de Lagos que había tratado a un diplomático infectado y que se saltó la cuarentena para trasladarse hasta Port Harcourt. Allí terminó falleciendo», relata la cooperante gaditana.
En la localidad sólo se produjeron cuatro casos confirmados, dos de ellos en el centro donde Aida desarrolló su labor. Afortunadamente, uno de los enfermos superó la enfermedad.
La labor que Aida desarrolló en Nigeria se centró en evaluar la situación, aportar la asistencia técnica necesaria a los médicos de la localidad y activar los protocolos de actuación relativos a limpieza, desinfección e higiene para que el brote no se extendiera y estuviera controlado en todo momento.
«Y sí, tuve que ponerme el traje -comenta Aida-, mi trabajo no se limitió a la formación técnica del personal sanitario, sino que también me puse el traje y entré con ellos a tratar a los enfermos».
Para que su aventura fuera posible, Aida recibió un curso en Bruselas sobre cómo se actúa en estas situaciones de riesgo.
«Antes de que iniciara este periodo de formación ya me avisaron que a la semana siguiente marcharía a Nigeria. Me lié la manta a la cabeza y de una semana para otra me fui para allá. Vas con miedo, es algo que al principio impone mucho, aunque con el paso de los días se convierte en una rutina. Si se hacen las cosas bien no tiene que pasar nada», señala Aida.
Aida supo llevar con entereza la experiencia, pero su familia no tanto. «Les he ido acostumbrando con otras cosas que he hecho, pero lo llevaron mal, muy preocupados, pero es lo que tiene esta profesion. Y eso que aún no había pasado lo del caso de España. Te pones en su lugar y los entiendes. No conocían qué era el ébola exactamente y es normal que tuvieran miedo. No obstante, en España ha habido un poco de psicosis con el tema», explica.
Aida no quiso dejar pasar la oportunidad de hacer un llamamiento para la concienciación de la sociedad y alzó la voz para recordar que «existe la necesidad imperiosa de seguir ayudando a estos países. En África sigue muriendo mucha gente y con muy poco que se colabore se puede hacer mucho bien».
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