La asociación tiene su centro de operaciones en pleno corazón del Cerro del Moro
La asociación tiene su centro de operaciones en pleno corazón del Cerro del Moro - f. j.
cádiz

Las que alimentan el alma

La Asociación Amigas del Sur reparte desayunos y almuerzos desde el Cerro del Moro

a. m. de la vega
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«Han venido dos muchachas nuevas». «Pues apunta por ahí que esta tarde viene una familia con dos niños». No es una conversación normal para una madre y una hija, pero para Pepa y María es algo cotidiano. Ellas son dos de las nueve personas (siete mujeres y dos hombres) que desde hace algo más de un año conformaron la Asociación Amigas del Sur.

Hace unos meses su nombre sonó en toda España porque la eurodiputada de Podemos Teresa Rodríguez les donó parte de su sueldo. Aquello, indudablemente, les benefició, el fregadero industrial que enseñan con orgullo es la mejor prueba, pero «también nos perjudicó, porque desde ese día empezaron a llegar políticos para hacerse la foto y mucha gente nos vinculó a un partido determinado.

Y eso no lo vamos a consentir. Más todavía cuando lo único que nos hemos encontrado de las instituciones públicas son puertas cerradas. Aquí nos estamos empoderando nosotros solas y nadie se va a poner una medalla a nuestra costa», dice Pepa Fernández, la presidenta del colectivo.

Pero no fue con las cámaras cuando nacieron. Sí que es cierto que coincidió en el tiempo con el momento en que se constituyeron legalmente como asociación, pero ya llevaban tres años siendo un oasis en un barrio como el Cerro del Moro con cientos de familias en una situación extrema. Todo empezó con una reunión de amigas que se apuntaron a un taller de costura. «Todas paradas, con mucho tiempo libre. Así que además de por coser nos dio por cocinar. Íbamos probando recetas con cosas que rapiñábamos de casa y ese día comíamos juntas», cuenta Pepa.

Todo eso lo hacían en el mismo local en el que ahora trabajan a destajo, en la calle Sor Cristina López García, donde comparten espacio con la asociación Educadores del Nuestro Barrio y el Comité Óscar Romero. Pero todo cambió «un día que llovía a mares». «Se acercó por aquí una chica, Desirée. E ntró empapadita, llorando. Nos dijo que olía muy rico desde la calle y nos pidió que si le podíamos dar algo de esa comida para sus hijos». Y justo en ese momento «se encendió la bombilla».

La asociación está preparando los menús especiales y recogiendo juguetes para las fiestas

Las Amigas del Sur empezaron dando una comida un día por semana a 18 familias. Ahora atienden a 167 personas, a los que dan de comer tres veces por semana. «Un menú completo, con primer plato, segundo plato y postre. Se lo llevan en un ‘tupper’ y siempre les echamos un poquito de más por si necesitan guardar para el día siguiente».

Además, los viernes por la tarde le reparten el desayuno para todo la semana a 113 niños. Empezaron con pequeños del Cerro del Moro, pero ya acuden a la asociación familias de Guillén Loreto, Loreto, San Severiano, Barriada de la Paz, «hasta de La Viña viene gente», cuentan. Y claro, para atender a tanta gente necesitan toda la ayuda del mundo.

Red de apoyo

Por fortuna, en su caso, como en tantos otros, la red de apoyo cercana es la que mejor responde. «Cuando vimos que la cosa iba a más por culpa de la crisis empezamos a pedir un choricito para las lentejas al carnicero del barrio. Y como no teníamos productos frescos nos acercamos a la frutería, y también nos dieron. Y así llevamos tres años. También hay un día por semana que un pescadero del Mercado Central nos manda pescado para el menú. Y después hay gente que nos da lo que pueden. Hay una chica que de vez en cuando me pone un ‘whatsapp’ y me pregunta, ¿Pepa, que os falta hoy? Y yo le digo, pues huevos, o pan, o lo que sea, y al rato viene y nos lo trae».

Numerosos comerciantes y particulares de toda la ciudad colaboran con donaciones para atender a las familias

Y así van superando los retos de cada semana este grupo de mujeres que tienen «el mismo perfil que las que vienen a pedir». Sufren en sus carnes el problema del paro, diversas enfermedades, pero siguen al pie del cañón, cada vez dedicándole más horas y «pateándonos Cádiz entero, llamando a todas las puertas, aunque casi todas se nos cierren».

Lamentan que las instituciones se pasan la pelota de unas a otras y no reciben ninguna ayuda más allá del local que paga el Ayuntamiento. No les duele por ellas, sino «por esas madres de familia que lo están pasando tan mal». Pero siguen haciendo campaña en las redes sociales y en los supermercados para pedir alimentos. «Eso es lo que tenemos», dicen.

Aunque no es lo único. También tienen alegría y fuerza para afrontar una labor que a veces es muy ingrata. «La verdad es que lloramos mucho, vemos cosas muy fuertes. Y además es que les están pasando a nuestros vecinos, a nuestra familia. Y lo que hemos aprendido es que cualquiera nos podemos ver así». Por eso no se van a parar. «Estamos apoyando contra los desahucios en el barrio, si nos sobran alimentos los mandamos a colectivos de otras localidades, ahora estamos preparando los menús de las fiestas y estamos buscando a alguien que nos done los pavos y los productos navideños, también estamos recogiendo juguetes para los Reyes», explican.

Y todo lo hacen quitando tiempo a sus casas y sus familias. «Yo duermo todos los días con la cama oreadita, porque no me da ni tiempo de hacerla», bromea Pepa. Ella ha superado una agorafobia que apenas le dejaba salir de casa, y lo ha conseguido porque ha descubierto que hay algo por lo que merece la pena salir a la calle. «Tú sabes la cara que se le pone a esos niños cuando llegan el viernes y ven que le metes en la bolsa un bote de Nocilla? Eso lo paga todo».

Aseguran estas amigas del Cerro del Moro que están cansadas, pero que lo que hacen es muy gratificante. «Aquí nos sentimos útiles», dicen.

Estas Amigas, con más amigos cada vez, son, además de Pepa Fernández, Gele Fernández, Ana Díaz, Carmen Tarifa, María Gracia Raposo, Tati Olvera, Loli Torres, Bartolo Fernández, José Escribano y David Hidalgo.

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