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Sociedad

Un sabio discreto, elegido para dar la cara

El Gobierno apuesta por Fernando Simón, un epidemiólogo con experiencia en Burundi, Somalia y Mozambique, como portavoz

KOLDO DOMÍNGUEZ
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Desde el pasado viernes es el rostro y la voz de Gobierno en esta crisis. Apartados de los focos la ministra de Sanidad, Ana Mato, y el consejero madrileño, Javier Rodríguez, el médico epidemiólogo Fernando Simón ha sido el designado para transmitir las novedades y decisiones del Comité especial para la gestión del ébola en España. Una única voz, un único mensaje. Alguien que sabe de lo que habla y sabe comunicarlo. «Cuando vi que habían elegido a Fernando supe que habían acertado de pleno». Basilio Valladares es director del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias. «Es uno de los mayores expertos en España. Es una epidemiólogo de primera línea», asegura Valladares.

Pero no sólo para la parte científica. Su amplia experiencia profesional y sus «dotes innatas para comunicar con claridad y sencillez, con calma, sin dárselas de listo» le han llevado a ser demandado por programas de televisión y radio para explicar los pormenores de esta crisis. «Cuando le conoces te puede dar la sensación de que no controla mucho del tema. Pero es por lo sencillo y humilde que es. Luego, en cuanto empieza a hablar, compruebas que está tremendamente preparado», desvela Valladares.

Numerosos especialistas coinciden en asegurar que es la persona «más idónea» para este puesto. Los calificativos de «discreto, ecuánime, tranquilo, sencillo, concienzudo, humilde, cercano» son los que se repiten cuando se pregunta por Simón, que desde mayo de 2012 dirige el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. Un cargo 'de moqueta' que no debe llevar a engaño: su trayectoria profesional ha tenido más de barro y campo que de despachos y traje (no usa corbata).

Nació en 1963 y con 25 años se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad de Zaragoza. Ejerció de médico generalista un par de años hasta que en 1990 orientó su vida a la cooperación. Se marchó con Medicus Mundi a Burundi, país donde dirigió dos años el hospital de Ntita. Trabajó de médico y emprendió proyectos de desarrollo sanitario en la comuna de Gishubi. No tenía 30 años y era su primer trabajo de campo, pero aquella experiencia le marcó. Hoy en día aún habla kirundi, la lengua de la zona (es uno de los seis idiomas que controla).

Tras Burundi llegó Somalia, esta vez con Médicos Sin Fronteras, donde permaneció otros dos años. Todo ese bagaje africano le sirvió para diplomarse y obtener un máster en la London School of Hygine and Tropical Medicine, el primero de una larga lista. Su experiencia internacional ha seguido en estas últimas dos décadas: permaneció tres años en Mozambique dirigiendo el Centro de Investigación en enfermedades tropicales de Manhiça. Asesoró, de al Gobierno de Guatemala para la reforma del sector sanitario y a los de Madagascar, Isla Mauricio, Reunión y Seychelles en el control de epidemias. «Sí, ha hecho mucha mili», explica un colega de Simón.

Siguió formándose y trabajando en distintos centros, como el Institut de Veille Sanitaire París y el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto Carlos III de Madrid, donde llegó a ser coordinador de su Unidad de Alerta y Respuesta Sanitaria. Antes de llegar al Ministerio de Sanidad fue el director del Servicio de Dinámica de Enfermedades y Formación Aplicada. Es decir, el responsable de formar a los epidemiólogos que iban a trabajar sobre el terreno.